Leyendas sobre el origen de los astures en las crónicas del siglo XVI

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Actualizado: 8 mayo, 2025

En la España del siglo XVI ve la luz una obra titulada Los cinco primeros libros de la Crónica general de España. Tiene un objetivo ambicioso, contar la historia de la nación desde la creación del mundo hasta unas décadas antes del momento en el que se escribe. El autor, Florián de Ocampo, es esencialmente un compilador que recorre los monasterios y capitales episcopales consultando cuantos libros encuentra en iglesias, catedrales, etc. donde aparece recogida la historia de cada reino de la Corona.

Rescata desde manuscritos antiguos de obispos hasta documentos medievales que contienen testimonios históricos y legendarios. Ocampo tiene un propósito, crear una crónica, con todas las fuentes y tradiciones que pueda encontrar, para ensalzar la gloria de España, legitimando de paso a una monarquía que es la que paga el trabajo, a la que no duda incluso en emparentar con los grandes personajes de la Biblia y la Antigüedad. En Europa todas las casas reales hacen algo parecido. Para nosotros su trabajo es interesantísimo ya que recoge las historias y las ordena, eligiendo, de las distintas versiones, aquella que se ajusta más o menos a su intención, pero no dejando de comentar otras, aunque sea para desprestigiarlas. Es muy meticuloso y se encarga de buscar y consultar todos los manuscritos de los que va teniendo conocimiento. Algunas de estas fuentes únicamente son conocidas a través de su obra. No duda en completarlas con otras e incluso aporta cuando es necesario sus vivencias personales y de paso nos deja un retrato de una España donde el saber residía en las polvorientas bibliotecas en las iglesias de los viejos reinos de la Península.

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En su composición de la historia de España analiza las fuentes clásicas que hablan de la provincia romana de Hispania, sobre todo aquellas obras históricas relacionadas con los hechos militares pero también obras geográficas como la de Estrabón. Trata sobre los astures antes de Roma y utiliza un conjunto de fuentes antiguas y tradiciones orales recogidas siglos antes de su época. Con todos estos ingredientes crea una concepción de la historia astur que se va a mantener durante cuatro siglos hasta la llegada de la arqueología. Ocampo nos deja la primera historia de cómo los astures llegaron al territorio que ocupó esta tribu al norte de la cordillera Cantábrica. Es interesante detenernos un momento sobre ella.

Comienza contando cómo los pueblos galos entraron en la Península Ibérica varios siglos antes del nacimiento de Cristo y se situaron en su mitad occidental y en la Meseta. Uno de estos grupos emigra desde el suroeste hacia el noroeste atlántico en el siglo IV a.C. Sabemos que para narrar esta migración se basa en la obra de Plinio y en la Geografía de Estrabón que nos cuenta que, en ese periodo, los Célticos, los Túrdulos y los Conios, se ponen en movimiento en esa dirección. No es del todo una leyenda. Plinio nos habla de los Turduli veteres localizados en el centro de Portugal, en torno a Conímbriga y Olissipo (Lisboa). Más al norte, el contingente de célticos estaría conformado por pueblos como los Celtici nerii, paestamarici y supertamarici según se situaran al norte o al sur del río Tamar El relato continúa diciendo que esa parte de la actual Galicia ya había sido poblada por los griegos. Tras atravesar el río Limia, los “galos” se asientan junto a ellos dando lugar a unos galo-grecos de donde dice que surge el término gallegos.

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Las fuentes que dan lugar a esta historia, con todas las precauciones posibles cuando utilizamos este tipo de relatos, nos son útiles para entender que no debemos ver la Penísula Ibérica de esos siglos como un mapa estático, sino como un territorio vibrante, con continuos tira y afloja entre etnias vecinas e incluso movimientos de pueblos enteros, quizá acentuados por la llegada desde el Mediterráneo de cartagineses y romanos que ya comenzaban a presionar a los pueblos del sureste y centro de la Península. Volvamos a Ocampo. Sigue narrando que se generó una discusión en el seno de estos galos y que una parte de ellos, los astyres, se escindieron y comenzaron a desplazarse hacia el este, atravesando las montañas y poblando el territorio que luego sería conocido como Asturia, al sur de la cordillera Cantábrica. Allí fundaron Astyrica, o Asturica como se la conoce posteriormente.

Tiempo después, estos astures se desplazaron hacia la costa cantábrica atravesando la Cordillera y poblaron los valles y territorios hasta “la marina septentrional” es decir, el territorio de los Pésicos y Luggones. Detalla Ocampo que no hubo demasiados conflictos con los naturales que habitaban el terreno ya que estaba poco poblado y “había sitio para todos”. Dice además que los naturales no repararon demasiado en los astures ya que estaban más ocupados en una actividad sorprendente, navegar hasta las costas de Britania. En esta parte de su narración sigue a Tácito en su Vida de Agrícola, que fue el primero en advertir que la población de los Siloros, que poblaban el actual sur de Gales, estaba compuesta de gentes de tez morena y cabellos rizados distintos a otros de sus vecinos de piel blanca y cabellos rubios. Ocampo dice que estas gentes provenían de las costas astures y que pasaban allí utilizando barcas de cuero de estructura de varas entrelazadas y cubiertas con pieles de vaca.

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El mismo tema lo aborda el asturiano Luis Alfonso de Carvallo en el siglo XVII en sus Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias que es probablemente el mejor exponente de esta corriente histórica del humanismo dedicada a Asturias y escrita en 1695. En ella dice:

“No se contentando los astures con las muchas y buenas poblaciones que fundaron en aquellas partes, tan fértiles y tan ricas, determinaron muchos de ellos volver (como dice Florián de Ocampo) hacia las partes del Septentrión, y arrancando de su ciudad de Astorga, y su comarca un gran número de gente el año 225 se metieron por las montañas que ahora llaman de León, que son las más fragosas, y ásperas de toda España, talando los muchos y espesos árboles que había por toda aquella tierra… llegaron a las cumbres de estos montes que dijimos se llamaban de Europa, y dividen las vertientes… y yendo por los valles que arriba hemos dicho, se entraron en la provincia que ahora llaman Asturias, por haber sido recibidos en ella los Astures… determinaron quedarse en ella, poniendo fin a sus trabajos, y peregrinaciones, y siendo recibidos con facilidad por los antiguos moradores de esta provincia, y se vinieron a llamar todos astures, y andando el tiempo se llamaron asturianos; y este es el principio que tuvo esta nación en el nombre, según dicen Iulián Pomerio, Iulián Diácono, Juan Gil de Zamora y Florián de Ocampo”.

Es una historia fascinante, que refleja una tradición legendaria que nos hace llegar una forma de concebir el pasado que imperaba prácticamente desde la Antigüedad, pero tiene un problema insalvable. No suele verse respaldada por las evidencias arqueológicas. Por ejemplo, un dato que sería relevante para nuestra investigación es que, según Ocampo, los astures llegaron al territorio de la futura Asturia transmontana aproximadamente en el siglo III a.C. Hacemos hincapié en lo de “llegaron” ya que desde aquella época y hasta prácticamente unas décadas, los cambios en las culturas de la Protohistoria europea se explicaron así, con invasiones y migraciones de pueblos.

Os dejo link a la edición de 1792 en Google Books

Fon S.P.
Fon S.P.https://astures.es/proyecto/
Me apasiona la historia de Asturias y los astures en todas sus facetas. Pateando museos y yacimientos. Excavando cuando puedo y divulgando como mejor sé.

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