A veces las fuentes más insospechadas ofrecen una información interesantísima sobre temas concretos de la vida cotidiana o la economía de los astures. Los dos de los que habla este post, a priori, nada tienen que ver con las fuentes militares o de conquista ni son obras etnográficas sobre las tribus astures conquistadas, pero veréis que ambas referencias tienen su miga a pesar de haber sido escritas al final del Imperio.
La primera parte corresponde a Claudiano, dentro de su texto en alabanza a Serena1, la sobrina de Teodosio (Laus Serenae) El segundo, se trata de un texto literario escrito por Pacato Drepanio que forma parte del panegírico dedicado al propio emperador Teodosio2. (Yanguas, 2022 p. 144)3. Vamos a analizarlos por separado.
El primer texto es este:
“El Océano Cantábrico arroja perlas en el litoral vecino; y no anda errante el pálido astur en los excavados montes: el filón echa fuera el oro, que se entregará después a la plebe durante la celebración de los sagrados natalicios; y, bajo las grutas pirenaicas, las ninfas fluviales recogen resplandecientes piedras preciosas».
Fue escrito por Claudiano en sus Poemas menores. El autor escribe entre el 395 y el 404 d.C. Flavia Serena, jugó un papel importante en la política de pactos de Teodosio al ser entregada en matrimonio a Estilicón, quizá su general más apreciado. El brillante militar asume de facto el gobierno de las provincias occidentales del Imperio y acaba sus días acusado de traición a Honorio, siendo ejecutado.
Claudiano, poeta egipcio, llegó a Italia en la milicia que mandaba Estilicón. Allí aprendió la lengua del imperio y compuso su obra bajo la protección del general. Se le considera incluso el poeta de la corte que formaban Serena y su esposo. Uno de sus temas es la gloria pasada de Roma, quizá como crítica a la decadente corte en la que desarrolla su actividad literaria. En el fragmento citado en el texto se refiere al nacimiento de Serena.
Antes del comienzo del texto, habla de las doradas ondas del Tajo desbordado, o Gallaecia cubierta de Flores. Es en ese contexto cuando menciona al Océano Cantábrico arrojando perlas en el litoral vecino, y hace aparición el pálido astur4.
Precisamente dice que éste, deja de realizar su dura actividad con motivo del nacimiento, la de dejar de andar errante en las entrañas de sus montes ya que para celebrar el nacimiento de Serena, las minas arrojan su oro para celebrar tan “augusto natalicio”, así como el fragmento dedicado a las ninfas de los ríos que recogen piedras preciosas en las grutas pirenaicas5. Veremos más adelante de dónde proviene esa tradición literaria de ensalzamiento de la riqueza aurífera astur.
El segundo texto es:
“ En efecto, en absoluto se dedicaba, siguiendo el ejemplo de los reyes, a explotar las minas con el fin de hacer servibles los tesoros que la naturaleza esconde en ellas y para procurarse riquezas honestas sin empobrecer a nadie. Asignaba tan poco valor al oro que a las venas de las montañas o a las gravas de los ríos les arrancó tanto al buscador besso como al minero galaico: a él le parecía más puro y más esplendoroso lo que se le había entregado entre gemidos, lo que había sido lavado por las lágrimas de los hombres y no por las aguas de los ríos, lo que se había arrancado, no de las galerías subterráneas, sino del cuello y la garganta de sus víctimas”
Pacato es un orador galo que pronuncia este panegírico a Teodosio en el 391 con motivo de su victoria sobre Magno Clemente Máximo. El discurso se pronunció frente al Senado y el emperador en el contexto de la euforia reinante en Roma tras la victoria de Teodosio en Aquileya (Rodríguez, 2020 p.11). Una celebración de la sacralidad y la virtud de un emperador hispano, al que los dioses favorecen. El texto está considerado uno de los mejores ejemplos de este género. Sin embargo lo que nos interesa en este fragmento de texto es la referencia a los trabajos de extracción del oro en la provincia de Gallaecia, creada tras las reformas de diocleciano a partir del 280 y que engloba a los conventos galaicos y el astur en una primera fase, aunque se ampliará a otros territorios posteriormente.
Un elogio tardío a la riqueza minera astur
Ambos textos coinciden en un carácter tardío que hace referencia a momentos de la explotación del oro astur. Debemos considerarlo más un recuerdo poético del momento álgido de las explotaciones del oro en el territorio astur que una fuente fiable del mismo.
Las explotaciones mineras auríferas astures alcanzaron gran fama desde mediados del siglo I d.C. Autores de aquella época son los que por primera vez abren los ojos al mundo romano sobre la generosidad del territorio occidental más extremo, además de crear el tópico de un pueblo, el astur, que no era consciente de la riqueza que tenía bajo sus pies, y que sólo explota a una escala superior gracias a la administración romana. La arqueología nos cuenta que no es así realmente, aunque con el control romano del territorio alcanzan un volumen de explotación nunca visto antes en esta zona.
Almudena Orejas6 reseñó este paralelismo entre los primeros autores, como Silio Itálico, en su Púnica, o Lucano en la Farsalia (del Valle, 2020, p.204), quienes hablan del pálido astur que se lanza a las entrañas de la tierra a extraer su oro y vuelve del color del preciado metal. El eco de esta fama trasciende la literatura histórica y llega a la poética bajomedieval a través de los ejemplos citados.
En el caso de Pacato parece que la referencia al “minero galaico” podemos relacionarla con la extracción minera del oro en los conventos galaicos y el astur, que conforman esencialmente la provincia de Gallaecia tras Diocleciano.
Notas al pie y bibliografía
- Ramirez y de las Casas-Deza (1869) . Claudio Claudiano, Elogio de Serena. Carmina minora. en El mundo pintoresco, año 3º, nº41, de 7 de octubre. ↩︎
- Rodríguez Gervás, Manuel. (2020). Teodosio, construcción de una vida y muerte ejemplares. Historia ↩︎
- Yanguas, N. S. (2022). El oro de los Astures: literatura antigua y realidad histórica. Espacio Tiempo y Forma. Serie II, Historia Antigua, (35), 141-166. ↩︎
- Cuando tú naciste, es fama que las doradas ondas del Tajo desbordado se extendieron por las fértiles llanuras. Galicia se cubrió de flores, y el Duero, cuyas riberas amenizan las rosas, tiñó con el brillante color de la púrpura los vellones de las ovejas. El Océano arrojó perlas en las costas de Cantabria, y el pálido astur dejó de andar errante en las entrañas de sus montes: para celebrar tan augusto natal las minas arrojaron su oro y las ninfas de los ríos cogieron en las grutas de los Pirineos la piedra, que lanza el fuego de los rayos. Las nereidas que según el curso de las ondas de los ríos, cuyas aguas avanzan o retroceden, te proclamaron reina, y cantaron los auspicios que vaticinaban tu futuro himeneo. Entonces crecía en una región remota el joven Estilicón, muy lejos de pensar en el porvenir: el destino le formaba una esposa, y le preparaba en los últimos términos del mundo los vínculos de esta grande unión. ↩︎
- Hay que reseñar que en la traducción empleada para este comentario, la de Luis-María Ramírez y de las Casas-Deza (en bibliografía), las ninfas recogen “la piedra” no “las piedras preciosas”, refiriéndose al “ceraunium”, de color del fuego, que según la tradición aparecían donde habían caído rayos. ↩︎
- Del Valle, A. O. S., Prats, I. S., & Ramos, F. J. S. P. (2020). Los Astures de los textos y de la arqueología. Anejos a Cuadernos de Prehistoria y Arqueología, (4), 201-20. ↩︎
