El GPS te lleva sin problema hasta las Médulas, evidentemente es un área extensísima y llevaría todo el día (o varios) hacerse unas rutas por ellas, cosa que hay que hacer sí o sí, pero no en esta época del año ya que hacía unos tres grados centígrados cuando hicimos estas fotos. El aparcamiento de Orellán está a apenas un centenar de metros del mirador al que hay que subir por una pista asfaltada con algo de pendiente pero fácilmente accesible para niños y mayores. Y bueno… una vez que llegas el paisaje es abrumador.

El mirador tiene dos plataformas, accesibles para gente con problemas de movilidad, y que tiene paneles explicativos de lo que se está contemplando. Merece la pena echarles un vistazo, porque es una explicación sencilla y didáctica de lo que ha provocado este paisaje como de cuento.

Desde el mirador se puede hacer una pequeña ruta por las galerías que hay a la derecha del mismo, y que salen a otro mirador, este desde la pared de la explotación. Se transita por dos galerías iluminadas que permiten ver los trabajos de perforación del terreno y que servían como conducción de agua que requiere la técnica de ruina montium, es decir, calor y agua para provocar la rotura del terreno y que se desprendiera el mineral que luego se lava y se procesa en busca de oro.
Hace falta casco y tiene un coste de 3€. Las vistas son espectaculares, pero no tan buenas como desde el mirador principal. Ah, se puede hacer con perro. En general en todas las Médulas, lo único que te piden es que vaya atado en algunos tramos para no molestar al resto de visitantes ni ponerse en peligro.

La verdad es que si el tiempo acompaña es un sitio para echar un buen rato, porque es una maravilla ver cómo va cambiando el paisaje según le da la luz. Creo que elegimos un día perfecto para ir por el juego de luces y sombras que se proyectaban sobre las colinas de las Médulas. Es recomendable ir por la mañana, sobre todo por la luz y si vas en verano, por el calor. Ah, la carreterina de acceso al mirador tiene muchas curvas, así que pastillas para el mareo para los más sensibles, aunque no es para tanto.
Es necesario ir con tiempo y hacerse una ruta por el interior. De todas formas las vistas desde el mirador ya merecen la pena y nosotros hicimos la visita como parte de una ruta por el Bierzo. Seguro que vuelvo.
