Sobre el supuesto origen céltico de las doce palabras retorneadas

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Hoy toca un post sobre una similitud entre un poema asturiano y un poema bretón. Como siempre, un pequeño hilo del que tiro y de repente me encuentro con una tradición extendida por todo el planeta en la actualidad ya que se ha recogido hasta en sudamérica, llevado por los cristianos españoles.

Lo cierto es que, volviendo a los poemas citados ambos están recogidos entre finales del siglo XIX (vizconde de Villemarqué) y principios del siglo XX (Aurelio de Llano) a mil kilómetros de distancia. Hay diferencias notables. Uno está cristianizado totalmente, y el otro tiene un sabor completamente pagano, además de afirmarse que es una especie de enseñanza druídica entre maestro y alumno. Os hablo de la serie del Druida y el niño, y las doce palabras retornadas o retorneadas.

Antes de seguir aviso. Este post es muuuuy largo Así que pide un índice, como veis. Redacto completo el texto de las doce palabras retornadas recogido en Asturias en 1921, a efectos meramente documentales, porque no las suelo encontrar enteramente formadas (ni en el propio libro de Aurelio de Llano). Si no quieres leerlas enteras puedes seguir hasta el final de la poesía, el texto en color verde es la poesía completa, lo podeis saltar hasta llegar al negro de nuevo). La serie del druida y el niño también va completa de la misma manera. La versión latina cristiana de este está cortada porque repetiría la esencia de la asturiana.

Empecemos por el principio. Voy a dar por hecho que, igual que yo, no sabias nada de las doce palabras retorneadas o retornadas. Verás como me topé con ellas.

Las doce palabras retorneadas, Aurelio de Llano, Asturias 1921

Estaba buscando en los textos de los pioneros de la investigación sobre la mitología asturiana, ejemplos de cuentos tradicionales asturianos asociados a yacimientos castreños. Bien, pues hojeando en el “Del folklore asturiano” de Aurelio de Llano (edición del Instituto de Estudios Asturianos de 2001, pág.103) en la sección titulada. “Segunda Parte, tradiciones”. La primera que menciona es la de las doce palabras retornadas. Dice nuestro autor que “Existe la creencia de que es necesario saber las doce palabras retornadas, porque cuando se muere una persona su alma tiene que pasar un puente, sobre el cual está el diablo esperando el paso de las almas. Y cuando llega una la detiene y le dice, (según la tradición recogida por él en Asturias en 1921).

Alma mía, de las doce palabras retornadas dime la una.

Y si el alma las sabe, contesta:
Alma tuya no, de Dios, si: Yo te diré la una que bien la sé.
Una no es ningunaLa una la Virgen Pura. 
(el texto en rojo no aparece en Aurelio de Llano pero si en otras oraciones exactas recogidas en España, véase la correspondencia con el Barzaz Breizh).

-Alma mía, de las doce palabras retornadas dime las dos.

Alma tuya, no, de Dios si: Yo te diré las dos que bien las sé.
La dos, las tablas de Moisés.
La una la Virgen Pura.

-Alma mía, de las doce palabras retornadas dime las tres.

Cuando termina (hey!, levantad la mano los que habéis leído hasta aquí :D), el alma le dice al diablo

Sigue contando D. Aurelio, que el 25 de junio de 1921 en Teverga, una señora llamada Generosa García de 55 años, le dió una versión alternativa de este final.

Cuando el alma termina de decir estas palabras el Diablo se va y la deja continuar su camino.

Origen de las doce palabras retornadas

Lo cierto es que romances de este tipo existen por toda España y Europa, América, desde países célticos a otros de tradición latina y oriental. En España recopilaciones de este tipo se conocen por todo el territorio, desde temática cristiana hasta textos claramente profanos, sino paganos con series de animales por poner un ejemplo que me viene a la mente. Unos tienen fines protectores, a modo de conjuro. Otros son simplemente juegos, y otros tenían incluso la finalidad de escapar de la justicia a modo de encantamiento. Por ejemplo el que se recuerda en Asturias tiene una repetición actual exacta en Jerez de la Frontera, a más de 1000 km. al sur. Además si bien el ejemplo asturiano es de principios del siglo XX en Internet puedes encontrar versiones recogidas prácticamente en la actualidad en todo el territorio.

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Pero de todos ellos, a día de hoy que yo sepa, se han encontrado dos posibles “madres” a esta estrofa.

El origen persa

El Padre Aurelio Espinosa, a principios del siglo XX, como Aurelio de Llano, es el primero que habla de un poema pelvi (lengua persa) del siglo V a.C. el Libro de Arda  (link al libro completo en Google Books) en el que se repetía de esta manera una lista de 10 palabras. Cita a Reinhold Köhler como “el primero que sugirió el verdadero origen índico de nuestro cuento, aunque no lo probó definitivamente … ” .Evidentemente no se hacía referencia al cristianismo porque no existía. En el relato, el mago maligno Akth viaja a una ciudad de los persas muy famosa por ser un centro de conocimiento. Allí desafía a uno de los sabios, Gósht-i-Fryánó,a resolver 33 enigmas, y le amenaza de muerte si no lo consigue. El retado completa el desafío y a su vez reta a Akth a que resuelva tres acertijos, que este falla y por tanto resulta muerto.

