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Actualizado: 29 agosto, 2023

Uno de los estudios más útiles que se pueden hacer en un yacimiento arqueológico es el del georradar. Se trata de documentar, a través de impulsos geomagnéticos, las estructuras que están enterradas a una profundidad en el suelo del sitio arqueológico, sin que sea necesario excavar ni un cm de tierra. Con este sistema se obtiene un plano, relativamente detallado de las posibles construcciones, etc. que esconde el asentamiento.

Después de documentar en extensión un yacimiento, el equipo ya tiene una idea aproximada de cuál puede ser el sitio más interesante para hacer un sondeo, evitándose la destrucción del registro arqueológico innecesariamente. Algo que oiréis insistentemente decir a los arqueólogos, es que una excavación destruye el registro de materiales y vestigios para siempre. La mejor manera en la que me lo explicaron a mí fue que una excavación nos permite leer una página del pasado pero la destruye irremediablemente. Por eso es tan importante tener lo más claro posible dónde se va a excavar y sobre todo documentar hasta el extremo todo el material, sedimentos, restos botánicos, etc… tan importantes como los objetos arqueólogicos que son sólo la punta del iceberg de todo esto.

Por esa misma razón es peligroso el uso de detectores de metales en sitios arqueológicos, ya que para extraer el objeto metálico detectado se excava sin ningún criterio científico y se destruye parte de ese registro.

El trabajo se realiza estableciendo una zona de bandas, del ancho de la capacidad del georradar, que proprociona unos datos que luego se vuelcan para hacer un mapa completo. Cada punto está georreferenciado. Es una pasada. En el contexto de las obras de drenaje de la zona de la Llanada en la Campa Torres se está procediendo a realizar un extenso análisis del área investigada con georradar. Estos objetos van desde un simple sistema que se transporta manualmente hasta otros más grandes, como el que se está usando ahora, que se arrastra con un quad.

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La empresa que está realizando los trabajos arqueológicos es Terra Arqueos, una empresa con sede fiscal en Madrid pero que opera sobre todo en el Noroeste , donde realizan trabajos en algunos de los lugares más emblemáticos de la cultura castreña, como Monte Trega (donde reconstruyeron hace poco la puerta Norte del asentamiento), hace unos años, en la reconstrucción del castro de Chano, en León.

El lugar elegido ya había sido investigado hace 20 años, cuando se descubrieron abundantes restos de actividad metalúrgica, por lo que se supone que se trata de un sector del castro dedicado a esa actividad.

Acordaos de que la etnia que se documentó en esta zona a través de la epigrafía era la de los Cilúrnigos, cuyo etnónimo proviene del céltico antiguo que significa algo así como «caldereros». En las excavaciones realizadas en los 90 se determinó precisamente este carácter metalúrgico del poblado, con piezas que además alcanzan una gran difusión por todo el territorio astur, como los llamados Broches astures, o los colgantes de barrita moldurada de la que ya os hablé aquí.

La cita de Yolanda Álvarez resume muy bien lo que busca este equipo.

«La excavación es una lotería, lo más llamativo es que aparezcan hallazgos como materiales de lujo, pero puede aparecer de todo. Lo que nosotros más buscamos es conocer, por ejemplo, restos botánicos para saber cuáles eran los cultivos preferentes o qué tipo de metalurgia había»

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