Río Braña. Concejo de Aller.
Río Braña. Concejo de Aller.
Actualizado: 22 febrero, 2024

Afrontamos uno de los temas menos conocidos de la cultura astur. La ausencia de necrópolis, enterramientos, o contextos funerarios ha hecho correr ríos de tinta sobre cómo se enfrentarían a la muerte los astures de la Edad del Hierro. Sólo podemos atisbar su mundo funerario a través de las escasas pervivencias que podemos ver en la epigrafía y en los escuetos relatos de las fuentes. Tradicionalmente el enunciado de este asunto ha quedado en un simple «no se sabe» pero a la luz de algunos descubrimientos arqueológicos cercanos y una visión de las fuentes quizá podamos intentar dar una respuesta aproximada.

La muerte y sus consecuencias

Hablamos de uno de los momentos más trascendentales de la sociedad de cualquier época histórica. Desde la Prehistoria, el enfrentamiento del individuo o del grupo social con la muerte ha sido el motor de desarrollo de creencias, ritos y fenómenos culturales en todo el planeta. Los astures no son la excepción en este sentido. Sin embargo, en la Edad del Hierro del noroeste peninsular se produce un fenómeno curioso. En este periodo conocemos los poblados pero no las tumbas, lo que contrasta con el Bronce, en el que conocemos las tumbas pero no los poblados.

Recreación de un ritual de cremación en la necrópolis vaccea de Pintia.
Recreación de un ritual de cremación en la necrópolis vaccea de Pintia.

Desde esta perspectiva, podemos afrontar el estudio de la muerte de cualquier pueblo desde varios frentes. Diferencias sociales, creencias, rituales y si alguno, todos o ninguno, dejan huella arqueológica. Todos ellos son complementarios los unos de los otros y su carácter condiciona el de los demás. En el caso concreto de los astures, sobre todo los trasmontanos, estoy convencido de que la investigación apenas ha arañado la superficie de este asunto. En gran parte porque se ha centrado sobre todo en el estudio intramuros de los poblados, mientras que como podemos ver en pueblos vecinos como los cántabros o los vacceos, la realidad es que la muerte se expresa fuera de las murallas. Por otro lado merece la pena reflexionar si este fenómeno es igual al norte que al sur de la cordillera.

Las fuentes hacen una vaga referencia a este ámbito entre los astures. Estrabón, por ejemplo, nos dice que los celtíberos y sus vecinos por el norte practican el sacrificio de animales y prisioneros (la muerte en definitiva) es una ofrenda que propicia la bendición de estas deidades sobre todo en momentos críticos. La vida tiene un valor para los dioses, tanto como para ser parte de una ofrenda. En momentos de necesidad se puede pagar ese precio para obtener el favor de la divinidad, como por ejemplo en los momentos de la conquista del norte por Roma. El sacrificio es la muerte real, pero también ritual. La destrucción del cuerpo, como la de las armas, propicia su tránsito al otro mundo. Ese tránsito supone una creencia en un más allá.

El ritual funerario

No conocemos entornos funerarios entre los astures. En los últimos años están en boga los contextos conservados en cuevas, que aportan unos datos mínimos sobre el mundo de la muerte. Suarías o La Sobia nos dejan evidencias de cadáveres de los siglos inmediatamente anteriores al cambio de era. Aunque el primero está en territorio cántabro en el momento en que se dejan los cuerpos, podría ser válido para el estudio de la muerte entre los astures del sector centro-oriental. No obstante parece un lugar ritual , y el segundo no parece un enterramiento sino una ocultación de unos cadáveres. De más antigüedad es el enterramiento de Fuentenegroso, situado entre el Bronce final y el Hierro, en un momento en que parecen cristalizar las sociedades que nos encontraremos en los siglos posteriores. También está en un territorio que en las fuentes aparece como cántabro, pero en un periodo tan antiguo que dudo que se hubiera configurado la distribución territorial que observa Roma. Otro ejemplo que podría pertenecer al Hierro es el de Valdediós. Varios cráneos y objetos documentados hace un siglo en territorio de los Luggones, pero que aparte de que podría pertenecer a la Edad del Bronce ya se ha perdido para siempre.

