Es un tema archiconocido en el ámbito de la historia y la etnografía asturianas, pero merece la pena recordarlo dentro de la sección que dedico en Astures a la vestimenta prerromana. Veréis que es una historia interesante porque no estamos, en mi opinión, ante ninguna pervivencia, lo cual sería muy complicado, sino ante una moda que tiene su origen en el siglo XV pero que se inspiró en el mundo antiguo.
Contenidos
Tocados corniformes y otras prendas de la Edad Moderna en el Cantábrico
Fue Julio Caro Baroja el que, escribiendo El tocado antiguo en las mujeres vascas, apuntaba a que el llamativo adorno que utilizaban las casadas en los siglos XVI y XVII podría exceder las fronteras de ese territorio y llegar a lugares como Asturias. Lo decía por la descripción que se daba de cierto atuendo de las mujeres asturianas en la obra La pícara Justina, novela de 1605 donde se describía el mismo tipo de adorno sobre las cabezas1.
«No te he dicho del traje de las asturianas. Oye: unas traían unos tocados redondos que parecían reburujón de trapos en empujo de melina; otras los traían que parecían turbantes de moros; otras, las más galanas, azafranados como cabeza de pito; otras, de tanto volumen y tal hechura. que parecía tejado lleno de nieve; vi tantas diferencias de ellos como hechuras de pan de ofrenda».
El padre Carvallo decía que las mujeres de su época (escribe en 1613) llevaban este adorno sobre sus cabezas y se alzaba como tres palmos por encima de ellas. Casi un siglo antes, Laurent Vital, un francés que acompañaba al futuro emperador Carlos I cuando desembarcó en Tazones, comentaba el extraño atuendo de las mujeres de Villaviciosa y Ribadesella:
«… Sus adornos y atavíos de cabeza son extraños y tan altos y largos como en tiempos pasados solían ser los de las damas y doncellas con sus altos tamboriles, pero no son tales, sino que son adornos hechos como respaldos, cubierto por debajo de tela, bastante al estilo pagano, resultándoles muy penosos de llevar y muy costosos por la gran cantidad de tela que emplean en ellos, pues les cuesta tanto como el resto de sus vestidos. A mi parecer, no podría comparar mejor esos adornos que con esas mujeres de pueblo que se han cargado en la cabeza ocho o diez pisos de colmenas cubiertos con una gran tela, o con una mujer que hubiese revestido la cabeza con una gran cesta de cerezas, pues así son de altos y anchos por encima esos adornos«….»porque parecía que se hubiesen plantado sobre sus cabezas farragos de cosas o golillas, o hablando mis claramente y honestamente, esas cosas con las que los hombres hacen los niños, y es el más endiablado adorno de mujeres que jamás se haya visto…»
En el mismo periodo un peregrino inglés decía que había mujeres asturianas que llevaban un extraño tocado que formaba sobre sus cabezas como una cresta inclinada hacia adelante_
«Las mujeres van adornadas de una extraña manera, pues llevan en la cabeza una pirámide que a nada mejor se puede comparar que a un niño fajado; es lo que ellas llaman tocada. Las solteras llevan el pelo cortado como los muchachos, salvo que les dejan algunos cabellos largos sobre las orejas. Son gentes muy bárbaras y místicas, mal ataviadas y muy semejantes a las muchachas en Turquía de Bulgaria, siempre descalzas, sin zapatos…»
Lo cierto es que el tocado en las mujeres partía en época medieval de la inmensa variedad de formas de cubrirse la cabeza y que en tiene más significado que el mero adorno ya que, por ejemplo, era costumbre que la mujer llevara la cabeza descubierta hasta el matrimonio, en el momento en que debía llevarla cubierta en público. Es evidente que algo así tiene más de un significado y el tocado no deja de ser también una representación del estatus de quien lo utiliza. Sin embargo los tocados femeninos del Cantábrico centro oriental parecen tener un carácter propio.
Un adorno o un castigo
El testimonio de Vital es interesantísimo en este aspecto ya que afirma que las mujeres con las que habló le aseguraban que de buena gana se desharían de la obligación de llevar semejante objeto sobre la cabeza. El autor nos deja una interesantísima información recogida de un anciano del lugar que afirma que en realidad era un castigo impuesto por los reyes y la Iglesia a las mujeres:
«Yo, que deseaba saber la causa por la cual estaban obligadas a llevar ese adorno que tanto pesar les causaba, supe algo por medio de un
trujimán2, quien en favor mio, lo preguntó a un honrado anciano de la región, el cual nos dijo que, hablando ciertamente en verdad nada sabía sino que hace ya mucho tiempo había oído decir que los antiguos mantenían que estos adornos habían sido prescritos tanto por el rey de Castilla, entonces reinante, como por el prelado de la diócesis, por la obstinación que entonces había entre las mujeres, cuando el país quedó reducido a la fe cristiana y también por la crueldad que hicieron él joven e inocente sexo masculino, pues, mientras los hombres, que son más robustos, se convertían fácilmente por medio de las hermosas y saludables predicaciones y exhortaciones que les hacían, las mujeres en ningún modo querían oir hablar de ello ni desistir de su falsa y condenable creencia, ni por amables exhortaciones ni, finalmente, rigurosas amenazas; y lo que era peor, cuando sabían que sus maridos se habían convertido, con un felón coraje vindicativo y lleno de arrebatada crueldad, mataron a sus hijos machos a fin de que no se volviesen cristianos como sus padres. Y por esta infidelidad cruel, no quisieron los príncipes de aquel tiempo destruir ni exterminar todo, por miedo de enviar almas al infierno, bajo esperanza de que, por su sucesión del tiempo, poco a poco se convertirían, como lo hicieron, por lo cual, en memoria de la cruel muerte que hicieron soportar a esos pequeños inocentes machos, a manera de penitencia y para memoria, llevaban esos penosos adornos marcados en lo más alto con la señal de esos antedichos canutitos, por donde se conoce que son mujeres. Si este decía la verdad o no, yo me atengo a lo que es, pero era cosa verdadera, que cuando llegó el Rey a aquel lugar; las mujeres llevaban el canutito en sus adornos, casi colgando sobre la frente»
¿Un eco de tiempos antiguos?
