El anuncio de una nueva intervención en el castro piloñés de Antrialgo tuvo como aliciente la noticia de que las dataciones de los materiales de revestimiento de una de las cabañas investigadas en la anterior excavación arrojó fechas que confirman su origen prerromano, concretamente de los siglos inmediatos al cambio de era.
La sospecha de que el yacimiento tenía al menos tres niveles, uno prerromano, otro romano y otro medieval, basado en la aparición de cerámica correspondiente a esos periodos se vio confirmada por la datación del material orgánico que compone las paredes de una de las cabañas de forma elipsoidal estudiadas en el sector occidental del castro, en las cercanías de la «cabañona», una atípica cabaña de piedra, por sus proporciones y materiales constructivos, que podría haberse construido en el lugar donde la tradición y las fuentes escritas hablaban de una torre de origen medieval.
La sexta campaña arqueológica comienza hoy tiene como objetivo una llanada en la parte norte del asentamiento que podría ser el lugar hacia el que se prolongara el espacio habitado del castro. Es un aterrazamiento que parece antrópico y que actualmente es un prado de pasto de ganado, como el resto del solar del primitivo asentamiento, ubicado sobre un espolón calizo en la orilla norte del Piloña.
Lo sorprendente de este lugar, según comentó Juan Muñiz en la presentación de la nueva intervención, es que se ha descartado la existencia de murallas pétreas propiamente dichas, por lo que califica de «atípico» el yacimiento. En la parte este se documenta una estructura circular que puede corresponder a una torre y probablemente haya restos de una empalizada, de la que se tenía sospechas en campañas anteriores.
A final de mes habrá visitas guiadas para mostrar los trabajos realizados.
