El inventario del patrimonio cultural de Asturias, en su apartado de bienes arqueológicos del concejo de Oviedo, refleja la existencia en la ciudad del castro conocido como de Monte Alto con el nº28. Si traducimos esta información al lenguaje mundano, quiere decir que está reconocida la existencia de un asentamiento fortificado de Oviedo / Uviéu en este lugar de la falda del monte Naranco.

El castro de monte alto, Oviedo / Uviéu
Actual parque de Purificación Tomás. Oviedo / Uviéu. Google Maps vista 3D orientación norte

Es una afirmación que sigue sorprendiendo a muchos carbayones (ovetenses) cuando la oyen por primera vez. No es extraño si tenemos en cuenta que la historia oficial, recogida en el Pacto monástico de San Vicente, sigue perpetuando que la fecha de fundación de la ciudad fue el 761, y que antes este lugar era una selva inhabitada.

Desde mediados del siglo XX se comenzó a cuestionar la exactitud de ese documento a través de una revisión crítica del mismo, llegando a la conclusión de que los monjes se apoyaron en los habitantes de la zona para la construcción del monasterio y de su propia subsistencia. Ni siquiera la propia colina donde se fundó la ciudad debió habitarse por primera vez en aquellos tiempos ya que la ampliación del Museo de Bellas Artes, a un centenar de metros del monasterio desveló la existencia de una fuente monumental que fue datada en el siglo IV d.C., curiosamente con una estructura similar a la Foncalada, que aún se puede ver en pie en la ciudad y que es de época altomedieval. En diversas excavaciones se documentan restos cerámicos y pétreos que no se corresponden con un asentamiento medieval, sino con uno romano, y que cuentan con sus defensores y detractores.

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Precisamente desde esa época se comenzaron a detectar distintos asentamientos tanto en las colinas que rodean al Oviedo medieval como en la falda del Monte Naranco.  No es extraño ya que la ciudad se asienta en altura sobre la vía proveniente de las montañas que separan Asturias y León y que llevaba a Lucus Asturum conectando posteriormente con Noega (y posteriormente el Gijón romano). La importancia de este punto estratégico como nudo de comunicaciones queda plasmada cuando, en época medieval,  Alfonso II recorre por primera vez el Camino de Santiago Primitivo, que aprovecharía sin duda vías establecidas ya desde siglos atrás, partiendo de Oviedo hacia Galicia. Ya en esa época la ciudad habría sustituido a Lucus como gran cruce viario de la región central de Asturias.

El castro de monte alto, Oviedo / Uviéu
En el centro el lugar donde estaría el castro. Vuelo americano 1944-46 Fototeca IGN

Precisamente en las estribaciones del monte Naranco, siguiendo esta vía, en la parte que hoy ocupa el Parque de Purificación Tomás, se encuentra, o se encontraba, el castro del que os hablo en este post. La zona conocida como Monte Alto se ubica en un escalón en la ladera que ofrece una visibilidad extraordinaria sobre la ciudad y sobre las vías que discurren por el valle entre las colinas, alcanzando decenas de kilómetros hasta la sierra del Aramo por el sur.

Jose Manuel González lo incluyó en su catálogo de los castros asturianos con la siguiente referencia. «Castros de Oviedo[…] 15.- Monte Alto. Situado en términos de la parroquia de Naranco. Reconocido el 6-XI-1964».1

El castro de monte alto, Oviedo / Uviéu
La zona en el vuelo americano de 1957. Fototeca IGN

 

El asentamiento

Se trataba de un recinto ligeramente ovalado, situado en un escalón de la ladera a unos 312 metros de altitud. Especifica que se ubicaba al sur de los monumentos prerrománicos del Naranco, al norte del actual barrio de la Florida. Las dimensiones del recinto eran de 72 metros en el eje norte-sur y de 85 metros de este a oeste. Contaría con un foso que en los años 60 se conservaba en la parte norte. El asentamiento estaría protegido por una pendiente de 4 metros de altura y estaba unido al resto de la ladera por un paso estrecho de tierra donde se encontraría el foso defensivo, hoy desaparecido, como el resto del castro. En el lado norte tendría una torre o bastión, que reforzaría la posibilidad de que hubiera sido un puesto de vigilancia de la ruta en un momento más tardío, muy similar a lo ocurrido por ejemplo en otro malogrado castro, el de Llagú, que corrió la misma suerte.

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El castro de monte alto, Oviedo / Uviéu
Castro de Monte Alto. Oviedo / Uviéu

Ya en aquella época debía estar completamente arrasado. Es frecuente que los desmontes de las estructuras murarias de los castros se aprovechen en las construcciones modernas que los rodean. Sin embargo en este caso las nuevas edificaciones fruto de la ampliación urbana en los años 60 del siglo XX requirieron de este y otros espacios en la ladera del Naranco acabando totalmente con la morfología de este asentamiento y poniendo contra las cuerdas otros similares, como el de Fitoria, a unos cientos de metros. El propio José Manuel González se refería al peligro que la expansión urbanística de la ciudad tenía para este tipo de castros.

Qué podemos decir de este lugar

Realmente nada. Su corta historia en la bibliografía académica comienza con la catalogación de J.M González, y termina prácticamente a la vez. No tenemos dataciones ni más datos. Es difícil adscribirlo a cualquier periodo histórico sin más información.

En el Naranco hay evidencias de ocupación romanas, con varias explotaciones agrícolas de ese periodo en forma de villae, además de las supuestas ruinas «viejas» en la época de Ramiro I en las inmediaciones de los monumentos prerrománicos. Pero nada más.

Volviendo al principio del post, es más que probable que la cuenca de Oviedo llevara explotada varios siglos antes de la fundación de la ciudad. Esta posición estratégica en la falda del monte, con buenos territorios de cultivo en los alrededores, protegido del viento del norte y con agua abundante ofrecía buenas posibilidades para un asentamiento.

BIBLIOGRAFÍA

González y Fernández Valles, J. M.  (1966). «Catalogación de los castros asturianos». En Archivum, 16, 255–291.

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González y Fernández Valles, J. M. (1974). «Historia preurbana». En El libro de Oviedo, 1-21.

Notas al pie y bibliografía

  1. González (1964)
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