Picu Llanza
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Actualizado: 18 septiembre, 2023

Etnogénesis es el proceso por el que un grupo humano comienza a ser percibido como algo diferente al resto de pueblos que los rodean. Es uno de los eventos históricos que más interés tienen ya que está en la base del estudio de cualquier grupo humano del pasado. Es un proceso complejo y extenso a lo largo del tiempo, y hay algunos autores que consideran que es inherente a toda la historia de un grupo humano, en el sentido de que nunca llega a terminar.

En el estudio de la Protohistoria lo que nos interesa es saber cuándo podemos hablar de astures y qué implicaciones tiene este hecho, así que vamos a analizarlo.

El punto de partida

Resulta complicado establecer los criterios por los que un pueblo se diferencia del resto. Por ejemplo, la cultura material puede presentar similitudes o «contaminaciones» de las etnias vecinas, lo que complica la diferenciación de unos y otros. Las diferentes lenguas de los pueblos prerromanos presentan parentesco entre sí y con otros grupos superiores, por ejemplo se considera que los astures hablaban una lengua que podría estar emparentada con el lusitano y que sufriría cambios hacia mediados del primer milenio a.C. momento hasta el cual hablarían lenguas comunes a la mitad indoeuropea de la península. Por último otro factor puede ser la religión ya que es un marcador que puede ser considerado un indicio de etnicidad, pero de nuevo vemos dioses que superan el ámbito de los astures y, para más complejidad, parece que hay distintas «capas» de más o menos antigüedad.

Precisamente por eso no hay un sólo factor que marque este momento y, generalmente, podemos asumir que podemos hablar de un pueblo cuando se dan tres factores; religión, cultura material y lengua. Todo lo anterior es lógico en un proceso largo de tiempo en el que se van produciendo cambios que desembocan hacia un momento único, que en definitiva es la autopercepción de un pueblo como algo único.

Antecedentes de la cultura material (poblado y vivienda)

Podemos englobar a los astures en el ámbito de la cultura castreña. Es un concepto que con los años ha ido variando considerablemente. En origen la cultura castreña se refería básicamente al mundo galaico y lusitano, desde las costas atlánticas al occidente de Asturias, más o menos en el límite administrativo romano entre los conventus astur y lucense. Sin embargo, con el avance de la investigación durante el siglo pasado y el actual, se ha determinado que la cultura castreña abarca casi todo el territorio de Asturias, León y noroeste de Zamora, avanzando más hacia el este de lo que se consideraba en un principio. Por tanto los astures ocupan un territorio periférico de esta cultura, recibiendo fuertes influencias de las culturas de la meseta, sobre todo vacceas y celtibéricas.

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Es por tanto un pueblo de frontera, lo que dificulta la adscripción arqueológica a un grupo o a otro, ya que la cultura material presenta aspectos de las que lo rodean.

El origen de esta cultura, donde el castro es la figura más representativa, hay que buscarlo en el Bronce final, en el que una amplia franja del sector occidental peninsular está inmersa en un circuito comercial de materias primas y objetos de bronce que la conecta con el ámbito atlántico de las islas británicas, Bretaña y el norte de Europa. Aproximadamente este periodo dura entre 1200 y 900 a.C. y al final del mismo vemos la fundación de los primeros poblados fortificados.

La etnogénesis de los astures, un pueblo de frontera
Cascos de Ribadesella. Museo Arqueológico de Asturias

Otro aspecto en el que podemos fijarnos es en el de las viviendas. La casa circular, tan típica de la arquitectura castreña, es rastreable en grupos culturales que tienen su antecedente en este mismo periodo pero en la Meseta. Por ejemplo, en la cultura del Soto de Medinilla, que se desarrolló en el Duero Medio entre los siglos VIII y VI a.C. se construyen casas circulares en adobe con banco corrido, cuyo antecedente eran cabañas de paredes de estacones de madera y entramado de varas, con techumbre vegetal presente en la Península desde momentos anteriores, como en la cultura de Cogotas entre otras, que se desarrollan en el Bronce Final en el territorio. Es una manera de construir que hunde sus raíces en el Neolítico y que se expande desde el Mediterráneo hacia el occidente peninsular.

