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Actualizado: 8 febrero, 2024

Estos días vivimos un bombardeo continuo de noticias sobre la extrema sequía que asola la península ibérica. Estoy de nuevo en la carretera y hace un par de días pasé por la Meseta camino del Atlántico gallego. De la que veía alguna (escasa desde la autopista) huella de los recientes incendios de la provincia, y la sequía típica del estío, que este año parece más acentuada, me vino a la memoria este capítulo de la Crónica General de España que escribió Ocampo 1en el siglo XVI.

Parece escrita hoy en día, viendo los patrones climáticos del país, con una marcada sequía en todo el territorio excepto la franja noroeste, en la que el régimen de lluvias va por libre (afortunadamente).La información que recoge Ocampo proviene de las crónicas castellanas, y como bien dice, no parece haber sido registrada por historiadores de ningún otro país europeo. Dice haber tenido lugar 1300 años antes del nacimiento de Cristo.

A pesar de ello, se han realizado modelos climáticos del último milenio a.C.2 (por tomar un periodo más cercano) en el que los cambios ambientales parecen coincidir con procesos de cambio cultural. Como siempre, no serán los factores esenciales de estos cambios pero seguro que han influido en ellos. Os dejo el texto sin más, y os invito a reflexionar sobre la actualidad de algunos relatos recogidos de la antigüedad.

[…] según cuentan los Cronistas Castellanos […] comenzaron a crecer tan grandes calores y sequedad, con tanta falta de aguas del cielo, que pasaron casi veinte y seis años que no llovió. De lo cual todos nuestros historiadores españoles hacen memoria señalada sin discrepar alguno dellos, por ser la cosa más notable que sepamos en ella […] afirmando que con discurrir tanto tiempo que no cayeron aguas, crecieron calores tan terribles y con tan demasiados ardores, que no faltó fuente ni rio de España que de todo punto no quedasen agotadas, si no fueron Ebro con Guadalquivir, en que corrían muy pocas aguas. Abrióse tambien la tierra por muchas partes con grandes hendeduras y grietas que se hicieron en ella, donde padeció multitud increible de gente. Por causa de esto ni se caminaba, ni los hombres podían librarse ni salvar sus personas: así que todos los más dellos perecieron, particularmente los más ricos y poderosos, que como tuviesen hecha mayor provisión de vituallas para su mantenimiento, creyeron que la tal adversidad no duraría tantos años, y no curaron de huir como lo hicieron al principio los que poco tenían […] no solamente los hombres y mujeres, sino también casi todos los otros animales perecieron, unos con hambres y calores, otros con grandes enfermendades, que presto recrecieron, puesto que todavía mucha gente tuvo lugar de se valer en los principios huyendo por regiones extrañas […] con lo cualqueedó todo lo mas de nuestra tierra despoblado y desierto, sin animales ni gente que lo morase, sino fueron las comarcas muy septentrionales della, como son Galicia y Asturias, con todas las otras montañas de su lado, que también por ser regiones humedas y tener el ayre lluvvioso, pudieron conservar alguna gente menos mal, y las calores no tuvieron alli tanta fuerza… «

Notas al pie y bibliografía

  1. de Ocampo, F. (1791). Crónica general de España. B. Cano.
  2. Torres-Martínez, J. F. (2014). Arqueología de la Edad del Hierro y variaciones climático-ambientales en el norte de la Península Ibérica. Kobie. Serie Paleoantropología33, 31-58.
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