El desafío 13 de la serie de Akth es un acertijo de preguntas y respuestas dividido en 10 preguntas que se considera el antecedente de lo que hoy son las 12 palabras retorneadas.

Os aporto la traducción, (hecha por mi), del texto de 1872 del profesor Martin Haug que os enlazo arriba. Dice asi:

Espinosa plantea que este texto original pasó a la literatura de distintas tradiciones religiosas, como el hinduismo, budismo, islamismo y cristianismo, y que gracias a los dos últimos lo encontramos por toda Europa.

El motivo es similar al de las doce palabras. Un diálogo entre un ser maligno y un ser sabio en el que para librarse de la muerte debe responder correctamente a una serie de acertijos, bajo pena de muerte si falla.

Hasta ahí las similitudes. En el texto persa no aparece la acumulación de las respuestas como en los textos cristianos y profanos recogidos por nuestros buscadores de leyendas, y el número de preguntas son 10 no 12. Pero se parece, y mucho. Sigamos buscando.

El origen celta

El otro posible orígen de las 12 palabras retornadas es un texto bretón recogido por el vizconde de Villemarqué  y que habla de un diálogo entre un druida y su alumno, como os decía, y que el autor fechaba al menos en el siglo V d.C. (1000 años posterior al poema persa) es decir, un texto pagano, preservado en su forma más o menos original. El bretón aseguraba que era original recogido de la tradición oral de Breizh.

Ya decía yo que la serie repetitiva me sonaba de algo. Efectivamente, al acudir a una de las fuentes más antiguas de la tradición oral bretona, El “Barzaz Breizh El misterio celta. Relatos populares de bretaña” (1867), yo tengo la edición de 1985 en castellano, en su página 71, donde empieza la recopilación de leyendas bretonas, recoge un poema-diálogo que titula como “Las series o El druida y el niño“.

Transcribo lo que dice de esta leyenda. “La obra que encabeza esta recopilación es una de las más singulares y la más antigua quizá de la poesía bretona. Es un diálogo pedagógico entre un druida y un niño, y contiene una especie de recapitulación, en doce preguntas y doce respuestas, de las doctrinas druídicas sobre el destino, la cosmogonía, la geografía, la cronología, la astronomía, la magia, la medicina y la metempsicosis: el alumno pide al profesor que le cante la serie de los números desde el uno hasta el doce para que pueda aprenderlos

Continua diciendo el vizconde que a día de hoy (1867) las madres siguen enseñando esta poesía a sus hijos, sin saber el significado de la misma. Lo mismo pasa con la tradición oral asturiana y española. Lo cierto es que es un ejercicio de memoria considerable, aunque el ritmo repetitivo facilitaría el recuerdo de los contenidos. Tengamos en cuenta que la tradición dice que los druidas no escribían sus conocimientos, sino que tras 20 largos años de estudio, memorizaban todo lo necesario para la práctica de su doctrina. (Julio César, de Bello Galico)

Antes de seguir hay que tomar las debidas precauciones. Villemarqué era un conocido activista de la causa bretona, que no tuvo demasiados reparos en reinterpretar textos antiguos cristianos de forma que parecieran paganos. Durante bastante tiempo se dieron por falsos muchos de sus poemas, sin embargo, al igual que pasa con el Ossian de McPherson, se está tomando con algo más de “clemencia” desde hace algunos años, ya que, salvo algunos casos, parece que más que de invenciones se trata de reinterpretaciones de textos reales de la tradición oral, de un nacionalista que quería justificar el pasado pagano de Bretaña en confrontación con la religión oficial del estado, signo de la opresión gala sobre el país.

Dicho esto veamos como es el poema bretón.

-Cántame la serie del numero uno, hasta que la aprenda yo.
–No hay serie del número uno: La Necesidad única, el Óbito , padre del Dolor: nada antes, nada más. (en rojo, la parte similar a la oración que se sigue recitando en España)

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Así termina la serie. Lo cierto es que el original bretón contiene una rima, basada en tercetos, es decir, estrofas de tres versos monorrimos. La poesía facilita mucho la memorización de largas series, lo vemos en los romances en la Península Ibérica, o en las canciones de cualquier cantante contemporáneo. Es mucho más sencillo memorizar poesía que prosa.

¿Dos poemas con el mismo origen? o un poema original y varias interpretaciones.

Estamos ante un sistema de memorización que parece tener un orígen antiguo. Si como dicen algunos, su orígen es oriental, habría que ver de qué manera ese sistema llegó a Bretaña y se empapó de celtismo, antes de ser recogido de la tradición oral de unos campesinos bretones.

