Cavandi. Foto Turismo Asturias
Cavandi. Foto Turismo Asturias
Actualizado: 16 noviembre, 2023

Ayer a última hora del día tuve la oportunidad de hablar con Sergio Narciandi, el operario del servicio de aguas que el pasado 29 de agosto encontró dos torques en Cavandi. Me contó de primera mano las circunstancias del hallazgo que ayer publicaba en nota de prensa la Consejería de Cultura del Principado de Asturias. Un hallazgo, casual, que va a suponer un cambio en cuanto a lo que conocemos de este tipo de joyería castreña en la región.

Todo comenzó con un aviso de un fallo en el suministro de aguas de la pequeña localidad. El procedimiento suele ser revisar las vías por las que llega el agua de los manantiales y regatos del monte hasta el depósito que abastece a la población. En ese proceso se encontraba Sergio cuando vio un objeto brillante en lo que él definió como un pequeño argayo en una ladera a la vera de un camino.

Le pregunté si supo al momento lo que tenía entre manos. Me dijo que en un primer momento no fue consciente de lo que era. Me comentaba que pensó en alguna pieza de metal usada en la ganadería de caprino de la zona, cualquier objeto de los que quedan con la actividad agrícola, etc. Pero que le llamó la atención precisamente por el intenso brillo de ese objeto. El argayo lo había dejado descubierto sobre unas piedras, y probablemente las lluvias de esos días, las mismas que provocaron el derrumbe lo habían hecho más visible. La zona sufrió incendios hace un tiempo por lo que la tierra está muy suelta, y con las precipitaciones se desliza ladera abajo con facilidad. Así es como llegó a la superficie el primer torques.

Sergio estudió Historia en la UNED. Le gusta el tema, nos echábamos unas risas con eso de las vocaciones tardías, pero él se decidió por las asignaturas que le gustaban sin más, entre ellas Prehistoria. Por tanto, cuando ya tenía entre las manos esta tremenda joya de la Edad del Hierro, se dio cuenta de que era un torques áureo. En cuanto pudo hizo videollamada a Vero, su pareja, que es la lectora de Astures por la que contacté con él. Le pidió que le confirmara lo que era y ella le mandó una del torques de Burela. Os podéis imaginar las mariposas en el ombligo cuando te das cuenta de lo que acabas de encontrar.

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Torques nº1 de Cavandi. Foto, museo Arqueológico de Asturias
Torques nº1 de Cavandi. Foto, museo Arqueológico de Asturias

Se sentó en una piedra un momento para asimilarlo. Me decía que la pieza pesaba en sus manos, acostumbradas a trabajar con piezas de latón y de otros metales, pero esto era diferente. Es cierto que el oro tiene un peso específico importante y, a pesar de que no es de oro macizo, este torques tiene una cierta entidad.

Una de las cosas que no mostraba la nota de prensa del Principado era la decoración de las terminaciones de este torques. Tiene una preciosa «flor del agua» o hexapétala en cada una de ellas. Un símbolo que tiene una larga tradición en nuestra artesanía perviviendo con fuerza hasta hoy. Sergio la definió así, una flor del agua. Tiene pequeños glóbulos de oro que completan la decoración. Me contaba que los detalles de la decoración, lo intrincado de los motivos, era algo impresionante. Creo que todos nos morimos de ganas de verla ya en el Museo y poder contemplarlos con detalle.

Pero aún había más. En el mismo lugar había otros fragmentos. Sergio no tenía manera de saber el alcance de lo descubierto. Podría ser un «tesorillo», una ocultación de un conjunto de piezas más o menos numeroso, etc. Lo que sí sabía era lo que tenía que hacer y era notificar el hallazgo a las autoridades, «es el procedimiento que hay que seguir», y así lo hizo.

Detalle decorativo de la parte posterior de una de las terminaciones del torques nº1 de Cavandi. Foto de Sergio Narciandi
Detalle decorativo de la parte posterior de una de las terminaciones del torques nº1 de Cavandi. Foto de Sergio Narciandi

Llamó al Seprona, quien le comunicó que no tenían un protocolo para estas cosas, pero que tenía que llamar a Patrimonio. Él llamó al alcalde, al que conoce, y le dijeron que podía depositarlo en el consistorio hasta que llegaran las autoridades. Se da la circunstancia de que uno de sus tíos es arqueólogo. De ahí le viene la afición por la Historia, es algo familiar. Le puso en contacto con Pablo Arias y éste se ocupó de avisar a Maria Antonia Pedregal (directora del Museo Arqueológico de Asturias) y a Ángel Villa Valdés, arqueólogo de la institución.

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A las cinco de la tarde ya estaban en la zona. Me contaba la sorpresa de los arqueólogos al ver la pieza. Imaginaos, algo así no se ve todos los días. Les llevó a la zona del hallazgo donde se hizo una primera revisión superficial donde se encontraron las piezas que componían el segundo torques. Seis fragmentos que formaban un torques completo, de sección romboidal, muy parecido a algunos de los de Cangas de Onís, depositados en el museo. Los dos torques comenzaban su viaje al laboratorio de la institución, lugar en el que se hayan depositados ahora.

El epílogo de esta historia es una intervención de emergencia días después en la zona, en busca de restos adicionales que pudieran quedar. No se encontró nada más (que no es poco).

Lo demás ya lo habéis leído en la prensa. Se trata del descubrimiento de torques más importante de Asturias, más que por los objetos en sí, que son fascinantes, por la forma en la que se descubrieron (nada de detectores en este hallazgo), y cómo se produjo la notificación a las autoridades, su rápida actuación y la custodia de las piezas en donde deben estar, en el Museo. Además se cumplió la premisa de que no se tenía que hacer público antes de que lo hiciera el Principado, y todo ha tenido un final feliz.

Todo parece haber ido según lo previsto en este descubrimiento. El hallazgo permitirá investigar la zona, el por qué los escondieron en esa ladera. Parece un ocultamiento, o quizá una ofrenda. Eso es algo que tendrán que determinar los arqueólogos. Lo cierto es que en la zona hay un runrun en cuanto a su pasado prerromano.

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Podría haber un castro, se comentó en varias ocasiones. Sergio me lo decía, pero yo ya había oído esa historia, incluso de que se trataba de una fortaleza romana. Lo cierto es que los castros de las Peñamelleras son esquivos. Nos pasó lo mismo con la Cueva de la Cerrosa, a 15 minutos en coche y su uso en la Edad del Hierro. ¿Dónde vivían las gentes que dejaron esas evidencias arqueológicas?. Se trataría de la tribu cántabra de los Orgenomescos, que controlaron esta parte de Asturias en época prerromana como parece indicar la epigrafía.

Así fue este hallazgo, pero me atrevo a decir que así deberían ser todos. Me recordó a la acción ejemplar de las personas que encontraron el torques de Betanzos este mismo año. Gente corriente que tiene conciencia de que estas cosas deben poder disfrutarlas todo el mundo. Que se sobreponen al deseo egoista de quedarse para uno lo que es patrimonio de todos y gracias a los cuales se puede seguir investigando ya que, como en otros descubrimientos, en este las piezas son importantes, pero tanto o más es el lugar en el que se hallan y el contexto que se ha comenzado a investigar. Mi enhorabuena a Sergio por su labor, y mi más sincero agradecimiento como asturiano.

Os dejo este enlace por si queréis más información sobre otros hallazgos de torques.

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