Ayer se presentaron los resultados de la séptima campaña de excavaciones llevada a cabo en el castro Piloñés. En esta ocasión la zona de estudio se centró en una serie de estructuras de habitación situadas en el entorno de la muralla y terraza documentadas en anteriores excavaciones.
El estudio de una estructura oval, de zócalo de piedra y paredes previsiblemente de materia vegetal y barro, constató la presencia de un hogar y cerámicas y crisoles asociados a procesos de fundición. En cuanto a evidencias constructivas, aparte de un sector de la muralla se documentó la forma en la que se preparaba el terreno en terrazas sobre las que se erigen las construcciones domésticas y auxilares.
Aunque ya se presuponía, a tenor de las cerámicas de época astur documentadas, en esta ocasión se presentaron los resultados de las dataciones C14 efectuadas a fragmentos de carbones que arrojaron fechas del II y del I a.C. respectivamente.
El equipo, liderado por Juan Muñiz, propone un sistema defensivo típico de los castros del centro-oriente de Asturias, mucho menos monumental. Esta característica ya fue puesta de manifiesto hace tiempo por varios investigadores que observan un patrón defensivo diferente en este sector del territorio asturiano al que podemos ver en los castros del occidente o los de Galicia. Con cada nueva excavación asistimos a una diversificación en los sistemas defensivos y constructivos que rompen con el panorama uniforme que se presuponía para aquellos pueblos que tradicionalmente se engloban en lo que conocemos como cultura Castreña.
Lo cierto es que, parece ya evidente, que el centro-oriente de la región presenta un panorama muy conectado con la Meseta y con el mundo cántabro en este aspecto. En ello influye decisivamente el material constructivo disponible, compuesto de calizas sobre todo, a diferencia de la pizarra del centro-occidente, más sencilla de trabajar, a la par que eficiente para la construcción de infraestructuras de este tipo.
Por otro lado el trabajo se ha centrado en establecer de forma más precisa la distribución de los espacios de poblamiento del castro y han llegado a la conclusión de que la zona norte tenía un sector de fundición que se encontraba algo alejado de la zona de viviendas. Este sector, que ya se había localizado en anteriores excavaciones había puesto de manifiesto una intensa actividad metalúrgica lo que probablemente nos muestra un «barrio» dedicado a estas tareas en el asentamiento.
En definitiva, la séptima campaña de Antrialgo ofrece información muy interesante de la que esperamos conocer más detalles en forma de publicación cuando terminen los análisis de laboratorio. Por el momento ya podemos confirmar que se trata de un castro de la época en la que los Luggones controlaban este territorio.
