El reino visigodo a finales del siglo VI. Despertaferro
El reino visigodo a finales del siglo VI. Despertaferro
Actualizado: 13 marzo, 2024

Voy a abordar el tercer y último post dedicado a los germanos en el territorio astur transmontano en los siglos previos al nacimiento del reino de Asturias. Lo voy a hacer desde una perspectiva regional, desde dentro a afuera, para entendernos. Pero antes quiero comenzar por el origen de este pueblo y cómo llega a la región.

Un origen en las fronteras del Imperio

Götland es un territorio situado en el suroeste de Suecia que es considerado el lugar de origen de estos pueblos. Desde el siglo I d.C. comienzan a aparecer en las fuentes grecolatinas, nombres de pueblos situados en las orillas del Báltico pertenecientes arqueológicamente a la cultura Wielbark. Estos conjuntos culturales han sido definidos gracias al registro funerario conservado. Wielbark presenta tumbas monumentales con espacios para incineración e inhumación y destaca por la ausencia de armas en los enterramientos. En el siglo II parece que estos pueblos se ponen en movimiento hacia el sur, migración que coincide con el surgimiento de la Cultura de Cernjahov (acordaos del peine de Cacabelos) en el siglo III d.C. a orillas del Mar Negro. En ese momento se separan en dos grandes grupos. Por un lado los Visigodos, y por el otro los Ostrogodos (básicamente godos del oeste y del este respectivamente).

No obstante, a partir de este momento se producen varios episodios violentos entre ellos y el Imperio. Batallas como la de Adrianópolis pusieron en jaque al imperio romano frente a los godos. Una derrota romana que cambió para siempre el sistema en el que sus ejércitos se enfrentaban en campo abierto. Los visigodos invadieron en el 410 la península itálica saqueando Roma bajo el mando de Alarico.

Los Visigodos, por aquel entonces todavía Tervingios, frecuentaron violentamente y con frecuencia las fronteras imperiales. Su capacidad militar, o mejor dicho, la debilidad imperial les hace obtener Dacia de manos de Aureliano, pasando a ser foederati del imperio con Constantino. La presión de los hunos en el limes oriental les hace cruzar la frontera, con el permiso de Roma, y situarse en Moesia. Este momento es clave ya que obtienen no sólo formación militar romana y armas, sino también la ciudadanía.

Toledo Visigodo. Albert Álvarez Marsal. Visto en Elpais.es
Toledo Visigodo. Albert Álvarez Marsal. Visto en Elpais.es

En el 412 abandonan la península itálica bajo el mando de Ataulfo y se dirigen al sur de la Galia, en torno a Tolosa, su capital. Desde allí gobiernan un extenso territorio que incluye parte de la península ibérica. Sin embargo, tras diversas vicisitudes y luchas internas son derrotados en Vouillé por los francos en el 507 trasladándose la capital a Toledo en Hispania bajo Gesaleico. El contingente godo total alcanzaba las 80.000 personas. De nuevo una población mínima en comparación con la de la Hispania tardorromana.

Se abre un oscuro periodo de guerras de sucesión que debilitan al reino hasta el reinado de Leovigildo entre el 572 y el 586. Su principal objetivo era recuperar aquellos territorios que los Bizantinos habían ocupado en Hispania e intentar el completo dominio peninsular bajo el mando visigodo. Aquí dejamos la historia del reino visigodo en Hispania salvo en lo relativo a la conquista del territorio astur.

La difícil pacificación del norte

Al hablar de los suevos vimos que la sociedad astur hispanorromana hace tiempo que se ha fragmentado en una serie de poderes locales que se sitúan en dos áreas separadas por su pertenencia o no al espacio controlado por los suevos. El viejo solar de los pésicos sigue un derrotero distinto al del centro oriente transmontano, donde las crónicas sitúan a pueblos que se mantienen al margen del dominio suevo, como son los Ruccones, y los pueblos cántabros occidentales (Vadinienses y Orgenomescos).

Ya en el 574, dos años después del ataque de Miro a los Ruccones, Leovigildo emprende acciones militares contra los pueblos independientes situados en la periferia sueva. Se producen ataques directos contra los Sappi, situados en las riberas del Duero, también operaciones de castigo contra los cántabros que todavía no se habían sometido, para atacar frontalmente por último a los Aregenses situados en la actual Ourense, derrocando al caudillo local Aspidius. Tras la caída del reino suevo en el 585 a manos de Leovigildo Gallaecia pasa a ser una provincia visigoda, y las diferencias entre los territorios astures al norte y sur de la cordillera se acentúan.

