Os cuento la historia de este pequeño asentamiento que fue descubierto a comienzos de este siglo por Estefanía Sánchez Hidalgo y Alfonso Menéndez Granda 1
Es peculiar porque se descubrió tarde, ya que fue el típico caso de que al no estar identificado por Patrimonio no había sido protegido y se construyó sobre la colina. Perfectamente legal y nada que cuestionar ya que se cumplió la ley.
En 2003 se procedió a actualizar la carta arqueológica del concejo de Gijón y una de las zonas donde se prospectó en busca de yacimientos fue el valle del río Aboño.
Hace poco Luis, un lector de Astures apasionado por la arqueología y nuestro patrimonio (como la mayoría de los que me leéis) me contaba que estaba convencido de que en Gijón pasaba algo similar a la ría de Villaviciosa, es decir, un conjunto de poblados que se establecieron en el valle del río Aboño, que en sus tiempos, tenía una ría que se adentraba mucho más tierra adentro que en la actualidad.
Quizá la imagen de San Andrés de los Tacones con su embalse no era tan extraña hace 20 siglos. Me contaron que la marea hacía llenarse el río Aboño bastantes kilómetros lejos de su desembocadura, cerca de esta zona. El castro del que os hablo pertenece a este grupo, junto con el de San Andrés de los Tacones, y otros que se dirigen hacia la costa de Gijón, con la Campa Torres, colgada sobre la desembocadura del río Aboño en el litoral.
Fijaros en la foto del castro en el año 1956. Fue tomada desde el famoso vuelo que nos está sirviendo para identificar multitud de asentamientos en la actualidad, hoy mucho menos visibles por la actividad humana.

En aquel entonces todavía se percibía la forma ligeramente ovalada, incluso parece que al este queda un camino fósil que probablemente ascendía hacia el castro. En la parte norte puede que se mantuvieran las defensas, ya que al sur, la actividad agrícola parece haber afectado al perímetro defensivo por ese lado.
Cuando se detectó y se presentó para su protección ya era tarde, como os decía. Se hicieron sondeos que confirmaron el carácter arqueológico de la pequeña elevación (cerámicas y una moneda), y fue incluido en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias el 23 de diciembre 2013. Desgraciadamente se constató que ya era tarde y que había sido arrasado no sólo por la obra sino porque los vecinos habían extraído piedra del castro durante muchos años, por lo que no quedaba prácticamente nada que proteger.
Os lo pongo como prueba de lo que vale que documentemos castros y que la gente conozca que hay sitios que están protegidos. El desconocimiento a veces provoca mala praxis por parte de la gente, y el resultado es inevitablemente la destrucción de nuestro patrimonio.
Otro día si queréis os hago una lista de los castros que están destrozados por canteras. Eso sí que es para echarse a llorar.
