casa bruxa
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Actualizado: 1 noviembre, 2023

La brujería del norte de España tiene un recorrido amplísimo. No es lugar este para entrar en profundidad sobre el tema, pero si para aportar algún documento y líneas desde las que empezar un estudio por parte de cualquiera que esté interesado.

Tiene la brujería asturiana un matiz peculiar, y es que asociamos siempre bruja con el mal, como personaje imprescindible para llevar a cabo el daño o el perjuicio, sin embargo, en Asturies y Galicia, la bruxa no tiene por qué ser mala. Las hay buenas, que dan consejos sobre enfermedades, ganado, etc, y claro que las hay malas (y malos) que provocan el daño como venganza.

Posiblemente, fueran el chivo expiatorio de determinados males que sucedían a la comunidad. Cuando algo malo pasaba, hacía falta alguna cabeza que echar a rodar.

Asociados a la naturaleza, y a lo extraordinario, no era dificil encontrarlas dirigiendo manadas de lobos, o viviendo en lo profundo del bosque. Muchas de las tradiciones asociadas a ellas, las encontramos en el folklore bretón sobre todo, pero también en otras partes de la céltica.

Os dejo un vídeo extraordinario donde Bertu Peña recoge algunos de los testimonios de los que vivieron los tiempos de Amparo, la bruxa de Brañavara, la que se considera la última gran bruxa del noroeste.

Amparo hablaba con los muertos, sabía de parientes que estaban lejos, predecía males, y curaba enfermedades con remedios y consejos. No sabía leer ni escribir, y tenía dos ayudantes a través de los cuales mandaba sus mensajes.

Tal era su fama que llegó a salir en un periódico de tirada nacional, y recientemente se han publicado algunos libros sobre ella y ha aparecido en documentales y programas de máxima difusión.

Transcribo el artículo que escribieron sobre ella (Juan Zamora Terres) para el periódico Triunfo el 3 de junio de 1978.

UNA BRUXA AUTÉNTICA EN BRAÑAVARA

«Es una mujer que desconoce su edad y a la que las opiniones más fiables otorgan no más de cincuenta y ocho años, aunque aparenta algunos menos. Nacida de madre soltera y padre desconocido. Tiene unos ojos grandes y expresivos de color azul grisáceo, de los que la gente dice que tiene un mirar extraño, un algo indefinible. Soltera. Vive sola, con sus nueve ovejas, en una casona pobre y austera con techo de pizarra. «su casa es como su cuadra» nos había advertido una señora de El Gumio. Se equivocaba: la cuadra donde guarda sus ovejas por la noche y en los días nevados y desapacibles del invierno es su propia casa. Una cuadra sucia donde reinan todos los olores animales. Teje calcetines de lana gruesa -escarpines- que vende a los forasteros. Se llama Amparo López, pero todo el mundo la conoce con el nombre de la «bruxa de Brañavara».

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Brañavara es una aldea perdida en las estribaciones de la sierra de Peronta, perteneciente al concejo de Boal, en el límite occidental de Asturias, muy cerca ya de Galicia. Sus habitantes hablan un dialecto gallego, son gallegos, aunque administrativamente los hayan adscrito a Asturias.

Es una zona aislada, de comunicaciones deplorables -la única pista forestal que llega a Brañavara fue abierta hace solamente tres años-, donde no hay ni luz ni agua correinte. Sus pobladores huyen de la miseria en cuanto pueden y se van a trabajar a las ciudades o a los pueblos cercanos más imnportantes: Vegadeo, Boal, Castropol… Los planes de repoblación forestal puestos en marcha en los años 50 acabaron por arruinar la comarca al reducir el espacio de los pastos, limitando drásticamente sus posibilidades ganaderas.

La vida en las montañas del concejo no tiene nada que ver con la belleza idílica y mitológica con que solemos hablar de ella los habitantes de las ciudades. La economía, la única riqueza del territorio, se basa en la ganadería: ovejas, algunas vacas y unos cuantos caballos que pacen libremente por las montañas y que luego se han de recoger a lazo. Economía de subsistencia, de miseria cotidiana. Ni siquiera el camión de las ávidas centrales lecheras llega a Brañavara.