También habría que ver por qué en Asturias se conserva la tradición de las doce estrofas igual que en Bretaña, no de las 10 como en Persia. El hecho de que el nuestro esté cristianizado no debe extrañarnos. El propio Villemarqué dice que en 1650 en Bretaña se tiene constancia de un poema en latín. Él lo encontró en una recopilación de cánticos bretones de la Edad Media, reeditado en esa fecha por Tanguy Guéguen, un sacerdote. Dice que esa versión latina cristianizada sabía que se recitaba en el seminario de Quimper cerca de 1865. Se trata del Himno latino de Clinio.

El papa Gregorio Magno, dijo que para acabar con la tradición pagana lo que había que hacer no era destruir los templos sino, sustituir los ídolos por santos cristianos. La Iglesia se empleó a fondo en esta tarea en toda Europa. Lo mismo que siglos antes habían hecho los romanos con la religión pagana indígena de las naciones celtas.

Los sacerdotes alteraron por completo el sentido de la rima original como dice Villemarqué (página 84), y manteniendo el ritmo y el sistema de enseñanza del druida sustituyeron los conceptos paganos por doctrina de la iglesia. Las doce palabras cristianas tenían en Bretaña estos dogmas. Un solo Dios, dos Testamentos, tres grandes profetas, cuatro evangelistas, cinco libros de Moisés, seis tinajas en las bodas de Canán, siete sacramentos, ocho bienaventuranzas, nueve coros de ángeles, diez mandamientos, once estrellas que se le aparecieron a José y doce apóstoles.

Hay similitudes que aún se perciben en el poema original y en el asturiano, así como en el latino. Por ejemplo la máxima divinidad se situa al principio, es el orígen y el fin de todas las cosas. Curiosamente en Asturias es la Virgen y no Dios, quizá por el culto pagano a la madre entre los astures.

Conclusiones

A la vista de todo lo dicho hasta ahora parece que nos encontramos ante un viejo poema, o sistema mnemotécnico antiguo. Más antiguo que los celtas y los persas. Probablemente una estructura indoeuropea, que se manifiesta en las distintas ramas en las que se fraccionó esta cultura. Esto explicaría las similitudes y también las diferencias.

No me parece que el poema persa sea el origen claro del poema recogido en occidente, o al menos, en occidente no se repite en absoluto como la forma original. Se han añadido elementos que provienen de la tradición de los pueblos por los que pasó el poema. En algunas versiones es San Martin el que ayuda a un amigo a salvarse, en otras como en la asturiana, es el alma la que debe cruzar un puente una vez muerto el cuerpo, y las palabras vencen al mal para cruzar sin peligro uno de los circulos a atravesar camino de la comunión con Dios.

Es decir, si se mantiene un origen oriental, está tan impregnado de cultura occidental que podríamos decir que se ha reinventado casi al completo.

Todo apunta además a una tradición oral popular, no a una tradición cristiana, de hecho los poemas recogidos desde el siglo X y XI posiblemente sean recopilaciones de poemas populares más que de textos cultos transmitidos por clérigos.

De ahí el valor del texto original que recogiera Villemarqué, aunque lo haya reinterpretado como aseguran algunos autores como Jesus Antonio Cid.

Mi teoría es que si hablamos de un poema tan antiguo es probable que  pueda ser fruto de una tradición popular en la parte occidental de Europa, y que haya pasado a las fuentes cristianas a través de la conversión de los bretones en el siglo VI. En esta época el cristianismo celta recorre Europa exportando un sin número de tradiciones que luego pasan al imaginario colectivo medieval de nuestro continente, como vimos con Trezenzonio.

En Asturias y Galicia tenemos la llegada de los bretones a nuestras costas más o menos en las mismas fechas que Villemarqué dice que fue compuesto el poema, y fundaron el obispado de Britonia, trayendo su lengua y con seguridad sus tradiciones.

¿Estamos ante uno de esos trasvases norte-sur en la céltica atlántica?

La duda que me queda es saber si nuestro poema es fruto de una “reconversión” cristiana como el poema bretón, o llegó aquí ya de forma cristiana. También deberíamos intentar averiguar si el poema llegó desde el sur al norte de España o fué al revés y tras llegar vía Bretaña o por el Camino de Santiago, por ejemplo, se extendió hacia el sur a medida que la Cristiandad iba recuperando territorios.

Otra posibilidad y con ello termino ya este post, es que la versión asturiana se trate de una mezcla de distintas tradiciones. Tampoco se parece del todo al Himno de Clinio, totalmente cristiano, y parece estar a medio camino entre el poema bretón proveniente del norte y la versión cristiana expandida por el levante mediterráneo. Habrá ido cambiado a lo largo de los siglos.

Fon S.P.
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Me apasiona la historia de Asturias y los astures en todas sus facetas. Pateando museos y yacimientos. Excavando cuando puedo y divulgando como mejor sé.

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