Mapa del Reino visigodo bajo Leovigildo. Fuente Despertaferro
Mapa del Reino visigodo bajo Leovigildo. Fuente Despertaferro

León y Asturica o Bergidum1, dentro del conventus asturum, son quizá los viejos reductos hispanorromanos, en el sentido de ciudades con territorio, donde todavía se percibe la memoria del control estatal2. Son ciudades amuralladas que se alzan como baluartes desde los que administrar un territorio que hasta ese momento había sido de frontera. La presencia visigoda allí es más intensa y temprana que al norte. La evolución de su territorio distinta y su integración en el reino de Toledo es más rápida. La estructura del poblamiento al norte de la cordillera sigue un derrotero propio. Leovigildo no consigue la pacificación de todo el norte, o al menos no su sometimiento, aunque quizá si alcanza una paz forzada que en ocasiones es más fructífera que un continuo enfrentamiento. Si lo consigue dura poco, porque Gundemaro, ya en el siglo VII emprende una acción militar contra los Pésicos.

Sin embargo el monarca visigodo que alcanza un mayor control del norte hasta ese momento es Sisebuto. Las campañas militares contra el norte (astures y cántabros) entre el 612 y el 6213 suponen el dominio cántabro definitivo a manos de su dux Richila. No sabemos el nombre del dux designado para el control de los astures y Luggones, pero sabemos que tuvo desigual suerte. A los primeros los somete, a los segundos los «vence». Y es significativa la diferencia entre estas dos entidades.

Excavaciones Lucus Asturum, en la Rectoral. 1981. Foto La Nueva España
Excavaciones Lucus Asturum, en la Rectoral. 1981. Foto La Nueva España

En primer lugar, como dice Diego Santos, las diferentes características que ambos pueblos se muestran en San Isidoro. Los astures se protegen entre sus espesos bosques y montes. Los Ruccones están totalmente defendidos por montañas «escabrosas». Es probable que se refiera a dos realidades distintas dentro del territorio centro-oriental. Los Pésicos aparecen bien definidos en las crónicas y quedan aparte. Sabemos que las acuñaciones visigodas de Pésicos4 y Bérgido son del mimo periodo. Mientras tanto, en el sector central, donde la tradición hispanorromana es más fuerte, seguramente es identificado con los astures. Entre ellos está la única ciudad transmontana del momento Lucus Asturum, así como una red de vías y villae que componen el poblamiento más denso de este sector. Más al oriente van quedando arrinconados los Ruccones, con una población menos densa y más esparcida en pequeños asentamientos.

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En el 672 Wamba tiene que volver a atacar a los astures y a los vascones para someterlos. Quizá en ese momento es cuando se construyen las fortalezas de las montañas centrales asturianas, como la del Muro o el Homón de Faro. Si no es en ese momento será poco después en el 711 con la llegada de los ejércitos musulmanes al norte. Rodrigo aún está en campaña contra los vascones en el momento de la invasión musulmana.

La presencia visigoda a través de la arqueología

El frente de la ofensiva visigoda debió tener como objetivo central Lucus Asturum, como dije, único centro urbano (si es que puede llamarse así) del territorio transmontano. Desde allí, repitiendo el modelo del sur se controla la vía que comunica con la costa y las arterias transversales del norte que se dirigen a Cantabria y al entorno pésico. La toponimia nos deja un Godos, al lado de Oviedo, en un lugar estratégico de control del Nalón, que parece haber formado parte del objetivo de conquista. Es en el centro de Asturias donde debemos buscar mayores huellas de la presencia visigoda en la región. Gijón es otro de los lugares donde se debió manifestar esa presencia así como en otros pequeños asentamientos esparcidos por el territorio, seguramente en zonas donde las élites locales ya habían articulado el poder territorial como el castillo de Gauzón que tiene su primera fase entre los siglos VI y VII.

Cancel de Lucus Asturum. Museo arqueológico de Asturias
Cancel de Lucus Asturum. Museo arqueológico de Asturias

Acuñaciones

Allí precisamente se documenta un tremis de Recaredo que aparece en uno de los basureros intramuros de la fortificación5. Si bien pertenece a un periodo tardío, sabemos que esta moneda fue reutilizada como adorno, o colgante. El papel del monarca visigodo, el primero de ellos católico, puede haber aumentado el valor simbólico de la pieza.

