
Siempre es un buen plan ir a la antigua ciudad de Noega en la Campa Torres. El castro costero más grande de Asturias y probablemente de los castros astures de la región el de mayor extensión, ofrece una visita cómoda y didáctica al visitante.

Este post va a ir en la línea de turismo histórico, para que sirva de orientación a cualquier persona que quiera ir a visitarlo. Lo cierto es que está muy bien señalizado y es una visita apta para casi todo el mundo así que no hay ninguna dificultad en comprender el yacimiento.

Una vez que dejas el coche en el parking accedes a una pequeña sala de bienvenida al parque, que es arqueológico y natural, donde te explican un poco lo que vas a ver. En ese pequeño edificio hay una breve exposición sobre los museos de Gijón desde los sitios neolíticos del monte Deva hasta los del mundo romano y medieval.
Es sólo el principio. Allí te informan y puedes adquirir una guía (merece la pena, aunque ya tiene unos años, pero si no tienes ninguna información previa sobre el sitio te va a gustar), Para la visita también puedes pedir un folleto gratuito con toda la información necesaria.

El trayecto arqueológico no es por el camino asfaltado, es el único inconveniente para personas con movilidad reducida. Es un camino sencillo por un prado, pero no es apto para sillas de ruedas, etc. Por el contrario, si vais con niños es perfecto, no es peligroso si sigues el sendero marcado con piedras, y los paneles informativos son muy didácticos, con gráficos adecuados (que vienen en parte en el folleto gratuito).
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Las defensas
Comienzas por el sistema defensivo. Siempre impresionan las murallas de módulos de Noega. De esa cuarcita clara característica, que conserva todavía cierto color blanquecino y una buena altura. La potencia de estos muros debía tener un gran efecto disuasorio. La especial construcción de las mismas es una de las características de los castros astures y concretamente las de Noega son un referente para esta técnica constructiva.

El paseo te lleva por el gran foso en el que aún se aprecia la profundidad del mismo y el trabajo de corte de la roca madre para abrirlo.

Justo detrás se levanta el sistema defensivo con un parapeto que todavía conserva algunas escaleras, y tras un pequeño espacio el complejo de murallas y bastiones, con su camino de ronda.

Es un punto elevado sobre el acceso al castro y un punto de observación inmejorable que deja ver la costa y el interior, y cualquier movimiento en la mar a muchas millas, intercomunicado visualmente con otros castros del entorno. En este lugar entiendes por qué este es un lugar inmejorable para levantar un asentamiento.
La zona habitada
Y más allá, tras cruzar la pequeña loma sobre la que se asientan las defensas, se abre la explanada del castro con el Cantábrico de fondo.

El sendero discurre por los pocos vestigios que hay visibles en el terreno, fruto de las excavaciones de los años 80 y 90 del siglo pasado. Casi todo lo que vemos corresponde a la época romana del asentamiento.

La gran mayoría de viviendas circulares (tradicionalmente asociadas al mundo indígena) de la Campa Torres estaban construidas sobre un zócalo de piedra con paredes de entramado vegetal y recubiertas de barro. La techumbre también era vegetal.

Frente a ellas se levantan las casas de época romana, perfectamente escuadradas, pero siguiendo un patrón indígena, o al menos identificable en época anterior, es decir, la casa cuadrada con un pequeño espacio delantero por el que se accede. Y la techumbre pasa a ser de tegulae.
Son precisamente estos dos tipos de viviendas los que están reconstruidos en las inmediaciones de lo que hoy es el museo de la Campa Torres. Os dejo algunas fotografías de los dos modelos.

Otras infraestructuras que destacan son los aljibes. El agua tuvo que ser un factor clave para la subsistencia del asentamiento. Se pueden ver tres todavía en el terreno. Uno de ellos era un manantial, los otros dos recogen agua de lluvia.

También destaca una casa romana de grandes dimensiones, que representa el cambio cultural que supuso en el castro la presencia del Imperio.
El museo de la Campa Torres
El museo tiene una zona visitable no demasiado grande, pero en él se pueden ver algunas piezas originales extraídas del yacimiento.

Noega era la ciudad de los cilúrnigos, es decir, de los caldereros, y en el castro hay abundantes muestras de esa actividad metalúrgica. La exposición cuenta con maquetas, audiovisuales y las vitrinas de la exposición.

Tengo predilección por la pequeña fíbula de caballito, que me recuerda también a la de Caravia que se puede ver en el Museo Arqueológico de Asturias.
En definitiva una visita muy didáctica a pesar de los escasos vestigios que aparecen sobre el terreno. No te esperes ver un castro como el de Coaña o San Cibrao de Las, pese a las grandes dimensiones del asentamiento. El museo organiza exposiciones temporales, aunque actualmente no tenía ninguna.
Las perspectivas son buenas para este castro ya que hay prevista una gran inversión en estudio de materiales, nuevas excavaciones, georradar, etc. que permitirán comprender mejor este gran asentamiento astur. Sigue siendo una visita imprescindible para comprender la cultura castreña en Asturias.
Si quieres saber más sobre este castro sigue este enlace