Desconocemos la forma de las viviendas del Bronce en el noroeste, pero es probable que se trate de nuestras cabañas circulares sin grandes diferencias, hechas de materia vegetal, eso sí, ya que la casa circular de piedra es un fenómeno más tardío de en torno al siglo III a.C. en adelante en esta zona. La diferencia es que, en general, los poblados del bronce se situaran en zonas llanas o poco defendidas, y que tuvieran un carácter estacional o itinerante. El hecho clave es que estos asentamientos, cuando termina el bronce Final, se ubican en lugares elevados de fácil defensa, surgiendo lo que conocemos como castros.

La etnogénesis de los astures, un pueblo de frontera
Reconstrucción de cabaña indígena de la Campa Torres

Algo similar ocurre en otros ámbitos de la cultura material, como las cerámicas o la metalurgia, en procesos que se van transformado a lo largo del primer milenio a.C. Un ejemplo lo tenemos en las formas y pastas cerámicas, que en el territorio astur varían entre las vasijas con decoraciones típicamente castreñas, motivos geométricos, formas que imitan a modelos metalúrgicos, etc… y sobre todo técnicas de fabricación sin torno, etc. Son cerámicas negras generalmente, aunque hay pastas marrones o anaranjadas decoradas con distintos motivos geométricos. En el territorio transmontano no hay cerámicas pintadas. Sin embargo en el cismontano, estas cerámicas procedentes del ámbito meseteño noroccidental penetran casi hasta el Bierzo.

La metalurgia es otro factor que presenta similitudes con el mundo galaico (calderos, motivos ornamentales de entrelazados, torques, etc) y el meseteño (fíbulas de caballito, la-Tène, etc…).

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En todo estos casos, a pesar de que presentan similitudes con las culturas vecinas, lo cierto es que en el territorio astur de advierte un carácter propio.

La etnogénesis de los astures, un pueblo de frontera
Fíbula de Caravia. Modelo La Tène 8b.1 siglos II al I a.C. Museo arqueológico de Asturias

Una vez me dijeron que en lo que destacaban los astures era en reinterpretar lo que les venía de fuera. Tenemos varios ejemplos como las cerámicas zamoranas, de época tardía pero de carácter puramente indígena, o los llamados broches astures de los que os hablé. También esos colgantes de barrita moldurada que son típicos de los astures del norte, etc…

La etnogénesis de los astures, un pueblo de frontera
Laciforme y molde. Castro de Llagú. Museo Arqueológico de Asturias.

El factor común a esos productos es que se fabrican en una época tardía, entre los siglos V y II a.C. (excepto las citadas cerámicas, pero que tienen sus antecedentes en las cerámicas indígenas de este periodo). También, el que hay una diferencia entre los astures de castros de montaña y los de los oppida meseteños, tanto en cultura material como en asentamientos.

La lengua

Otro de los aspectos que os comenté que era un factor decisivo para hablar de etnia es la lengua. En el caso del noroeste se podrían emparentar con una genérica pre-celta que sería predominante en el Bronce Final en gran parte del territorio. Posiblemente esta lengua indoeuropea fuera sustituida por la lengua Lusitana en un periodo temprano, y posteriormente influida por las lenguas celtas de la Meseta. De nuevo este factor apunta a un periodo entre los siglos VI y III a.C.

La etnogénesis de los astures, un pueblo de frontera
Estela de Bodocena. Museo Arqueológico de Asturias.

Según un sector importante de la investigación en lenguas paleohispánicas, los astures hablarían una lengua indoeuropea que no tenía que ser necesariamente una lengua celta. Algo similar a lo que ocurre con el Lusitano, que debió ser la lengua dominante de la mitad occidental de la península ibérica en ese periodo. Para llegar a esta conclusión se basan en que en esta zona se mantiene el uso de una p- sostenida 1 al principio de algunos nombres (Pintaius), que es incompatible con una lengua celta. De cualquier forma, esta lengua se diferencia tanto del Lusitano como del celtíbero, por lo que algunos autores defienden que es una lengua propia diferenciada de otras lenguas vecinas. Os hablé extensamente de la lengua de los astures en este otro post.