Las acuñaciones de Pésicos dejan hasta ahora dos tremises más. El primero de Gundemaro (610-612) y el segundo de Sisebuto (612-621). Las dos han sido propuestas como procedentes de Flavionavia (Santianes) o Arganza (Tineo). Se ha propuesto una tercera ceca, que aparece como Asturie. Al principio se pensó que era la misma que Astorica, pero recientes estudios han descartado esta identificación, y actualmente se cree que se trata de otra ceca aparte de Asturica en el norte de León o en Asturias. Esta ceca emitió moneda de Recaredo y Chindasvinto.

Tremis de Recaredo procedente de Gauzón. Foto, San Vicente Aspuru, 2023
Tremis de Recaredo procedente de Gauzón. Foto, San Vicente Aspuru, 2023

En la Cueva de Chapipi en Grado, se encontró un tremis de Suintila (621-631) dentro del grupo de monedas que componen su famoso tesorillo. En la ladera sur del Naranco, en Oviedo, durante la construcción del asilo se encontraron ocho tremises de Chindasvinto y Recesvinto. La ocultación se produjo según Mateu y Llopis en el 653.

Las cecas tienen una función interesante dentro del proceso de dominio territorial visigodo. Por un lado se cree que sirvieron para el pago de tropas en zonas de conflicto, pero también se ha especulado con su carácter de trato de favor a determinadas ciudades que se muestran afines al poder de la monarquía visigoda. Estos asentamientos contribuyen al control territorial y a la vez son emisores de un fuerte programa propagandístico que busca la imposición del poder visigodo.

Excavaciones en Argandenes, donde se ve el perímetro del edículo cuadrangular. Foto El Comercio
Excavaciones en Argandenes, donde se ve el perímetro del edículo cuadrangular. Foto El Comercio

Queda clara por la dispersión de estos hallazgos, que se encuentran sobre todo en zonas donde el control romano fue intenso. Además se produce una vinculación entre comercio y explotaciones agrícolas de cierto alcance (villae) de la región central de Asturias.

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Necrópolis

A diferencia de los hallazgos numismáticos, las necrópolis que podemos adscribir fijo al periodo visigodo, si bien tienen un comienzo previo a este periodo, están situadas en el sector oriental del territorio transmontano. Cuando hablamos de Argandenes, en Piloña, ya comentamos que de los análisis realizados a varios enterramientos se determinó una horquilla temporal entre los siglos IV y VII d.C. La tumba más «moderna» es del 650 d.C. aproximadamente. Esto otorga un contexto bajoimperial y tardoantiguo a los individuos depositados allí. Pero más interesante es el registro material de los objetos encontrados en ella, lo que nos permite esbozar una evolución de la necrópolis. Según las piezas encontradas parece que vivió un momento de auge en el siglo VI d.C.

Objetos de la necrópolis de Argandenes- CpLeathergoods
Recreación de objetos de la necrópolis de Argandenes- CpLeathergoods

La otra necrópolis que conservó restos visigodos fue la de Rodiles. También plantea un uso desde un periodo tardorromano. En ella se documentaron varias piezas de tipo germánico, como dos puntas de lanza, una de venablo. Cuchillos y puñales, un hacha de combate, y varios objetos de adorno. En las inmediaciones del cabo oriental de la ensenada se levantara una fortaleza de la que hay evidencias arquitectónicas que debieron de servir de protección a una extensa zona situada al nivel del arenal en el espacio inmediatamente anterior a la línea de costa, donde también se ha documentado la presencia de diversas estructuras romanas y hallazgos ocasionales, algunos de ellos destruidos para siempre por la inactividad de la Administración. Fueron bien estudiados por González-Valles.

Por cierto, el estudio de los materiales parece apuntar a un origen franco de estas piezas por la tipología del armamento, una identidad que se repite en otras partes del centro-oriente de Asturias.

Algunos de los materiales recuperados en Rodiles. MAN
Algunos de los materiales recuperados en Rodiles. MAN

Rodiles es interesantísimo, y volveré a él en otro post, ya que podría tratarse de la manifestación de un control territorial de época romana que sobrevive a la caída del imperio manteniendo su función. Estaría compuesto por una fortaleza y varios asentamientos de producción en el llano, y los materiales citados corresponderían a la fortaleza.