Intervención en la Sima de La Cerrosa-Lagaña. Suarías, Peñamellera Baja. Asturias. Foto. Janelle Worthington Cardenas
Intervención en la Sima de La Cerrosa-Lagaña. Suarías, Peñamellera Baja. Asturias. Foto. Janelle Worthington Cardenas

Este pequeño corpus de depósitos en cueva es una puerta de entrada a un campo que aún permanece poco estudiado en Asturias (en Cantabria está mucho mejor documentado) y que estoy seguro de que dará sus frutos en los próximos años. Pero no muestra la realidad compleja de la muerte en toda la sociedad castreña. Fuera de ese ámbito y a tenor de las costumbres funerarias de los pueblos de su entorno, las posibilidades de hallar huellas de la muerte entre los astures son limitadas: incineración/cremación, enterramiento (con descarnamiento o no) o abandono de los cuerpos en la naturaleza.

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Un aspecto que apenas se ha comenzado a estudiar es el trato diferencial dado a los pequeños en el ámbito funerario. Hasta ahora se han documentado dos enterramientos infantiles bajo el suelo de cabañas en La Corona / El Pesadero, en Zamora, y restos infantiles cerca de la muralla en Antrialgu por citar alguno más reciente.

Hasta ahora no se han hallado necrópolis de la Edad del Hierro en Asturias pero distintos complejos aparecidos en el ámbito galaico pueden darnos pistas sobre qué buscar. En la provincia de Lugo, en Os Castros1, se ha documentado una posible necrópolis de la Edad del Hierro. Este lugar no corresponde con un entorno castreño, sino con uno exterior. Se practicó un ritual de incineración a los cuerpos y se procedió a enterrarlos en cistas cerámicas en hoyos en el suelo.

Necrópolis de Os Castros, Lugo.
Necrópolis de Os Castros, Lugo.

Os Castros presenta algunas peculiaridades y es de los que más problema ofrece para su interpretación. No obstante, investigadores como Nión-Álvarez, con la necesaria prudencia, considera que se trata de una necrópolis de cremación. Son fosas de pequeño tamaño tapadas por piedras planas, con abundantes cenizas en su interior y restos óseos de pequeño tamaño. La presencia de un hacha de talón podría hacer pensar en una datación del Bronce, pero las cerámicas que lo acompañan son del Hierro. Apenas hay información técnica sobre esta excavación según el autor, por lo que la engloba en su estudio sobre el mundo funerario castreño pero con reservas.

Algo similar ocurre con la necrópolis descubierta en Monte Bernorio2. Si bien su proximidad con el ámbito vacceo y celtibérico, donde este tipo de enterramientos son la norma general podría hacernos pensar en su influencia en las costumbres funerarias cántabras, lo cierto es que podría extrapolarse a los oppida astures cismontanos, como Lancia, Bergidum o las Labradas, por ejemplo.

fibula celtibera de lancia MAN
fibula celtibera de lancia MAN

En Lancia se detectó una necrópolis altoimperial que actualmente espera mejores tiempos bajo la autopista, en el sector conocido como Sublancia. A tenor de lo que se va descubriendo en Galicia y Cantabria ¿podría interpretarse como una pervivencia de una costumbre indigena? Actualmente se destaca lo extraño de que un asentamiento de este tipo no tenga una necrópolis cerca. O simplemente que no se halla detectado un lugar de incineración en el que se concentren las prácticas crematorias, que podría estar cerca de un cauce de auga, en las inmediaciones del poblado.

En definitiva, las necrópolis con urnas que contienen las cenizas del difunto podrían ser una práctica extrapolable al territorio astur perfectamente ya que se han detectado en sus pueblos limítrofes. Dejémoslo en una posibilidad que la arqueología tendrá que confirmar en el futuro.

No se han encontrado aún porque la investigación en este campo es completamente deficitaria y falta un plan organizado de prospección en torno a los castros, ya no digo en el seguimiento de obra pública, que en las décadas pasadas no ha sido todo lo eficiente que debía. Es sin duda una línea de trabajo que dará sus frutos en el futuro si llegamos a tiempo.

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Sublancia en el momento en el que se excavó. Hoy tapada por la autopista. Foto Promonumenta.
Sublancia en el momento en el que se excavó. Hoy tapada por la autopista. Foto Promonumenta.

