La Res Gestae Divi Augusti es una narración redactada por orden del propio Octavio Augusto en el año 13 d.C. El hecho de que fuera escrito un año antes de su muerte y el carácter recopilatorio de sus logros, o al menos de las acciones por las que el emperador quería ser recordado, lo convierten en un documento de un valor excepcional para conocer la historia de su época.
El documento fue grabado en dos columnas de bronce en el mausoleo del emperador, pero no nos han llegado hasta la actualidad, sino que lo conocemos gracias a una inscripción en una mezquita levantada sobre un templo romano en Turquía, lo que nos demuestra que se hicieron copias del mismo, como era de esperar, para ensalzar las glorias del emperador más importante de todos los tiempos.Se trata de una fuente primaria de carácter literario, con el valor de haber sido una especie de autobiografía.
Precisamente por este hecho, debemos considerarlo como un texto propagandístico de la política del emperador. Augusto quiere dejar claro que gracias a su mandato se han superado los oscuros acontecimientos que llevaron a la lucha de los romanos entre sí al final de la República. No sólo eso, sino que además sienta las bases de un futuro reinado que debe asentarse en unos logros que sus sucesores deben perpetuar.
En el texto por ejemplo, vemos una división entre logros militares sobre las naciones vecinas, pero nos enseña al emperador como alguien clemente con los vencidos. Nos habla de las obras que pone en marcha, no sólo para completar los antiguos proyectos de César, que se presentan como tales, aunque la realidad es que son adaptados a las nuevas necesidades propagandísticas del Príncipe, así como la restauración de viejos templos, que son presentados en mi opinión, como la plasmación física de la decadencia de los valores romanos en la república tardía, y que el emperador, quien precisamente encarna una figura totalmente opuesta a los valores de una república, hace suyos y los presenta como su propia línea de actuación.

Augusto se presenta a sí mismo como un líder carismático, que se ocupa de las necesidades de sus tropas, de las obras públicas necesarias para sus ciudadanos (en varias ocasiones menciona que no quiso poner su nombre en esas obras, a pesar de dejar claro que las paga de su bolsillo, o que es quien las promueve), además de presentarse con humildad como el receptor de la voluntad de ciudadanos e instituciones para ostentar cargos religiosos, cuando en realidad tanto él como su entorno promueven su ascenso a esos cargos para acaparar las cuotas de poder necesarias para llevar a cabo su proyecto.
En la Res Gestae se encuentra la estructura básica de una idea fundamental del reinado de Augusto, la Pax Romana, que es presentada como un logro del propio emperador, articulada no sólo en los éxitos de sus campañas militares, sino también en el simbolismo del cierre de las puertas del templo de Jano durante su vida. Esa paz romana, es un momento de prosperidad y de florecimiento de la cultura romana sin parangón hasta ese momento, y será honrada casi como una deidad.
En definitiva, nos encontramos con un documento propagandístico perfectamente redactado y preparado bajo la dirección del propio Augusto, con el objetivo de asentar las bases del cambio en la estructura de poder del mundo romano, y que va a marcar los siglos posteriores hasta el final del Imperio. Augusto se asegura así que todos los ciudadanos romanos, desde los más humildes hasta la aristocracia reconozcan sus logros, no sólamente en Roma sino a lo largo de todo el imperio.