Actualizado: 8 febrero, 2024

Susana de Luis Mariño nos acompaña en una visita virtual por la vitrina dedicada a la religiosidad de los pueblos celtas en el Museo arqueológico nacional. Este post sigue el hilo de la exposición hecha por la especialista del museo.

Entendemos por pueblos celtas de Iberia a los que se ubicaron en la zona central y oeste de la misma. Pueblos como Vacceos, Cántabros, Astures o Galaicos. Es decir, los celtíberos y los que podríamos adscribir a la cultura Castreña. En el tiempo hablamos del siglo V a.C. hasta el siglo I a.C.

Para conocer la religiosidad de estos pueblos contamos con diversas fuentes, no sólo con las iconográficas, que son básicamente las que vamos a encontrarnos en el Museo, pero tenemos otras como las epigráficas, aunque hay que recordar que las poblaciones celtas son ágrafas y que adoptan la escritura en un momento tardío al estar en contacto con los pueblos íberos y sobre todo con los romanos.

Por ejemplo tenemos nombres de dioses a los que van a denominar Endovélico o Ataecina, que parecen dárselos en un momento tardío de su cultura. Por otro lado contamos con la obra de Estrabon para conocer sus creencias, y también contamos como fuentes con los lugares de culto de estas culturas donde localizamos piezas que nos hablan del ritual y de espacios como las propias viviendas, o también lugares de culto al modo de templos en los poblados o fuera de ellos (ríos, cuevas, etc).

Estas creencias nos hablan de una religiosidad vinculada al sentido cíclico de la vida. Cuando nos aproximamos a las creencias de los pueblos de la Antigüedad debemos tener en cuenta que no se pueden separar del ámbito cotidiano, sino que estaban estrechamente relacionados con él. Este sentido de la realidad tiene mucho que ver con las creencias ya que muchos de los sacrificios realizados a estas divinidades eran con el fin de que todo continuara como estaba, y por tanto mantener la normalidad cíclica que englobaba tanto la vida cotidiana como la esfera religiosa de los pueblos. Entre los sacrificios realizados encontramos los incruentos como libaciones que no es otra cosa que verter un líquido, como vino, para darlo y compartirlo con la divinidad.

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También sacrificios cruentos como el humano, aunque de éste último aún no tenemos pruebas fehacientes de que existieran en la Península Ibérica, pero sí en el resto de la Europa Céltica. Otro de los sacrificios realizados era el de animales. En piezas de este tipo podemos ver los animales que formaban parte de la cabaña ganadera de los pueblos célticos de la Península Ibérica, como el toro o la cabra, o también el cerdo. Estas piezas metálicas muestran a estos animales que eran sacrificados a los dioses con algunos elementos como por ejemplo un hacha ritual para realizar este sacrificio, incluso el torques que podría llevar el sacrificador.

No obstante no todas las representaciones de animales que aparecen en estas piezas forman parte de la cabaña de animales sacrificados sino que tienen también un valor simbólico. Por ejemplo los vasos denominados calados, por su forma, que están realizados a torno y pintados. Aparece un elemento vegetal que es conocido como el árbol de la vida, que está enteramente rodeado de aves. Las aves tienen una importante carga simbólica ya que muchas veces ha sido interpretados como elementos psicopompos es decir, que transportan al más allá al difunto y le protegen en su viaje.

También aparecen otros animales muy vinculados con el mundo simbólico de las creencias religiosas. Por ejemplo tenemos representado el caballo. Este animal está muy vinculado a la cultura guerrera, y está representado con mucha frecuencia en las fíbulas o broches de caballito o de jinete y caballito muy representativos de la cultura céltica de la Península Ibérica.

Entramos con ellas en otro ámbito el de las representaciones humanas. Sabemos que los hombres que están vinculados al caballo y por tanto a la guerra tenían un alto prestigio en la sociedad céltica. Así lo demuestran los ajuares con los que son enterrados en sus necrópolis. Otra representación importante figurada y relativo al elemento humano en esta iconografía son las cabezas cortadas.

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Si nos fijamos debajo de la cabeza del caballo, encontramos una de ellas. En la representación de cabezas cortadas está presente en todo el ámbito céltico europeo, y presente en muchos elementos y adornos de la cultura céltica de la Península Ibérica. Las fuentes escritas nos hablan del corte de la cabeza a los enemigos y vemos representadas estas cabezas, que simbólicamente se vinculaban al elemento más importante del cuerpo del ser humano, puesto que ahí habita el alma, puestas colgando de los caballos. Aparecen mucho en la Galia, pero también en España.

Otras representaciones como la de un pie en una cerámica nos hablan de un fenómeno importante, el de la long duré o larga duración histórica, que es cuando algo se sigue haciendo hasta hoy en día desde épocas remotas. En este caso los exvotos, que aún se llevan hoy a algunas capillas católicas para pedirle a la divinidad algún favor relacionado con esa parte del cuerpo. Un pie, ojos, etc… y que ya se hacía en la Antigüedad.

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