El otro día en la exposición Bronces pude ver de cerca esta fantástica pieza del yacimiento gijonés. Se trata de una fíbula de características muy parecidas a aquella otra que ya os había comentado perteneciente al castro de Llagú. Su origen lo debemos buscar en la meseta nororiental, en territorio cántabro y celtíbero y es un buen ejemplo de la difusión de este tipo de metalurgia hacia el occidente peninsular.

Son piezas de entre los siglos III y I a.C. y gozaron de una aceptación interesante en los castros del centro oriente de Asturias.

