No tenemos evidencias del tipo de calzado que pudieron usarse en el noroeste de la península ibérica en la Edad del Hierro, sin embargo, sabemos por la etnografía comparada que prendas que aún subsisten en nuestro territorio hoy en día se parecen mucho al calzado utilizado en otras partes de Europa occidental donde sí se han conservado, y es un auténtico milagro para la arqueología. Vamos a conocer esa prenda que casi con toda probabilidad formó parte de la vestimenta de los astures.
Hace unos días leíamos que en las minas de Dürrnberg, en Austria, había aparecido un «zapato» de un niño. Esta pieza de calzado de cerca de 2500 años de antigüedad, está hecha de una pieza de cuero, y probablemente llevaba unas tiras para ajustarlo al pie. Es el último objeto añadido a la lista de este tipo de prendas de la Edad del Hierro. Las minas de sal de centro Europa han proporcionado un abundante número de ejemplos de este tipo de calzado.
Pero no es el único lugar en el que aparecen. En el Reino Unido está el zapato de la cantera de Burlescombe, de 2500 años de antigüedad y está realizado de forma similar a los de centro Europa. Se trata de una pieza que se cree que pertenecería a un hombre por las dimensiones del mismo. Está hecho también de una pieza de cuero y varios cordones que lo sujetan.
En Irlanda y otros países donde se han conservado cuerpos en las ciénagas (turberas posteriormente) se han encontrado zapatos de una antigüedad variable, pero muy similares a esta forma.
Este tipo de calzado arcaico ha sobrevivido en gran parte del continente, adaptado sin duda a los distintos climas del mismo. Desde el zapato de Ötzi, compuesto por distintas pieles para la suela y la forma, hasta la introducción de suelas de madera en la Edad Media, y la posterior industria del calzado, las simples zapatillas de una tira de cuero aparecen a lo largo de toda la Historia.
En la península ibérica se conservan. Son las llamadas abarcas, que consisten simplemente en una pieza de cuero atadas con cuerdas o cordones de cuero. Aquí se llaman corices en plural y coriza en singular. Son idénticas a los modelos que encontramos en los países Bálticos, Irlanda medieval o en aquellos lugares donde las especiales condiciones de conservación han permitido que lleguen a nosotros en los yacimientos arqueológicos. Son un auténtico fósil de la Edad del Hierro.
El diccionario de la Llingua Asturiana lo define como calzado para andar entre agua y barro. El cuero tiene esa propiedad, es resistente al agua y protege el pie. No aisla del frio, y no sé si tendrá que ver que coriza en asturianu también signifique algo así como resfriado 🙂
Les corices se hacen de piel de vaca o de cabra, y en realidad se ponen por encima del calcetín de lana gruesa que es el que proporciona calor a los pies. Se llama escarpín, aunque con esa palabra se designa también a otro tipo de calzado similar a una zapatilla hecho de sarga y que se pone para calzar las madreñas.
No parece descabellado pensar que el conjunto de lana y cuero se utilizara como calzado en el periodo prerromano debido a la sencillez de producción, materias primas disponibles y utilidad para cualquier tipo de terreno, ya que precisamente en los territorios de montaña es donde se ha conservado su uso hasta la actualidad.
Si queréis ver este tipo de calzado podéis ir al Museu del Pueblo d’Asturies en Gijón. Se siguen vendiendo en mercadillos y se utilizan en la vestimenta tradicional en nuestra región. ¿Cómo las llamáis vosotros?
Por cierto, en Asturias también se ha encontrado calzado antiguo, y precisamente hace muy poco. Este verano en Lugo de Llanera, en el yacimiento de Lucus Asturum apareció en el fondo del pozo de la vivienda que se está excavando en las últimas campañas, esta suela de zapato de época romana. Os dejo link al post que escribí sobre ello.