Autores como Tabanera3 consideran que el estilo «pagano» del que habla Vidal, podría referirse al que surge en el siglo XV en la conocida prenda del «hennin». Lo habréis visto en muchas miniaturas de época medieval y moderna, también podríamos interpretar «pagano» como morisco, y que recordara a los turbantes empleados en el mundo musulmán y que tuvieran su proyección en el norte cristiano. Sin embargo el estilo de las mujeres del Cantábrico, como dice Vidal, era otra cosa. El padre Carvallo fue el primero en asociar estas prendas con la descripción que hacía Estrabón de los extraños tocados de las mujeres hispanas. El párrafo de Estrabón, que cita a Artemidoro4 y dice:
«También podría considerarse de índole bárbara el tocado de algunas mujeres que ha descrito Artemidoro: pues dice que en algunos lugares llevan collares de hierro que tienen unos ganchos doblados sobre la cabeza que avanzan mucho por delante de la frente, y que cuando quieren cuelgan el velo en estos ganchos de modo que al ser corrido da sombra al rostro, y que esto lo consideran un adorno. En otros lugares se colocan alrededor un disco redondeado hacia la nuca, que ciñe la cabeza hasta los lóbulos de las orejas y que va poco a poco desplegándose a lo alto y a lo ancho. Otras se rapan tanto la parte delantera del cráneo que brilla más que la frente. Otras mujeres, colocándose sobre la cabeza una columnilla de un pie más o menos de alto, trenzan en torno el cabello y luego lo cubren con un velo negro. Además de estas insólitas costumbres se han visto y se han contado muchas otras cosas de todos los pueblos de Iberia en general, pero especialmente de los del Norte, relativas no sólo a su valor, sino también a una crueldad y falta de cordura bestiales….»
El problema es que Artemidoro escribe entre los siglos II y I a.C. y probablemente sólo conoció bien las costas de la península ibérica hasta Brigantium en A Coruña5. De hecho, el propio Estrabón sólo hace una pequeña referencia a las prendas de las mujeres del norte en relación a sus adornos que él interpreta como florales. Aún así resulta llamativa la semejanza de los tocados de la Edad del Hierro peninsulares con los medievales.
La teoría ha tenido sus defensores durante el siglo XX como Tillac6 o García Arriola7 quien decía:
«Encuentro al etnólogo Caro Baroja, encastillado en una posición de geógrafo e historiador regional, prescindiendo del sentido cronológico, del histórico general y del histórico cultural. «Todas las explicaciones que reposan sobre un fondo histórico, están condenadas al peligro de graves objeciones en la cronología» …pero como el cuerno corto frontal no es borgoñón, pudiera Caro tener razón en ese punto concreto, por ser una resurrección del que se describe en la Edad Antigua en España. No así en el cuerno largo y remontante»
Lo cierto es que la distancia temporal es enorme entre el I a.C. y el mundo moderno y se hace muy complicado refrendar tal afirmación. Pero el parecido es evidente.
Lo que sí está claro es que de Artemidoro podemos extraer con certeza que el tocado femenino era una prenda habitual entre las mujeres del siglo II y I a.C. en la Península ibérica, al menos en una parte de ella y que obedecía a una variedad de estilos considerable, quizá haciendo referencia a las distintas etnias con las que tuvo contacto, o simplemente reflejando una situación cotidiana de la mujer en el mundo antiguo en la que se reflejan distintos estilos que reflejaran su status o su condición.
Si os interesa el tema de la pervivencia de prendas de época antigua incluso en época actual os recomiendo esta sección sobre vestimenta astur.
Bibliografía
- Gónzález, A. M. (2022). Tocados corniformes y otros tocados altos en España durante el siglo XVI según los Álbumes de trajes. Santander. Estudios de Patrimonio, (5), 353-378. ↩︎
- Un intérprete ↩︎
- García, J. M. G. T. (1978). Del tocado» corniforme» de las mujeres asturianas en el siglo XVI. El Basilisco: revista de materialismo filosófico, (5), 39-47. ↩︎
- Fernández Delgado, J. A., Pordomingo, F., & Gangutia, E. (2008). El Papiro de Artemidoro: dos visiones enfrentadas. ↩︎
- El papiro de Artemidoro, que sería una copia del escrito al que Estrabo hacía referencia fue declarado falso en 2018 por la fiscalía de Turín, aunque no se ha hecho público el estudio sobre el que se basa esa afirmación. ↩︎
- TILLAC, J.P. (1924) “Survivance du costume ibérique chez les basques actuels”. Bulletin de la Societé des Sciences, Lettres, Arts et d’Etudes de Bayonne ↩︎
- Arriola, J. G. (1950). Significado civil, moral, social y topográfico del tocado femenino. Príncipe de Viana, 11(38), 145-158. ↩︎
Tiene parecido a uno de los tocados de traje regional antiguo de la mujer de Mongolia, pero el retorcido o semicírculo hacia abajo lo tejían con lana o pelo de animal