Estaba leyendo la prensa de esta mañana que informaba del comienzo de las excavaciones en la villa de Andayón / la Estaca, en Les Regueres y no podía dejar de leer este párrafo de Juan Muñiz:
«La forma de romanización no fue con grandes núcleos urbanos, sino que se hicieron villas en zonas rurales, con núcleos de población de la gente que trabajaba en la villa en los que vivían en torno a 200 personas. Tenemos indicios de que este núcleo de población existió cerca de la Estaca y estamos trabajando también en ello».
Lo cierto es que hay un vacío en la comprensión de cómo se estructuró el poblamiento en el territorio astur tras la conquista romana. Como en todo proceso histórico, es evidente que tuvo que haber distintas fases. Podemos pensar en una primera dominación del territorio, en la que los castros siguieron jugando un papel fundamental, incluso en época flavia (aproximadamente la segunda mitad del siglo I d.C.) experimentan una potente reconstrucción y reestructuración que nos refleja una continuidad en el poblamiento. Sin embargo tras esta fase parece que en el siglo II d.C. el poblamiento en castros comienza a decaer y tiene un momento de auge un nuevo modelo de explotación del territorio (y hábitat) que conocemos como villae. Pero ni las dimensiones de la mayoría de villas de la Asturia transmontana, ni su número, permiten determinar dónde vive el resto de la población.
Para averiguar dónde estaba todo el mundo debemos tener en cuenta diversos factores. El primero es que no sabemos el régimen demográfico tras la conquista. Es probable que se haya reducido considerablemente la población astur transmontana (que por otro lado quizá nunca fue demasiado abundante a tenor del tamaño y número de castros) tras la guerra, deportaciones, etc… Antes de ese periodo ya se atisbaba un proceso de concentración de población en determinados poblados y el abandono de otros, quizá relacionado directamente con el proceso de conquista. Tampoco debemos pensar que en época prerromana el castro era la única entidad de población del territorio ya que, como vimos en otras ocasiones, es imposible que toda la población transmontana viviera en ellos. Es probable que ya existieran granjas prerromanas y otro tipo de asentamientos secundarios que dependerían del castro, como la de Las Vallinas, en Teverga, estudiada por A. Fanjul Peraza1.
Por otro lado debemos tener en cuenta la reestructuración territorial en forma de civitates en el territorio del conventus asturum. El propio conventus como entidad jurídica y territorial se articulaba con demarcaciones que tenían una función de control de la población y de recaudación fiscal. Es bastante probable que la población se concentrara en torno a estos lugares como Paelontium entre los Luggones, que cita Ptolomeo, Flavionavia o Lucus Asturum en el centro del territorio transmontano.
Si bien el concepto de civitas no es equiparable al de ciudad como núcleo de población, sí que podemos decir que se trata de un núcleo «urbano» que controla un territorio agrícola en su entorno. Por tanto, más allá de estos núcleos importantes existirían otros dependientes que suelen aparecer en la bibliografía como «núcleos secundarios» en los que se encontrarían las villae, vicus, locus, mansios, etc..
A pesar de que las explotaciones rurales de este tipo debían contar con una autosuficiencia bastante elevada, no podemos pensar que se trataba de núcleos aislados2. Sabemos que existe un tráfico de mercancías de productores locales, como Licinius, el fabricante de latericio (tégulas, etc…) que abastece a los núcleos principales del territorio transmontano, y otros de los que no tenemos evidencias arqueológicas que, evidentemente, residen en otros lugares. No dejaría de existir una población autóctona que reside, aun bajo el control fiscal y militar romano, como lo venía haciendo desde hace siglos, viviendo de la agricultura y la ganadería, bien en poblados abiertos o bien en los castros cercanos a las villas como evidencian los materiales de época bajoimperial que aparecen en algunos de ellos.
En definitiva, los castros habrían perdido su función defensiva y las construcciones que se detectan en ellos ya muestran una calidad y técnica distinta respecto a la arquitectura astur prerromana. Probablemente fueron abandonados paulatinamente en favor de otros núcleos de población abiertos en lugares más favorables respecto a las rutas comerciales, agricultura o control fiscal y militar. Podemos decir que el poblamiento se diversifica en época romana3. La dificultad para identificar arqueológicamente estos lugares nos indica una ausencia de monumentalidad, quizá adoptando la forma de granjas aisladas o pequeños núcleos de población cuya arquitectura es difícil de determinar. No podemos dejar de pensar que algunos de esos núcleos podrían ser precursores de poblaciones que aparecen documentadas siglos después ya que no dejarían de estar asociadas a los campos de cultivo circundantes, que se siguen usando casi hasta la actualidad.
Bibliografía
- Fanjul Peraza, A., Fernández Menéndez, S. C., Pis Millán, J. A., Álvarez García, R., Mª Ángeles Fernández Casado, M.A., Nava Fernández, H.S., Bueno Sánchez, A., Alonso Felpete, J.I., & Díaz Herrero, M. (2017): «Las Vallinas (Teverga, Asturias). History of an Iron Age & roman farm». III encuentro sobre la evolución de los espacios urbanos y sus territorios en el Noroeste de la Península Ibérica. Astioga. ↩︎
- Ochoa, C. F., Sending, F. G., & del Valle, A. O. S. (2004). La villa romana de Veranes. El complejo rural tardorromano y propuesta de estudio del territorio. Archivo español de Arqueología, 77(189-190), 197-219. ↩︎
- Lavilla Cañedo, P. I. (2015). Asentamientos rurales y ciudad en la zona centro-oriental de la actual Asturias en Época Tardoantigua: evidencias arqueológicas. ↩︎