Pero la cremación de cuerpos no conlleva inevitablemente a la creación de necrópolis. El ritual funerario puede implicar que las cenizas sean tratadas de otra manera. Por ejemplo, arrojadas a ríos, lagos etc… lo que no dejaría huella de todo el proceso. Esta es la opción que se baraja como más probable actualmente. La costumbre de la Edad del Bronce de arrojar armas que han sido «sacrificadas» ritualmente (espadas dobladas, fíbulas rotas, etc…) apunta a que el medio acuático es considerado como una vía de alcanzar el más allá. Y aquí entramos en el campo de las creencias.

El ámbito de las creencias

Para tratar de aproximarnos a las creencias de los astures sobre qué había más allá de la muerte podemos acudir a algunos recursos que han llegado hasta nosotros. Una de ellas es la diadema de Moñes. En este objeto encontramos una de las poquísimas representaciones figurativas entre los astures transmontanos. Una excepcionalidad que se manifiesta en la posible representación de un motivo simbólico o religioso, probablemente funerario como veremos.

Reconstrucción del diseño de la diadema de Moñes con los fragmentos que faltan.
Reconstrucción del diseño de la diadema de Moñes con los fragmentos que faltan.

Su motivo central parece representar una procesión en la que jinetes armados transitan por un medio acuático en el que encontramos peces (salmones) y aves. El medio acuático simboliza en muchas de las sociedades del Hierro un lugar de tránsito entre el mundo de los vivos y el de los muertos. La presencia de figuras con calderos, es un eco distante de leyendas que quedaron recogidas en época medieval en la mitología irlandesa y galesa. Donde el caldero, el mismo caldero que aparece en el de Gundestrup, es el punto de inflexión entre la vida y la muerte. El Dagda irlandés, el dis pater de los galos, da la vida con una mano y con la otra la quita. Quizá es ese dios que tras el caldero sumerje a los guerreros muertos que reviven en el más allá triunfantes. En la diadema de Moñes, aparecen los mismos elementos; calderos, figuras de pie y a caballo, animales que como el salmón aparte de la sabiduría simbolizan también el ciclo de vida y muerte, con sacrificio de por medio, aves y agua…

Fragmentos de la diadema de Moñes. Piloña. MAN
Fragmentos de la diadema de Moñes. Piloña. MAN

Investigadores como Marco Simón3, o García Quintela, ven en la diadema de Moñes la expresión de un ritual de paso al otro mundo, en el que los guerreros renacidos transitan por este medio acuático. Nos estaría reflejando precisamente un ritual como el que comentábamos antes. En el plano físico las cenizas de diluyen mientras viajan por la corriente acuática. En el plano espiritual el difunto camina por el mismo sendero hacia el más allá.

En la tradición oral asturiana encontramos algunas figuras que pueden hacer referencia a esta creencia. Bajo el paraguas de un mito conocido como el Diañu Burlón hay una serie de creencias que muestran la transformación de esta figura en un caballo. Está emparentado con otros caballos de la tradición celto germana que llevan las almas hacia el más allá a través de las aguas.

La creencia en la relación entre estos caballos con la muerte pervivió incluso hasta nuestros días, como recoge Alberto Álvarez Peña4 en esta anécdota:

“En Maeza (Salas) el cura acostumbraba a soltar caballos, de noche, en el cabildo de la iglesia. Los vecinos, atemorizados, les oían correr alrededor de ella y creían que aquellos caballos fantasmales traían el alma de los difuntos. Al día siguiente el párroco tan solo tenía que pedir limosnas para dar misas por los difuntos, única forma que podía apaciguarse a las almas del Purgatorio”.

Estos caballos aparecen en la tradición oral de toda Europa occidental, y son una clara pervivencia de unas creencias anteriores a la difusión del cristianismo. El caballo y otros animales aparecen asociados a la muerte en el ámbito funerario de varios pueblos prerromanos. En Asturias tenemos la representación recurrente de este motivo en las estelas funerarias de los Vadinienses, cántabros, en el oriente de la región. Un pueblo que dependió del caballo para el pastoreo en una sociedad ganadera, no dudó en representar a este animal en sus estelas, de factura tosca. El binomio caballo / muerte se repite en las inmediaciones del mundo astur.

