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Actualizado: 17 marzo, 2023

La leyenda proviene de un manuscrito en Latín del siglo XI, Trezenzonii de Solistitionis Insula Magna, donde aparece recogida una historia fantástica de aproximadamente el siglo VIII.

Los estudiosos de la misma1 dicen que en ella se unen dos leyendas, una de Hércules y otra de Breogán, lo que representaría la versión española del Leabhar Gabala irlandés, es decir la misma leyenda en las dos orillas. Es una alegoria sobre la búsqueda del paraíso y la existencia de las islas de los muertos en las costas del occidente de Europa, pero la forma coincide, y mucho con la de las leyendas irlandesas que mencionamos arriba. Esta es la leyenda.

Trezenzonio era un monje que residía en tierras asturianas durante los tiempos de las invasiones musulmanas. Debias ser un refugiado de los saqueos que éstos habían realizado en Galicia, y cuando acabaron estos en torno al siglo VIII hizo un viaje hasta la torre de Hércules, en la ciudad de Brigantium (A Coruña). Por aquel entonces Galicia estaba despoblada y no había nadie en la ciudad. Cuando llegó a la torre subió a la cima y allí vió un gran espejo. En él la luz del sol reflejaba todas las cosas que había en la mar, y en él al amanecer, pudo ver una isla muy hermosa, la Gran Isla del Solsticio y decidió llegar a ella.

Construyó una barca y se hizo a la mar llegando a la isla a los pocos días. Descendió de su embarcación y maravillado recorrió la isla durante ocho días. Era una naturaleza casi virgen, como el mismo Paraíso de las escrituras. Entonces se encontró frente a una enorme basílica que ocupaba 300 estadios (51 km) decorada con las mayores riquezas que se pueden imaginar, con piedras preciosas y tallas de innumerables detalles, hechas por las manos de los mejores artesanos. Dentro había una inscripción que decía basílica de Santa Tecla e Isla Grande de Solistición. Posiblemente la palabra solistición se refiere a que el sol estaba «estacionado» es decir que el tiempo no corría allí.

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Trezenzonio estuvo en la isla siete años. Aquel lugar era sagrado y mágico, porque no había hambre, ni cansancio ni tristeza, le rodeaba la belleza por todas partes. Un día un día un ángel se le apareció y le dijo que tenía que volver a Galicia ya que aún era mortal, sin embargo él le desobedeció y permaneció en el lugar, por lo que el ángel le castigó con la lepra.

Embarcado de nuevo el apesadumbrado y enfermo monje vió como todos los recuerdos que traía de la isla iban desvaneciéndose, perdiendo toda la oportunidad de demostrar que había estado en la Isla del Solsticio. Volvió a Brigantium en busca del faro, sin embargo descubrió con grandísimo pesar que no volvería jamas a la isla, porque el la torre estaba completamente en ruinas y que era ya muy viejo como para intentar el viaje de nuevo.

Se dirigió a Tuy se encontró con una comunidad de monjes dirigida por el Obispo Adelfio y aquí termina la historia ya que no se conserva el final.

Abajo os dejo un enlace a un ensayo estupendo de Joel Varela Rodríguez que trata en profundidad las fuentes y aporta una visión global sobre los diferentes textos.

Notas al pie y bibliografía

  1. Rodríguez, Joel Varela. “El Viaje De Trezenzonio a La Isla De Solistición.” Euphrosyne: Revista de filología clássica 44 (2016): 253–264.

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