Panizo
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Hoy os hablo de un interesantísimo estudio sobre alimentación de los pueblos de la Protohistoria del norte de Iberia que fue publicado a finales del año pasado por un equipo liderado por Borja González-Rabanal. Se basa en el estudio de un grupo de individuos enterrados en una cueva del oriente de Asturias, la de El Espinoso 1.

El mijo y el panizo son dos de los cereales que acompañan a las sociedades de los castros del norte y noroeste de Iberia en el primer milenio a.C. Su importancia radica en la capacidad de alimentar a ganado y a personas. El estudio 2 que os comento en este post, determina por primera vez a través de datación por radiocarbono, isótopos estables y análisis de cálculo dental de individuos humanos, la llegada de estas especies al territorio de los pueblos prerromanos de la Península.

El mijo y el panizo llegaron al norte de la península ibérica antes del periodo castreño
Semillas de Mijo. Foto Wikicommons

Estas especies tienen unas características que las hacen muy versátiles en cuanto a su producción y uso. Se adaptan muy bien a distintos tipos de suelo y climas y su rápido crecimiento y maduración permite que se puedan combinar con otros cultivos de cereales como escanda o cebada. El mijo, concretamente, tiene un gran valor nutricional y se considera que es clave en la alimentación de las sociedades de la Edad del Hierro en este territorio y hasta la actualidad. Se utilizan para consumo en forma de gachas y otras preparaciones, hervido, etc, así como en grano para la alimentación animal. La importancia de estos cultivos queda reflejada en la abundante toponimia del norte peninsular en nombres como Paniceres, Panizales, etc, cuyo origen está en los campos dedicados a este cereal.

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Esta investigación nos permite adquirir una profundidad temporal tanto sobre la alimentación de las poblaciones del Bronce Final y de la Edad del Hierro, como de los cultivos recientes de mijo y panizo en el norte de la Península. En ella se repasan las costumbres de utilización de estas especies en la sociedad rural y aparecen ciertos matices sorprendentes. Por ejemplo que en Galicia se emplean ambos en consumo humano, mientras que en ciertas partes de Asturias sólo para alimentar al ganado.

Tradicionalmente se consideró que estas especies eran un tipo de cereal «de segunda» en la alimentación de estas poblaciones, pero lo cierto es que con el avance del estudio de individuos de este periodo se está cambiando esta percepción. Además se está superando la idea de que su cultivo es una innovación de la Edad del Hierro y de los pueblos prerromanos peninsulares, atrasando las fechas de su consumo hasta el Bronce Final.

La investigación se centra en la cueva asturiana de El Espinoso, en Ribadedeva donde se documentó un entierro colectivo de al menos 20 individuos de los cuales se tiene datación directa por C14 de 15 de ellos comprendida en el periodo del Bronce Final en un arco entre 1200 y 1000 a.C.

El mijo y el panizo llegaron al norte de la península ibérica antes del periodo castreño
Plano de la cueva de El Espinoso. (González-Rabanal, 2017)

Este descubrimiento es excepcional. De su estudio se ha determinado que esta población usó la cueva como lugar de enterramiento durante unas generaciones, e incluso se ha podido averiguar que su genética tiene un 30% de ADN de «ascendencia estepa» (introducida por migraciones de esta procedencia a finales del tercer milenio a.C. y comienzos del segundo, en el paso de la Edad del Cobre (calcolítico) a la Edad del Bronce. Este grupo es uno de los que tienen mayor proporción genética de este tipo de toda la Península, aunque ya se sabía que estas migraciones fueron especialmente relevantes en las poblaciones del Cantábrico. Para lo que interesa en este interesante estudio, es que esta llegada de población pudo haber introducido el cultivo de nuevas especies.

El mijo y el panizo llegaron al norte de la península ibérica antes del periodo castreño
Campo de panizo en Asturias. Foto Manuel M. V.

Por último y no menos interesante, se analizó la dentición de varios de los cuerpos, obteniéndose la presencia de mijo en su alimentación. No sólo eso sino que aparecen otros cereales, por lo que se especula con una alimentación mixta en la que distintas especies completaban la dieta de estos individuos.

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La conclusión es que estos cultivos fueron introducidos en el norte de la Península antes de lo que se pensaba, retrasando su consumo, al menos, al Bronce Final. Su utilización ha sido continuada en el territorio desde entonces, sólo siendo desplazada por la introducción del maíz en el siglo XVII, momento hasta el cual los cultivos no habrían sido muy distintos que los del amplio periodo anterior.

Notas al pie y bibliografía

  1. González Rabanal, B., González Morales, M. R., & Marín Arroyo, A. B. (2017). La tafonomía como marco metodológico para interpretar depósitos funerarios superficiales: estudio de la cueva sepulcral de El Espinoso (Ribadedeva, Asturias).
  2. González-Rabanal, B., Marín-Arroyo, A. B., Cristiani, E., Zupancich, A., & González-Morales, M. R. (2022). The arrival of millets to the Atlantic coast of northern Iberia. Scientific Reports12(1), 18589.

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