Ayer se cerró un ciclo que comenzó hace dos años. Era febrero de 2020 y estaba a punto de terminar una serie de conferencias en el RIDEA que se centraban en el estudio de esos edificios tan singulares que conocemos como saunas castreñas. La última de ellas tuvo que ser aplazada porque la situación generada por una extraña epidemia llamada COVID llamaba a las puertas de Europa. Lo que pasó después ya lo sabéis todos.
Tenía muchas ganas de asistir a una conferencia de Quintela, ya que me parece un investigador interesante en sus planteamientos, que se nutren de fuentes muy diversas, algo lógico si tratas temas como religiosidad y simbolismo.
Su exposición discurrió por un recorrido desde los inicios de la investigación de las saunas protohistóricas de Galicia y Asturias, con la de Briteiros como punto de partida. Estos edificios singulares responden a un patrón de distribución que Quintela tiende a dividir en dos sectores. Uno cantábrico que iría desde prácticamente Finisterre hasta los castros de la cuenca del Navia (me fijé que no incluyó Llagú en su conferencia, quizá por las dudas sobre si los restos documentados pertenecían o no a una sauna ritual), y otro sector que está en el noroeste de Portugal y suroeste de Galicia. En realidad, como dijo Quintela, más de la mitad de las de este sector están en la zona sur de este espacio geográfico.
Doy un salto temporal en mi artículo y os comento que pregunté por la existencia de saunas en unos castros si y en otros no, y por ejemplo A. Villa Valdés me comentaba que estaba convencido de que se trata de una escasez de excavaciones. Las saunas probablemente son más frecuentes de lo que parece en la actualidad. De ellas la cuenca del Navia destaca por la frecuencia de estas construcciones, y como os habréis dado cuenta, es la zona más excavada de toda Asturias.
Se habló de Sanfins, que tuve la suerte de visitar y comprobar la monumentalidad de la citania. Os cuento un secreto. Pasé por la abertura de la «pedra formosa» que veis en la foto de arriba, porque quería comprobar la sensación de atravesarla. Lógicamente no tiene ni parecido a lo que sería en su tiempo, en un lugar oscuro, caliente y húmedo y quién sabe si con un estado de conciencia alterado probablemente. En la conferencia comprobé que la forma en la que la atravesé es la forma que Quintela decía que debía ser la habitual. Seguramente tendría lugar en ellas un ritual con pautas bien definidas (más abajo os hablo de él).
En cuanto a la interpretación, me pareció coherente la serie de puntualizaciones que realizó sobre las diferentes finalidades que se habían propuesto para estos edificios. Por ejemplo se especuló hace tiempo con que podían ser templos dedicados a las aguas. Estos templos se sitúan sobre el manantial objeto de culto, en las saunas el agua llega por canalizaciones, lo descarta. Otra explicación es su uso medicinal como saunas rústicas, que incluso se atribuyó a un indicio de romanización de los castros. Precisamente dejan de utilizarse cuando la presencia romana está implantada plenamente en el territorio, no porque sean sustituidas por las termas romanas sino porque han perdido su finalidad original.
Son edificios singulares, que incluso presentan soluciones técnicas que no se usan en el resto de edificios de los poblados, como la falsa bóveda, cámaras de combustión adosadas, etc… esto denota una intencionalidad. Quintela habla de la materialidad, que nos da pistas, a través de su estudio exhaustivo a través de la arqueología, sobre la funcionalidad.
De esa «materialidad» observamos una serie de características. Una que hay una alineación con diversos fenómenos astronómicos. Por ejemplo en el caso de las del valle del Navia con el solsticio de invierno (Coaña y Taramundi), en las de Galicia y Portugal con el inicio de las estaciones según el calendario celta (no nos especificó mucho más). La pieza clave en las saunas es la «pedra formosa» de las que se han documentado 11 hasta el momento.
Son piedras de grandes dimensiones, que aparecen en ocasiones talladas profusamente con motivos indígenas. Algunos de ellos ya están presentes en la tradición de petroglifos del ámbito atlántico.
La piedra está hecha para forzar el paso arrastrándose por el suelo, existe una intencionalidad en esto. Se asemeja al momento del parto, explicación que Quintela sugiere para estas edificaciones como veremos más adelante.
La distribución de los motivos en las pedras formosas responde a una división tripartita. Motivos solares en la parte superior, distintos grabados en la intermedia y la zona de entrada abajo con la abertura. Esta división tripartita se observa también en otra de las manifestaciones artísticas de la cultura de los castros galaicos, la de los guerreros de piedra.
El ritual, para finalizar, parece estar destinado a un tipo de renacimiento, rito de paso, o incluso de la restitución del guerrero a la vida social tras el combate. Se habló de paso a la edad adulta, o también de un fenómeno recogido en la mitología irlandesa, como es la vuelta del guerrero del combate que debe aplacar su ardor (Cuchulain) y volver a ser un individuo que puede habitar en sociedad.
Las saunas son aglutinantes de elementos, entendidos estos casi como divinidades, donde el agua, el fuego, el aire (funcionan como el tiro de una chimenea), y la tierra, están presentes.
La charla terminó con una serie de preguntas de los asistentes, que fueron amablemente respondidas por Marco García Quintela y Angel Villa Valdés (uno de los pioneros del estudio de las saunas, y probablemente el que mejor puede hablar de las descubiertas en Asturias).
Como os decía, un fin de ciclo de conferencias que pone el broche a una fantástica iniciativa en la divulgación de la Edad del Hierro en nuestra región.
