Estamos, quizá, ante una de las armas menos conocidas de los pueblos del norte de la Península, a pesar de que aparece bien referenciada en las fuentes e incluso en la numismática. Se trata del hacha de doble filo. Estos días se presentó el hallazgo de una de ellas, casi completa, en el Chao Samartín así que es una ocasión inmejorable para dar un repaso a estas piezas.
Contenidos
Morfología de la pieza
Se trata de un hacha de hierro con dos filos cuya forma «canónica» quizá debamos atribuir a las monedas conmemorativas de Publio Carisio sobre su victoria contra los astures en el contexto de la conquista. Tendría una doble hoja cuyos extremos se alargan en su parte superior. En otros modelos, como la miniatura de Monte Trega, en Galicia, la forma parece similar a una «francisca» o hacha germánica con dos filos. Aunque este arma es muy posterior en el tiempo, sus formas son ampliamente reconocidas en la Antigüedad.
Un aspecto llamativo, en mi opinión, es el tamaño variable del mango. Si sólo tuviéramos esta moneda no sabríamos si se trata de un arma de grandes dimensiones, o por el contrario es un hacha pequeña que podría ser arrojadiza. Sin embargo, tenemos una fuente que nos da detalles sobre cuál era su función.
Cómo se usaba
Silio Itálico (Punica, XVI, 44-69) deja una vívida descripción de su uso por parte de un guerrero cántabro llamado Laro1. La forma de luchar de éste en combarte singular parece indicarnos que podría ser un arma de unas dimensiones respetables, tanto como para ser empuñada a dos manos por un guerrero. Además su uso requeriría de una técnica depurada en su manejo. Lo mejor es que leáis lo que nos dice:
“Coraje de apenas un solo hombre digno del conocimiento de la posteridad en lo que merece, y que el mérito de la acción sirva para entregarlo a la fama. Este cántabro, que incluso sin sus armas podía inspirar el terror por su estatura gigantesca, se llamaba Laro. Según la costumbre de su pueblo, luchaba salvajemente con un hacha en la mano. Por más que viese alrededor de sí las filas deshechas hundirse y sucumbir la joven tropa de sus compatriotas, él solo cubría los puestos de los caídos. Si el enemigo se presentaba por delante, gozaba saciando su rabia golpeándole de frente; si el asalto le llamaba a su izquierda, volvía su arma y golpeaba de revés. Pero cuando, por detrás, un adversario ardiente y seguro de su victoria venía a atacarle por la espalda, él, sin intimidarse, sabía lanzar su hacha hacia atrás: ninguna aproximación era sin peligro con él. Pero Escipión, el hermano del invencible jefe, lanzó hacia él con un poderoso tiro su pica y cortó el penacho que remataba el casco de cuero, pues la punta, lanzada demasiado alta, pasó y fue despedida lejos con un golpe vertical del hacha. Pero el joven, más enfurecido por este violento ataque, se abalanzó y, con un tremendo grito, abatió su doble hacha de bárbaro. Se estremecieron las filas, y en el aire resonó el umbo del escudo golpeado por todo el peso del arma. Y el castigo llegó: pues cuando retiraba su mano después de haber golpeado, un tajazo de espada la cercenó de un golpe y cayó muerta con el arma querida. Cuando estos desdichados vieron desplomarse a su defensa, de inmediato esto fue la huida general en las filas y la desbandada a través de los campos”.
Evidencias arqueológicas
Hasta ahora la representación más conocida de este tipo de armas aparece en las monedas conmemorativas de Carisio2. En ellas, aparece reflejada la panoplia de lo que ha sido considerado como un jefe astur, compuesta por casco, puñal de filos curvos y un hacha doble. Esto nos indicaba que de un arma de prestigio, perfectamente funcional, pero reservada a ciertos individuos, como el cántabro Laro. Podría ser la primera causa que explicara su rareza en el registro arqueológico frente a lanzas y venablos.
Aparecen también en contextos tan alejados unos de otros como Herrera de Pisuerga, en Palencia y el Monte Trega en Pontevedra, representaciones a una escala menor de este tipo de armas. Divergen en cuanto a la forma, siendo la del Chao Samartín similar a la de las monedas de Carisio y a las de la Meseta.
No son las únicas de las que tenemos información ya que en la Asturias de Bellmunt y Canella aparece una referencia a un hacha de doble filo en la sección dedicada a Piloña3, pp. 371-401.
“Aquel sitio fue lugar de reñido combate entre los moros y primeros campeones que seguían á Pelayo antes de la inmortal jornada de Covadonga. No hace mucho tiempo, asevera el mismo escritor asturiano, que el hierro del arado desenterró en aquel punto un hacha de dos cortes, semejante a las que usaban los guerreros francos.”
Bibliografía
- Peralta Labrador, E. (2000) Los Cántabros antes de Roma. Real Academia de la Historia. Publicaciones del Gabinete de Antigüedades. Bibliotheca Archaeologica Hispana 5. Madrid. ↩︎
- Solana Sáinz, J. M. (2004). La pacificación de los pueblos del norte de Hispania. Hispania antiqua, (28), 25-70. ↩︎
- Bellmut y Traver, O. y Canella y Secades, F. (1894) Asturias : su historia y monumentos, bellezas y recuerdos, costumbres y tradiciones, el bable, asturianos ilustres, agricultura e industria, estadística. Obra dirigida por Octavio Bellmut y Traver y Fermín Canella y Secades ; con la colaboración de distinguidos escritores asturianos. Gijón : Fototip. y Tip. O. Bellmunt.
↩︎
