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Actualizado: 21 junio, 2023

Hispania fue conocida ya en el mundo romano, entre otras cosas, por sus magníficos caballos. Se trataba de un territorio en el que existieron varias especies que despertaron la admiración de las clases pudientes romanas, y también de su ejército, que se abasteció tanto de bestias como de jinetes hispanos a lo largo de su historia. Es gracias a los historiadores latinos, pero también a objetos que nos dejaron los astures y otros pueblos prerromanos, que tenemos testimonios sobre el aprecio que tenían a estos animales.

Respecto a los astures, quien nos proporciona la información clave sobre ellos es Plinio, cuando dice que «en la misma Hispania el pueblo galaico y el ástur producen la raza de caballos que denominamos tieldones (llamados asturcones con una forma más pequeña), los cuales no tienen en la carrera un paso común, sino una suave reunión con separación alterna de las patas, de donde mediante una técnica se enseña a los caballos a coger la carrera al trote» (nat. 8,67,166). De los asturcones os hablé en este otro post, así que hoy vamos a saber un poco más sobre qué es un caballo thieldon.

Thieldones. Caballos de guerra entre los astures
FÍBULA CELTIBÉRICA DE JINETE (Lancia, León,Spain). Reconstrucción digital por Mario Huete, via Behance –

Los thieldones, la raza antigua de caballos más extendida por el centro y norte de la península

Cuando Plinio emplea ese nombre, lo hace utilizando un término latino que hace referencia al paso de las jacas y de los ponis. Es un paso característico (se llama de ambladura) que especifica claramente en las líneas dedicadas a ellos. En realidad no hace referencia a una raza específica, sino a una forma de andar del animal, que por otra parte puede aplicarse al asturcón. Por tanto podemos pensar que el texto del historiador dice que entre los astures y galaicos se crían unos caballos con un paso peculiar, sin decirnos como llamaban al caballo los indígenas..

Sin embargo, hace décadas Julio Caro Baroja encontró mucha similitud entre la palabra euskera «zaldi» con «thieldon». Esa palabra significa simplemente «caballo». Además en otras zonas del arco atlántico con lenguas de origen céltico existen términos de raíz similar: «cel, o cefel» en galés antiguo1 o el pequeño «sheltie» de Escocia, una de esas razas de ponies del arco atlántico. Por tanto, también existe la posibilidad de que se trate de una palabra de origen celta que pasa al latín, como tantas otras. En el antiguo alemán aparece zeltôri y zelten, precisamente para designar a los caballos de paso amblador.

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Más allá del término, que por tanto, significa probablemente «caballo» sin más, (adquiriendo el carácter de adjetivo en la lengua latina para designar a los que tienen ese paso tan característico), lo cierto es que no hay evidencias de que se trate de dos razas distintas.

Thieldones. Caballos de guerra entre los astures
Asturcones. Foto El Comercio

Los caballos que los romanos se encontraron en Hispania2 proceden de dos ramas genéticas. Los del sur y este (caballo ibérico propiamente dicho) parecen haber llegado desde el norte de África en un periodo temprano, mientras que los del norte fueron introducidos en el primer milenio a.C. desde centro Europa. A esta línea genética pertenecen los caballos de la Meseta, empleados por celtíberos y vacceos, de los que descienden, o forman parte de la misma familia los caballos más pequeños, adaptados al terreno de montaña, que encontramos en la Cordillera Cantábrica. Estos son los que los romanos llamaron caballos «asturcones»3 que no significa otra cosa que caballos «de los astures», y que en lo que se diferenciaban de los thieldones era en su tamaño más pequeño, probablemente fruto de esa adaptación. No parecen aptos para la guerra, función que sí parecen cumplir los thieldones como podemos leer en las fuentes.

¿Nos encontremos ante una muestra más de la dualidad del mundo astur para los latinos?. Por un lado los astures trasmontanos en donde el asturcón parece el caballo mayoritariamente extendido y mejor adaptado, como podemos comprobar por los restos óseos de época prerromana y romana de la Campa Torres, y el thieldon en el mundo astur cismontano, donde el intercambio o la cría de caballos de especies similares a los que poseen Vacceos y Celtíberos puede ser la explicación más lógica. No obstante el thieldon también se adapta bien a la montaña.

Thieldones. Caballos de guerra entre los astures
Broche Vacceo de oro hallado en Saldaña (Palencia). Siglo I a.C. Actualmente en el museo arqueológico de Palencia

Cuando Polibio en el siglo II a.C.4 habla de los vacceos ya destaca la caballería de este pueblo, que cabalgaría a lomos de thieldones casi con total seguridad, mismas cualidades que destaca de los equites celtíberos.

Pervivencia del thieldon en épocas posteriores.

