Ya está disponible en Vaccea, la revista editada por el Centro de Estudios Federico Wattemberg, el reciente artículo sobre los restos documentados en una sima de la sierra de Sobia, Teverga, en el sector central de la montaña asturiana. En el contexto de la investigación sobre alta montaña en las edades de los metales que está llevando a cabo Alfonso Fanjul Peraza, se investigó el hallazgo de restos humanos de época antigua en una cueva del entorno.
El estado de conservación de las piezas óseas permitieron realizar un estudio antropológico y análisis del sarro incrustado en la dentición de uno de los individuos por lo que se pudo hacer una primera aproximación a su dieta. En la sima, como es habitual, se encontró gran cantidad de restos animales que también fueron objeto de un estudio preliminar. Todos ellos fueron datados por C14. Os comento algunas cosas que me llaman la atención de este estudio.
Tres individuos de dos periodos distintos.
Los restos humanos pertenecen a tres individuos, una chica y dos hombres. La joven, identificada a través de un húmero, vivió a comienzos de la Segunda Edad del Hierro. (2150+-100 B.P.) calibrada al 95 % entre el 399 a.C. y 28 d.C. No se conoce la causa de su muerte, pero se suma a otros hallazgos en contextos similares, como la Campa Torres, Chao Samartín o en La Cerrosa-Lagaña, sobre todo, donde a estas jóvenes se les atribuye una muerte ritual.
No obstante, en mi opinión hay una diferencia. En los ejemplos citados anteriormente, se han encontrado restos craneales, lo que lleva puede ponerse en relación con ritos de cabezas cortadas tan presentes en el mundo simbólico céltico europeo. En el caso de la Sobia, el resto óseo indica que el cuerpo estaba entero.

En cuanto a los dos hombres, los individuos 1 y 2 en el estudio, la cronología de los restos nos lleva al siglo II d.C. descartando la fecha inicial propuesta de mediados del siglo I d.C. que los ponía en relación con posibles eventos relacionados con los últimos rescoldos de la pacificación del territorio transmontano. La datación del individuo 1 se enmarca entre (1834- 1711 cal B.P.) es decir, 116-239 cal d.C. El individuo 2 (1930 ± 60 B.P.) calibrada al 95% entre 43 a.C.-234 d.C.
El estudio confirma que los restos no fueron depositados ritualmente sino que fueron arrojados. Se especula con la posibilidad de que en el caso de los dos hombres estemos ante los «posibles restos de un crimen y ocultamiento de varios individuos varones, en un momento además, comienzos del siglo II d. C. donde no existe una conflictividad,» teniendo como último referente de violencia colectiva la escasamente conocida rebelión astur de época neroniana». La única posibilidad es el caso de un episodio de violencia a una escala familiar o local.
En este sentido, uno de los descubrimientos estrella de esta investigación fue la presencia de un objeto de alta densidad en el sacro de uno de los individuos. Aunque el material extraído resultó ser calcita local, el estudio concluye que se debe a un relleno del hueco dejado en el hueso por una punta metálica. Otras lesiones y evidencias de enfermedades óseas, parecen apuntar a que estos individuos llevaban una vida dura, similar a la de las poblaciones históricas de alta montaña.

Fauna de una gran antigüedad
Hasta el momento, a falta de una excavación en zona, se ha documentado con los restos recogidos en las prospecciones, ganado vacuno y de ovi-cápridos. En cuanto al primero, su datación ha resultado ser muy antigua, con fechas dentro del Neolítico, lo que viene a confirmar la antigüedad en la explotación ganadera de este entorno. Sin embargo, el predominio lo tiene el ganado de ovejas y cabras en la zona, en un rango de fechas entre el Calcolítico y el siglo XVI.
Datos sobre alimentación en el siglo II d.C.
Los análisis realizados han ofrecido información sobre la alimentación en este periodo. Se han identificado restos de gramíneas del grupo Triticum spelta, comúnmente conocida como escanda, además de “perales silvestres” y braquiesclereidas con luz estrellada que, según estudios comparativos, corresponden a fragmentos del mesocarpo de manzanas. También se detectaron bayas de arándanos y hongos del género Penicillium sp., conocidos por su capacidad de provocar fermentaciones.
Estos hallazgos confirman la presencia de pulmentum como base alimentaria, consistente en una papilla de escanda hervida en lácteos. Aún forma parte de la dieta tradicional asturiana, siendo conocida como fariñes, y de elaboración muy similar a las gachas, o porridge del ámbito atlántico. Asimismo, los restos de sidra de manzana corroboran la elaboración de zythos, mencionado en las fuentes clásicas sobre los astures. Este consumo no parece ser excepcional, sino parte habitual de la dieta, como lo sugiere el desgaste dental con caries en el individuo 1 y la elevada presencia de fructosas detectada en los isótopos de colágeno de sus restos óseos.
Cuáles son los siguientes pasos.
Se están haciendo actualmente estudios de ADN para determinar las razas de ganado y poder realizar una comparación con razas autóctonas asturianas. También en los restos humanos, para averiguar si hay alguna relación familiar entre los individuos del siglo II d.C. La información que aún puede proporcionar el yacimiento sobre fauna está solo al comienzo de su estudio. Es relevante para documentar la actividad humana en alta montaña, un entorno que prácticamente no ha sido estudiado hasta fechas recientes con técnicas actuales de prospección y análisis. El futuro promete.
Bibliografía
Fanjul Peraza, A. (2025). Alimentación y muerte en la alta montaña astur. Primeros datos procedentes de la sima de La Sobia (Teverga, Asturias). Vaccea Anuario, 17.