Religión

Es otro de los aspectos más complicados de determinar en cuanto a la cultura astur, ya que tenemos testimonios muy tardíos de sus creencias a través de la epigrafía que es de época romana. No obstante de ellas deducimos una serie de creencias que los sitúan entre el ámbito del mundo galaico (algunas advocaciones a Cosus) y el ámbito meseteño (Lug, etc…).

A priori puede chocarnos que el ámbito de las creencias evolucione en el tiempo, pero debemos pensar en un mundo en el que se producen cambios, llegadas de nuevas influencias, gentes etc. Tenemos un ejemplo claro en el momento de la conquista romana, con la introducción de nuevos cultos que responden más a causas políticas que religiosas, pero que acaban transformando las creencias de los pueblos peninsulares. Otro más cercano lo tenemos con el cristianismo.

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La etnogénesis de los astures, un pueblo de frontera
Estela votiva de Grases. Luggoni arganticaeni. Dice así. Los luggoni arganticaeni levantaron estos monumentos (al dios) Luggovio Tabaliaeno (según la lectura de Santos Yanguas)

No tenemos constancia de estos procesos en un periodo prerromano, pero no parece descabellado que hayan tenido lugar. De nuevo debemos desechar la visión de sociedades estáticas e inalteradas en el milenio que va desde la fundación de los primeros castros hasta su declive. Pero tampoco es un aspecto que cambie de un día para otro. Seguramente se solapan diversos cultos, de una sociedad agrícola y ganadera con antecedentes antiguos en las creencias del Bronce y anteriores, hasta cambios más recientes relacionados con nuevas élites etc. No podemos dejar de lado la cuestión de que la religión de todos los periodos históricos «recientes» tiene un componente político, y está relacionada intrínsecamente con el poder.

Entonces ¿Cuándo podemos hablar de pueblos prerromanos diferenciados?

No hay momento exacto y se trata más bien de un proceso largo. Por lo visto hasta ahora parece que hay un periodo concreto que es clave en la conformación de los pueblos que Roma se encontró en la conquista de Hispania. Probablemente tuvo lugar en torno a los siglos VI al III a.C. (en el VI ya encontramos a los celtíberos con las características que luego tienen a la llegada de Roma) y creo que tras él ya podemos distinguir a los pueblos que habitan en la Península. Todas las informaciones que tenemos de este pueblo son recogidas por los geógrafos e historiadores grecolatinos, y hay testimonios de algunos nombres de pueblos en tiempos de las guerras contra los celtíberos, etc. Incluso tenemos una fuente antigua, la Ora Marítima, que nos deja algunos nombres de pueblos del VI a.C. en el oeste y norte peninsular como los saefes, draganos, y oestrimnios, de los que no tenemos rastro en las fuentes latinas posteriores.

La etnogénesis de los astures, un pueblo de frontera
Pueblos prerromanos de la Península Ibérica. Fuente Wikipedia

Es decir, atisbamos un panorama cambiante entre la primera mitad y la segunda del primer milenio antes de Cristo. Ese largo proceso es lo que llamamos etnogénesis, y desemboca aproximadamente en los siglos VI al III a.C. con la conformación de todos los pueblos prerromanos peninsulares.

Como dije al principio, no es un proceso concreto de tal fecha a tal fecha y tenemos por ejemplo un desarrollo de la cultura castreña a un nivel extraordinario en los siglos finales del milenio anterior al cambio de era, con el desarrollo de las citanias, como Briteiros y los oppida en la Península, algunos en territorio astur como Lancia, Las Labradas o Noega. Son muchos los factores que influyen en este desarrollo, tanto los internos, de la propia dinámica de control territorial y social de estos pueblos, como externos, con la presencia de potencias mediterráneas (fenicios, griegos, cartagineses y romanos) en el territorio. Todos ellos conforman la diferenciación de estos pueblos, a los que conocemos a través del filtro de Roma, que nos muestra una imagen de ellos, parcial y probablemente distorsionada a través de las fuentes.

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