A lo largo de la Historia encontramos el nombre thieldon escrito de varias maneras: celdones, fieldones, thielco, celedón y caldón, haciendo referencia todos ellos al mismo tipo de caballo en distintas épocas, desde el mundo antiguo al medieval. Uno de los autores que recogió cuanta información pudo extraer de las fuentes sobre el caballo en Hispania fue Schulten, quien advirtió ya en una época temprana, que podría tratarse de un superviviente de la Edad del Hierro en la península ibérica. Según su descripción se trataría de «un caballo eumérico, de unas 7 cuartas de alzada, de tipo tarpánico, con cabeza grande de perfil recto, cuello corto y recto, pecho estrecho, grupa teniendo a la horizontalidad, cascos mayores que los del ibérico, empleandose para el arrastre de los carros como para carga o silla… de paso portante».

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Thieldones. Caballos de guerra entre los astures
Bajorrelieve de época medieval en Asturias. S. IX. Museo Arqueológico

La cría de estos caballos, que fueron cruzados con otras razas procedentes del extranjero pero que mantuvieron bastante bien su pureza debido a la preferencia del uso de mulos por parte de los romanos para las tareas de carga, (fueron los introductores de esta especie en la península), hizo que su cría perviviera hasta época visigoda, manteniendo unas características que se encuentran en razas plenamente medievales, como el conocido como caballo castellano, que en realidad fue criado por los reyes leoneses.

Se le llama así al caballo de los reinos cristianos de la península ibérica, distinto al caballo ibérico que tiene su origen, como mencioné más arriba en el caballo introducido desde el norte de África, de un porte mayor y mucho más estilizado, muy apto para la carrera. En la edad media se lo conoce como Mesteño, porque fue criado, y mantenida su pureza por los ganaderos de la Mesta. Se trata según las fuentes de un caballo de no mucha alzada y cuello corto, pero muy útil tanto para la guerra, como para la silla, carga y arrastre. De su cruce con la raza ibérica nace el caballo español o caballo andaluz de la actualidad 5.

Conclusión

Estamos ante una de las razas antiguas de caballos de la península ibérica, que llega a ella procedente de centro Europa. Un caballo de pequeño para nuestros cánones actuales, en los que las razas han sido cruzadas para obtener ejemplares más rápidos o más potentes a la hora de realizar trabajos de arrastre. Sin embargo, en la Edad del Hierro, época romana e incluso en la Edad Media, estas razas eran más bien robustas y pequeñas en comparación con las actuales.

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El thieldon fue un caballo versátil, adaptado a la guerra y al arrastre. Hermano mayor, o quizá antecesor de los ponies atlánticos de la península ibérica como el asturcón, garranos y otras razas de caballos norteños. Acompañó los pueblos célticos de la meseta a la guerra, formando parte de ese conjunto único de jinete y caballo que se lanzaban a la carga en los combates de los que tenemos testimonio en las fuentes desde las guerras civiles en Hispania.

Os dejo como conclusión este párrafo escrito por Restituto Blanco Ordás6 sobre el caballo vacceo (thieldon) que me parece muy descriptivo:

«Los entrenamientos a los que eran sometidos los caballos vacceos eran especialmente duros, sobre todo en el arte militar de la guerrilla, obligándoles a escalar montañas y a flexionar las patas con el jinete montado y, en esa posición, estar ocultos para poder atacar en el momento oportuno, saltando de repente, cuando menos lo esperaban los romanos y desapareciendo veloces cuando se les perseguía, evitando las batallas. Esta estrategia que tanto cansó a los romanos, era solo posible con una caballería montando los ágiles caballos del país, tan duros y sobrios como eran los famosos thieldones, habituados a escalar las empinadas y escarpadas laderas que separaban las resecas parameras cerrateñas, pobladas de robles y encinas, y que por su especial doma obtuvieron gran protagonismo en la guerra contra los romanos, alcanzando victorias espectaculares, «incluso sin jinete»

Notas al pie y bibliografía

  1. P, Kelly. (1997) The Earliest Words for ‘Horse’ in the Celtic Languages. II S. Davies, N. A. Jones.. eds., Thr Horse in Cefric Culture. Cardiff: University of Wales Press p.4H3.
  2. Sanz, F. Q., & Merchán, M. Z. (Eds.). (2003). El caballo en la antigua Iberia: estudios sobre los équidos en la Edad del Hierro (Vol. 19). Real Academia de la Historia.
  3. Blázquez, J. M. (1957). La economía ganadera en la España Antigua a la luz de las fuentes literarias griegas y romanas.
  4. de Frías, M. S. (2010). Sobre algunos textos clásicos referentes a la caballería de los celtíberos y al simbolismo de sus armas. Gladius30, 137-154.
  5. Muñiz, D. C. M. (2010). El caballo en la Edad Media. Un estado de la cuestión. Homenaje al profesor Eloy Benito Ruano, 537-552.
  6. Ordás, R. B. (2002). La trayectoria del caballo vacceo. Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, (73), 317-334.

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