Situada en los alrededores de la pequeña aldea de Piloña, tiene la peculiaridad de ser el escenario de una leyenda interesante. La recogió Alberto Álvarez Peña entre los vecinos de la localidad. Cuenta que allí, un príncipe llamado Carendón aparecía la noche de San Xuan paseando a sus hijas en un carro de oro.
Es una de esas leyendas de los «antiguos» o «moros» que con tanta frecuencia encontramos asociados a los castros y otros lugares de la Protohistoria de Asturias. Habla de un mundo bajo tierra en el que viven aún aquellos que ya no lo hacen en la superficie, donde estamos nosotros. Se parece mucho a las leyendas del sidhe irlandesas que también nos hablan de una sociedad que habita en el inframundo. Hay fechas especiales en las que el velo entre ambos mundos se desvanece. Allí generalmente es la noche del 31 de diciembre, pero en Asturias, la del 23 de junio es una noche similar, en la que esas criaturas, como las Xanas, mouras, encantadas, etc… hacen su aparición.
En este lugar, según una parte de la tradición, se encontró la diadema de Moñes.