Como en todos estos contextos, lo que pone de manifiesto es, una vez más, un poder local bien sea hispanorromano o hispanovisigodo que manifiesta su preeminencia social a través de las evidencias funerarias. También nos habla de estos asentamientos en época tardoantigua. Podemos estar ante el germen de un castillo similar a Gauzón que no pudo prosperar.

Ya fuera del ámbito astur estaría la desaparecida necrópolis del Forniellu6, en Ribadesella, que vuelve a poner de manifiesto la perduración del uso de las necropolis imperiales tras la caída de Roma en el territorio transmontano, evidenciando quizá que las cosas no cambiaron demasiado por estos lares hasta la penetración del poder germano en un periodo más tardío.

Los jarritos litúrgicos

Uno de los primeros objetos de este tipo, y que además tiene una historia curiosa es el de Alesga7, Teverga. En 1930 se comunicó el hallazgo de un jarrito de bronce dentro de una tumba en la que había un esqueleto humano que portaba una espada corta. Tras la Guerra Civil se perdió el paradero del mismo. La noticia la recogió Juan Uría. Incluido dentro del estudio de don Joaquín Manzanares sobre los jarros litúrgicos visigodos, sería Luis Avello quien daría la alerta sobre la posible identidad de este jarrito desaparecido fuera el mismo que en 1973 se entregó a la Diputación Provincial de León procedente de las inmediaciones del puerto de Somiedo. Avello fundamentaba su sospecha en la confirmación de que el donante de la pieza, don Julio Carro y Carro fue depositario de la colección de Alesga, Fresnedo, recibida de la familia Prida, depositaria de los hallazgos Teverganos.

Jarro de Alesga. Avello.
Jarro de Alesga. Avello.

El de Alesga es el más occidental de un conjunto de ellos aparecidos sobre todo hacia el oriente de la región, fuera del ámbito de influencia astur. La interpretación de estos objetos, que aparecen siempre en cuevas (de nuevo Alesga parece una excepción) nos pone sobre aviso de una práctica funeraria. El de Teverga, el único que va acompañado de un cuerpo, refuerza esta hipótesis. Estos objetos han sido puestos de ejemplo de la penetración del cristianismo entre los astures transmontanos, de ahí su nombre8. Su hallazgo en cuevas se presentó como el resultado de una actividad eremítica en el centro oriente de la región que llevó la nueva religión a este territorio en torno al siglo VII d.C. El contexto funerario y el religioso no tienen por qué ser incompatibles, siendo objetos suntuarios que indican un cierto prestigio de quien los posee. Lo que si es cierto es que se trata de un fenómeno funerario característico del Cantábrico central y oriental con paralelismos al sur de la cordillera.

Expresiones de una aristocracia

Si revisamos lo dicho hasta ahora, es fácil percibir que, una vez más, estamos escribiendo la historia de la presencia de un pueblo foráneo a través de las expresiones de estatus de sus élites. Es el verdadero «peligro» de contar con necrópolis en el estudio del pasado. Realmente no sabemos si son «visigodos» o son «visigotizados». Podemos estar ante élites locales que a su vez han adaptado los patrones sociales del poder central. Quizá precisamente porque perviven gracias al sometimiento a ese poder.

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De cualquier forma es evidente que hay un control territorial, sobre todo de la zona central de Asturias, más allá de la simple y periódica proyección contra el territorio de operaciones de castigo. Lo visigodo cuaja entre las élites astures y es un proceso en marcha que es desigual en el territorio astur transmontano.

Con las evidentes diferencias, presenta una similitud con el bajo Imperio en el sentido del control territorial articulado por élites locales que aceptan la sumisión (parcial y siempre con el riesgo de revueltas) a través del pago de tributos9. Esta posición serviría de refuerzo de su preeminencia en el territorio a la sombra del poder. Pero esto pone de manifiesto que hay comunidades indígenas que no interactuan directamente con el poder estatal visigodo si no es a través de estos potentados, y esas comunidades son locales. A cambio estas élites controlan el comercio, la recaudación de impuestos y mantienen a raya a los elementos más conflictivos en el territorio.

