Actualizado: 18 enero, 2023

Esta es una de esas historias que me encuentro por casualidad buscando información sobre otra cosa. Lo cierto es que además es de esas historias que forman parte de tu vida sin saberlo. Se trata del pendiente de la Mora, una enorme piedra que se conserva en el edificio de la Diputación en la ciudad de León.

Junto al Edificio de Botines, al final de la calle Ancha, antiguo Cardo del campamento romano de la Legio VII, se sitúa el edificio de la Diputación de León. Un lugar que bien merece una visita durante un paseo por los alrededores de la Catedral o por si vas al Museo de León, que se encuentra en las cercanías.

En el patio porticado del edificio se encuentra una enorme piedra, que veis en la fotografía, allí en un aparte, sin ninguna inscripción ni placa que diga al visitante lo que está viendo. Yo mismo la había visto en persona y hasta hace nada no tenía ni idea de lo que era.

Un piedra de los Moros

A estas alturas ya no hace falta que os diga que en el norte cuando hablamos de los moros, nos referimos a todo aquello que no es cristiano, es decir, desde los romanos, astures, etc. hasta los seres de la mitología.

La Mora en cuestión debía tener unas orejas descomunales para ponerse estos pendientes, pero es que, como os digo, no se trata de una princesa musulmana, sino que se trataría de un ser que igual conoceis mejor por otro nombre, la Vieya, una giganta con un arco muy bonito (el arcoiris) que es capaz de transportar piedras descomunales, provocar la nieve, o darle regalos a los pastores de la montaña para los niños en Navidad.

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Morfología

Se trata de una piedra de forma circular con unas dimensiones de dos metros de diámetro y una tonelada de peso. Presenta un borde dentado y muescas regulares a lo largo del extremo exterior. En uno de los lados presenta un apéndice de forma triangular, perforado.

Origen de la piedra

Por la investigación de David Gustavo López, un historiador local,  sabemos que la piedra proviene de Crémenes, una localidad de la montaña oriental de León. Esta zona estaba ocupada en la Edad del Hierro por tribus Vadinienses, un grupo humano que dejó una abundante epigrafía y que se adscribiría a las tribus cántabras en el límite con los astures. Este hecho nos debería dar una primera pista de lo que se trata.

A mediados del siglo XX la piedra fue llevada a la capital por orden de un alto cargo de la Catedral de León, y quedó depositada en el edificio de la Diputación.

Qué es el pendiente de la Mora

Quizá la parte más interesante de este artículo. Veréis, David Gustavo López propone que la piedra en su origen era una estela anepigráfica Vadiniense, lo cual llama la atención ya que estas tribus dejaban piedras decoradas, no lisas, pero tampoco es extraño del todo ya que tenemos un ejemplo muy interesante y bien conservado de estela sin ninguna decoración en las inmediaciones del castro de Coaña, en Asturias.

El pendiente de la Mora
Estela discoidea de Coaña. Julio 2020

Por las dimensiones y el peso parece encajar con las estelas cantábricas. Algunas de sus características, como el borde dentado pueden representar rayos solares, lo que parece concordar con el carácter sagrado de estas piedras.

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Pero hay algo que no cuadra, y son las muescas.

Una estela si, pero ¿modificada?.

La investigación de David Gustavo López le lleva a proponer que las marcas regulares que presenta la estela concuerdan con las que tendría un reloj de sol. Para ello realizó una serie de cálculos matemáticos que presentó en su artículo en la revista Promonumenta, y determinó que efectivamente las marcas indicarían las horas solares.

En algunos casos se ven dobles marcas, que explica por una «corrección» del reloj solar. Es decir, el modelo fue hecho para otra latitud, y adaptado a su ubicación en la montaña oriental leonesa para ser más exacto. Hay un precedente en otro reloj de similares características en Palencia, por lo que la idea era perfectamente posible.

Por tanto, y por concluir, el pendiente de la Mora es una estela pétrea, presumiblemente vadiniense por su ubicación. No parece una piedra que se pueda transportar fácilmente, asi que la lógica nos dice que debe pertenecer al entorno de crémenes. Esa piedra fue sacralizada, y depositada al lado de la iglesia de San Juan, algo que suele ser habitual en este tipo de estelas. Su pariente galaica, la de Coaña en Asturias, se conoce como la piedra de Santa María. Posteriormente, en la Edad Media, siguiendo el paralelo que tiene con el reloj palentino, se talla en ella un reloj de sol y quién sabe si se ha hecho alguna modificación más, en el pie (parece seguro que la perforación es para introducir un trozo de madera para dar la sombra al reloj). Y con ese aspecto nos ha llegado hasta hoy.

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Como veis un objeto que aúna arqueología protohistórica del norte, una leyenda de los Moros, una sacralización posterior y su transformación en un objeto distinto pasados los siglos.

Así que si vais a León, incluid una visita al patio del Palacio de los Guzmanes en vuestra visita arqueológica.

Bibliografía

Gustavo López, D. (2018).»El pendiente de la Mora». En ProMonumenta: revista de la Asociación de Amigos del Patrimonio Cultural de León, Nº15. pp:62-78

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