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En conclusión

Como hemos visto nos movemos en el ámbito de la especulación, pero la aproximación y estudio conjunto de distintas fuentes puede permitirnos establecer una serie de patrones a buscar. El primero sería la prospección en el exterior de los castros. Si existen necrópolis están ahí, en el espacio circundante como hemos visto en otros pueblos limítrofes. Si los cuerpos se incineran y las cenizas se arrojan se puede pensar que se haría en un lugar cercano a una fuente de agua. La mayoría de castros la tienen. Un espacio ritual que arqueológicamente deja huella, y que hasta ahora no se ha encontrado o quizá lo hemos hecho y no lo hemos sabido interpretar. Volvemos al primer punto.

La realidad de la muerte entre los astures así como entre otros pueblos prerromanos es mucho más compleja de lo que podemos atisbar veinte siglos después pero no más que la de sus pueblos vecinos. Daos cuenta de que apenas disponemos de pequeños indicios sobre los que hemos teorizado en el último siglo, incluso en aquellos pueblos de los que tenemos registro funerario claro, como los celtíberos o los vacceos. Los astures no son una excepción en su entorno. El supuesto igualitarismo entre ellos es una falacia que se debe a un estado embrionario de la investigación arqueológica cuando no a prejuicios. La desigualdad genera huella arqueológica, sobre todo en el ámbito de la muerte. Las élites quieren dejar huella más allá de la existencia y pervivir en el recuerdo. Es una constante en todas las culturas, y la nuestra no es una excepción antes y después de la Edad del Hierro.

La arqueología, las fuentes y la tradición oral nos hablan de una creencia en un plano más allá de la muerte entre los astures, al que se accede a través de distintas vías aunque el agua juega un papel fundamental. Parece que la cremación del cuerpo es el punto central de este ritual. La aparición de cuerpos en simas es una excepción en este campo, pero suele hablarnos de un contexto ritual (sacrificio) en vez de funerario, dicho esto con todas las reservas. La única duda es lo que sucede con las cenizas una vez que se ha consumido el cuerpo y ahí la única posibilidad de descubrirlo la tiene la arqueología.

Bibliografía y notas al pie

  1. Nión-Álvarez, S. (2023). Una aproximación al talón de Aquiles de la Edad del Hierro galaica (s. IX-I aC): el registro funerario. Complutum34(1) ↩︎
  2. Torres-Martínez, J. F., Fuentes, Á., Domínguez Solera, S. D., Rodríguez Trigo, A., Hamann, C., Fernandes, R., … & Sobremazas Martínez, J. M. (2017). El fenómeno funerario en la Edad del Hierro del Cantábrico: Un nuevo espacio ritual en la necrópolis de Monte Bernorio (campañas de excavación de 2007 y 2008). Lucentum36, 105-128. ↩︎
  3. Marco Simón, F. (2017). Los caminos de la muerte en la Hispania romano-céltica: densidad semántica y comunicación religiosa (No. ART-2017-105644). ↩︎
  4. Álvarez Peña, A. (2001). Mitología asturiana. Gijón: Picu Urriellu. ↩︎

3 COMENTARIOS

  1. Hola Fon. Muy interesante, como todos los artículos de la web. Lo que no me queda claro es cómo encajarían las estelas funerarias en ésto que planteas. Había estelas en estas necrópolis que comentas? Se encontraron restos (huesos, cerámica) junto a las estelas conocidas? Sería una costumbre generalizada dedicar estelas, o sería algo puntual?
    Saludos

    • Hola Ramón. Ya comenté que era una visión muy incompleta la que os ofrecía en este post. Tienes razón en apuntar el tema de las estelas funerarias. La totalidad de las descubiertas hasta el momento son de época romana por lo que se ha planteado un doble escenario: que sea una nueva costumbre importada por Roma o que sea la pervivencia de una tradición local. El problema es el de siempre, que no hay hallazgos arqueológicos de las mismas sino una total descontextualización de las piezas encontradas. Las estelas de época romana responden a este tipo de enterramientos. Estela, ajuar funerario y en algunos casos restos de cenizas. Es un ritual funerario distinto al de las tumbas de inhumación plenamente romano, como el de la necrópolis de Paredes o tardoantiguo como el de Argandenes, por ejemplo.

      Te dejo un link a una que vi en el Museo de Arte Romano de Mérida, que es muy ilustrativo.
      https://astures.es/asi-eran-las-tumbas-con-estela-funeraria/

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