La larga pervivencia de los lugares de enterramiento desde época romana nos indica además que se trata de poderes locales que ya están controlando el espacio. Lo vemos en Argandenes, donde es evidente que se trata de las mismas élites «vestidas» de diferente manera.

En el 711 las reglas del juego cambian, un nuevo poder asoma y el frágil equilibrio alcanzado entre estas élites es sustituido por la aceptación de un tributo a cambio del mantenimiento de un status. Esta parece ser la tónica dominante en la fase previa a la rebelión de las élites en el norte contra el Islam 11 años después. En realidad más de lo mismo como vimos antes. Me pregunto si los sucesos de Covadonga no son una más de las «protestas» de estas élites territoriales ante el poder central, sin más.

Las crónicas cristianas de Asturias cuentan que Pelayo interpela a los astures en uno de los concilios que estaban celebrando. Evidentemente no a causa del poder visigodo, sino como manifestación de una regulación local impuesta por estos potentados.

Conclusión

Asistimos desde finales del siglo VI en adelante a un control territorial astur por parte de los visigodos que presenta una dicotomía radicalmente distinta si nos situamos al sur o al norte de la cordillera. En lugares como Bergidum, Asturica o Legio el poder se articula de la manera que lo hizo incluso en un periodo romano. Al norte, a su vez, las dos zonas tradicionalmente repartidas entre Pésicos y Luggones presentan a su vez un comportamiento distinto. La primera ya había estado sujeta a las estructuras de poder Suevas, donde unas élites al servicio del poder central se apoderan el control territorial. En la otra parte la resistencia inicial a los suevos se ve reflejada en una serie de conflictos al comienzo del dominio visigodo que obligan a realizar distintas incursiones a los reyes de Toledo.

Debemos ver todo esto con una perspectiva en la que lo indígena, aunque está presente, no es la base que articula esa resistencia. Al contrario, son élites rurales, herederas del poder territorial hispanorromano las que se alian o enfrentan al poder visigodo según sus propias necesidades. Lo Pésico y lo Luggon (Ruccon) son términos heredados de la administración romana que no conservan ya el valor étnico originario.

Estas élites son las que retienen el poder local, y su enfrentamiento a los monarcas visigodos responde a un frágil juego de sometimiento, rebeldía, que les ha servido para mantener ese control desde hace siglos. Las expresiones culturales visigodas que percibimos a través de los cada vez más abundantes (pero desesperantemente mínimos) restos arqueológicos tardoantiguos no hacen más que incidir en ese control territorial y del poder por estas élites que jugarán el mismo papel bajo la dominación musulmana y en el posterior reino de Asturias.

Bibliografía

  1. Álvarez, J. L. A. (1990). Los suevos y visigodos en la provincia de León. Memorias de historia antigua, (11), 295-316. ↩︎
  2. Santos, F. D. (1979). De la Asturias sueva y visigoda. Asturiensia medievalia, (3), 17-60. ↩︎
  3. Las acuñaciones visigodas de Legio y Astúrica se realizan a partir del 621 con Suintila, quizá poniendo de manifiesto un control total visigodo de estas zonas. ↩︎
  4. García, A. G. (2021). Flavionavia Paesicorum,¿ ceca visigoda?. Territorio, Sociedad y Poder, (16), 43-55. ↩︎
  5. San Vicente González de Aspuru, J. I. et alii. (2023). Tremis inédito de Recaredo I Acuñado en Caesaraugusta y hallado en el castillo de Gauzón (Asturias). Revista Numismática Hécate, (10). ↩︎
  6. González, R. G. (2015). La necrópolis de El Forniellu (Leces, Ribadesella, Asturias). Cuadernos de Arqueología23, 291-323. ↩︎
  7. Álvarez, J. L. A. (1986). El jarro hispanovisigodo de Alesga y algunas consideraciones generales sobre estos tipos de objetos litúrgicos. Asturiensia medievalia, (5), 19-32. ↩︎
  8. Santos Yanguas, N. (2011). El cristianismo en Asturias en época visigoda. Tiempo y sociedad. ↩︎
  9. Gutiérrez González, José Avelino. Poderes locales y cultura material en el área ástur-cántabra (ss. VI-VII) In: Villa 3. Histoire et archéologie des sociétés de la Vallée de L’Èbre (vii-xie siècles) [en línea]. Toulouse: Presses universitaires du Midi, 2010 (generado el 06 mars 2024). ↩︎

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