Básicamente es de lo que trata este nuevo artículo1 firmado por César Parcero Oubiña, Samuel Nión Álvarez y David González Álvarez. Los autores ponen de manifiesto la escasez y dispersión de los datos de poblamiento fuera de las murallas de los castros de la Edad del Hierro del noroeste, lo que contribuye a generar la idea de que tienen escasa relevancia para la caracterización de este periodo. Es interesante porqueen los últimos años han surgido pruebas de ocupaciones abiertas, espacios funerarios, lugares ceremoniales y áreas de producción.
Los autores recopilan un total de 75 localizaciones fuera de los castros, con distintos grados de certeza, donde se han identificado elementos atribuibles a la Edad del Hierro o la transición a la época romana. Estas evidencias se agrupan en cinco categorías: asentamientos abiertos, espacios funerarios, lugares ceremoniales, áreas de producción y yacimientos indeterminados. Respecto a Asturias, la región cuenta con varios yacimientos relevantes:
El primer grupo recoge lugares habitacionales.
Las Vallinas (Teverga)
Se localizó a 670 m de altitud en las faldas de la Sierra de la Sobia. Excavaciones revelaron cerámicas, molinos circulares, restos óseos y escorias de hierro. Sus excavadores lo interpretaron como una granja de finales de la Edad del Hierro e inicios de época romana. Sin embargo, la falta de planimetría detallada y dataciones radiocarbónicas publicadas genera incertidumbre sobre su interpretación.
La Porida (Valdés)
Pequeño recinto fortificado sobre el río Esva. En la ladera occidental se identificaron estructuras circulares similares a las castreñas, sin evidencia clara de murallas. Las excavaciones recientes han revelado más estructuras tras incendios ocurridos en la zona en 2023.
Quizá tienen más relevancia algunos lugares relacionados con actividades económicas:
Villanueva (Santo Adriano)
Excavaciones revelaron niveles de ocupación de finales de la Edad del Hierro bajo un poblado medieval. Se identificaron estructuras de drenaje vinculadas al acondicionamiento agrícola, aunque sin dataciones absolutas.
Carbonera de Almoñu (Allande)
Se encontró una estructura excavada en la tierra para producir carbón vegetal, con dataciones entre finales de la Segunda Edad del Hierro y el inicio de época romana. Su proximidad al castro de San Chuis sugiere que pudo estar vinculada a la producción metalúrgica prerromana, ya que en el castro se han documentado evidencias de fundición.
As Huertas (Castropol)
Excavaciones recientes en Castropol identificaron zanjas excavadas en la roca con materiales de la Segunda Edad del Hierro. Su interpretación aún es objeto de debate, pues algunos investigadores creen que podría tratarse de una mina prerromana, mientras que otros sugieren que podría haber sido una estructura defensiva.
Un último apartado hace referencia a lugares de función indeterminada en el que incluyen la Vega de Corao, (Cangues d’Onís, Asturias). Durante los trabajos de seguimiento arqueológico realizados en paralelo a la construcción de la carretera AS-114 entre Cangues d’Onís y Panes, se identificaron evidencias materiales asociadas a la Edad del Hierro.
Los materiales fueron recuperados en una zona de vega del valle del río Güeña, en cuyas inmediaciones también se documentaron ocupaciones al aire libre de época romana y altomedieval. El análisis tipológico de la colección de cerámicas permitió atribuirlas a la Edad del Hierro y, según el estudio geoarqueológico del contexto, su presencia en este lugar se debería a arrastres provocados por avenidas fluviales.
Debido a ello, no es posible determinar con certeza la función original de estos materiales, aunque podrían estar relacionados con prácticas agrarias u ocupaciones al aire libre situadas en zonas elevadas próximas.
En definitiva, el estudio presenta una importante recopilación de evidencias que muestran que la ocupación de la Edad del Hierro en el noroeste ibérico no se limitó a los castros. En el caso de Asturias, los hallazgos reflejan un panorama diverso, desde posibles granjas y estructuras productivas hasta enclaves cuya función exacta aún está por determinar.
Una de las características que recogen los autores es que la mayor parte de los yacimientos descritos, especialmente aquellos con información cronológica más detallada, se sitúan en la Segunda Edad del Hierro, con una concentración particular en las dos últimas centurias a.C. Esto coincide con la idea de que este período estuvo marcado por un incremento demográfico y una mayor presión humana sobre el paisaje, lo que habría generado una creciente artificialización reflejada en los registros paleoambientales.
Como resultado, surgieron nuevas formas de ocupación del territorio vinculadas a cambios en las dinámicas sociales, como los centros de intercambio comercial en la costa, entre los cuales destacan algunos de los sitios mejor documentados. En cambio, para otras actividades como la producción agrícola o metalúrgica, la datación es menos precisa y suele basarse en el análisis tipológico de los materiales hallados. Esta falta de referencias cronológicas exactas dificulta precisar su periodo de uso, más allá de una adscripción general a la Segunda Edad del Hierro.
Además, existe la posibilidad de que muchos de estos enclaves hayan tenido una ocupación prolongada en el tiempo, como sucede en numerosos poblados de la época. Todo ello plantea interrogantes que deberán abordarse en el futuro mediante estudios detallados de casos concretos que permitan comprender mejor la diversidad de estos asentamientos.
Bibliografía
- Parcero-Oubiña, C., Nión-Álvarez, S., & González-Álvarez, D. (2025). Más allá de las murallas: recopilación de evidencias fuera de los castros de la Edad del Hierro en el Noroeste ibérico. SPAL-Revista de Prehistoria y Arqueología, (34.1), 106-133. ↩︎