Desde hace muchos siglos, el occidente asturiano es conocido por sus brujas y la pervivencia de supersticiones paganas y ritos mágicos entre sus habitantes. La religión apenas penetró superficialmente -y en fecha muy tardía- en los rincones más apartados y arcaicos del Noroeste de la Península. Todavía en el año 1859 una pobre mujer del Juzgado de Castropol fue muerta a golpes acusada de ser bruja y de haber introducido el demonio en el cuerpo de una vecina, cuyos hijos la golpearon brutalmente con una soga. La bruja, mujer siempre beneficiosa por sus sabiduría y su experiencia, fue el chivo expiatorio de la violencia que introduce la enfermedad mental desconocida en la vida de una familia. Violencia atizada y dirigida por otras supersticiones institucionalizadas y que los curas de la época se dedicaban a propagar. Los curas son hombres; las brujas son siempre mujeres.

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Cuando una desgracia asola una familia

La «bruxa de Brañavara» no tiene ninguna especialidad curandera, ni para personas ni para animales. Tampoco se le conoce actividad especial alguna, ni rito mágico, ni tiene, según todas las opiniones recogidas, relaciones con el Diablo. «Es una mujer pobre que no hace ningún mal a naide», como nos dijo Adelina Sánchez, una anciana de ochenta y un años, vecina de la «bruxa» y su mejor amiga en Brañavara.

Así piensan todos los aldeanos de la zona, la mayoría de los cuales mantienen tensas relaciones con ella por disputas de pastos y otras historias. De los once habitantes de Brañavara, siente han tenido conflictos vecinales con la «bruxa» y no se hablan desde hace años.

Ellos la conocen bien y nadie le tiene miedo. Ni siquiera especial respeto. Amparo sería para ellos una vecina correinte, una mujer desgraciada y desvalida, de no ser por los visitantes que cada día acuden a Brañavara a consultar a la bruxa». Vienen de las aldeas y brañas cercanas, pero también de Lugo, Gijón, Oviedo, León, La Coruña, Madrid…

Cuando una desgracia (a)sola a una familia, alguien va a ver a Amparo. De no ser así, enterada ella -a veces misteriosamente- de la desgracia, manda aviso a los afectados de lo que tienen que hacer para salir del trance.

El repertorio de tragedias consultadas es amplísimo: la muerte de una vaca o su extravío, o el aborto de un ternero o una enfermedad del ganado sobrevenida de súbito; el incendio sin causas, conocidas de la casa o el pajar, la muerte o el accident grave de un hijo o un pariente; cualquier aparición extraña -casi siempre con figura humana- que despierte en las brañas el reflejo del miedo colectivo a lo que viene de fuera, a lo desconocido; y todo aquel acontencimiento inexplicable que altera la vida o la imaginación del paisano de la zona. Los miles de casos que nos contaron los habitantes de Brañavara y de las aldeas próximas son un compendio no sólo de la ignorancia secular de una comarca deprimida, sino también y fundamentalmente de las angustias y anhelos de unas personas que soportan una existencia opaca, cerrada y sin horizontes.

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Diálogo con ultratumba

La «bruxa» los recibe en su cuadra-casa, o en el prado, y les escucha con atención, abriendo mucho los ojos y fijándose en su mirada. En ocaciones ha demostrado dotes de adivina, descubriéndole al forastero la razón de su visita antes de que éste le cuente su desgracia., Así le ocurrió a un camionero de Vegadeo:

-Ya se que no vienes por ti- le dijo Amparo nada más verle- sino por tu hermano muerto.

Efectivamente su único hermano había tenido un accidente mortal fechas antes y ello era el motivo de la consulta: ¿Por qué habia muerto?, ¿Por qué él y no otros?, ¿Qué mal había cometido para merecer tal castigo?….» (sigue en parte II y III que teneis arriba en las imágenes)

Esta entrada se publicó originalmente en celtica.es

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