lanza jersey
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Actualizado: 21 noviembre, 2022

Nueva colaboración de Cristobo de Milio para Céltica. Nos adentramos en el mundo de los «vates» célticos representados en esta ocasión por Olíndico, uno de esos reyes revestidos de una trascendencia divina que nos ha llegado a través de las fuentes escritas latinas en la península ibérica y con el que hay evidentes paralelismos en la mitología irlandesa.

Elevando al rey

La soberanía, el papel del rey en la felicidad del país, es posiblemente el tema más importante y el más repetido en la literatura irlandesa altomedieval. Existen tratados jurídicos y políticos, como el “Críth Gablach”, que estudian el fundamento y la legitimación del soberano pero más allá del análisis racional, la soberanía tenía una dimensión religiosa que se traducía en mitos.

Un echtra es un relato, típico de la Irlanda altomedieval, en el que cierto mortal entra en el Otro Mundo y se relaciona con seres ultraterrenos. Por ejemplo, en “Echtra Cormaic” el rey de Tara, Cormac Mac Airt, habiendo perdido a su familia, se interna en una niebla mágica, en mitad de una llanura y llega al Otro Mundo, donde se encuentra al dios Manannán, sentado con una hermosa joven junto a un caldero mágico. El dios, empleando el caldero, pone a prueba la honestidad de Cormac, la llamada fir flathemon, “la verdad y justicia de un dirigente”1. Cormac sale airoso, demostrando ser digno de la corona, con lo que recupera su familia y vuelve a Tara llevando consigo la Copa de la Verdad, regalo de Manannán, que se rompe cuando se pronuncia una mentira ante ella y se recompone al oír la verdad. La copa desaparecerá cuando muera el rey: solo Cormac ha demostrado ser digno de ella, y solo a él corresponde el premio.

En Gales se cuenta otra versión de este viaje en busca de respaldo sobrenatural. El rey mortal que se interna en el Otro Mundo es en este caso Pwyll de Dyfed, y su anfitrión divino es Arawn, rey de Annwn2. La prueba será un combate individual y el objeto mágico, un caldero “que nunca cocerá la comida de un cobarde”3. Tanto la copa de Cormac como el caldero de Pwyll aluden a las cualidades que demostraron los respectivos protagonistas, honestidad y valor, y ambos son manifestaciones de la verdad que debe guiar al soberano4.

“Baile in Scail” se parece a estos relatos tan bonitos, pero lo que en ellos era un elogio de la virtud y la justicia, en “Baile in Scail” se convierte en propaganda política. Conn Cetchathach, alto rey de Irlanda y antepasado mítico del clan Uí Neill, se encuentra una mañana en la muralla de Tara cuando desciende una niebla mágica sobre él y su séquito, y de entre la niebla surge un hombre de aspecto y tamaño imponentes, montado a caballo. El misterioso jinete guía al rey hasta una llanura donde crece un árbol de oro y se alza una casa con una cumbrera de findruine, de diez metros de larga. Dentro de la casa hay una joven con una tina de plata llena de cerveza roja, así como un cazo y una taza de oro. La joven es la flaith, la soberanía de Irlanda y el gigantesco guía es Lugh5, el cual procede a sentarse junto a ella y la tina en una escena semejante a la de Cormac, Manannan y el caldero. A continuación, la joven va sirviendo la cerveza con su cazo, preguntando “¿A quién se dará esta copa?”. Lugh contesta profetizando la sucesión de los reyes que gobernarán el país hasta el día del juicio, un nombre a cada ración de cerveza, confirmando la legitimidad de la dinastía Uí Neill6. Cuando termina todo se desvanece salvo la tina, la taza y el cazo, que quedan en poder de Conn.

Estamos muy lejos de Cormac, cuyo premio regresaba, a su muerte, al Otro Mundo. Aquí no importan el talento ni apenas la verdad o la justicia. Conn no supera prueba alguna ni demuestra ser digno de nada, a pesar de lo cual Lugh y la mujer-soberanía le prometen el trono de Irlanda no solo a él sino a sus descendientes, y le dejan llevarse sus tesoros de recuerdo por las buenas. “Baile in Scail” es un canto a la sangre, a la monarquía hereditaria.

La acompañante de Lugh, la noble escanciadora, la que interviene en el banquete de los héroes y decide, al repartir el hidromiel con palabras corteses, el puesto de cada guerrero en la jerarquía, es un personaje fascinante de la mitología y la sociedad de la Europa “bárbara”, celta y germánica, que se puede rastrear en la arqueología7 y del que no pienso ocuparme ahora. En cuanto a Lugh, el anfitrión, cumple aquí un papel similar al de Arawn y Manannán como “rey” del Otro Mundo que sanciona la legitimidad del protagonista. Aunque en este relato Lugh ha perdido los numerosos talentos que se le atribuyen en otros textos sigue siendo, como en la Segunda Batalla de Mag Tuired, el rey del Más Allá que ahora apoya y bendice la dinastía reinante entre los mortales. Lugh conecta ambos mundos y, según parece, le preocupan los asuntos humanos.

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Si los textos medievales atestiguasen la función de Lugh como protector de la tribu nos alejaríamos de la literatura épica e incluso de la mitología, para adentrarnos en la pura devoción. En Irlanda no tenemos himnos a los dioses8 ni descripciones de rituales como los contenidos en los Vedas indios, pero algunos pasajes literarios sí que muestran a Lugh y otros dioses como benefactores y protectores, ayudando a los héroes de la historia cuando se ven en dificultades. El siguiente paso, para un oyente que creyese en estos relatos, sería rezar u ofrecer sacrificios a tan poderosos intercesores divinos cuando el devoto creyese necesitar su ayuda… Que es seguramente lo que hacía la gente en las Islas Británicas y el resto de Europa Occidental antes de la llegada del cristianismo.

El enviado

Cú Chulainn, el Perro de Culann, defensor del Ulster, es el protagonista del más grandioso, primitivo y épico relato de la antigua Irlanda, el Táin Bo Cúailnge. Es un guerrero de fuerza sobrehumana, un personaje con rasgos claramente divinos que sin embargo puede caer herido y que finalmente morirá a manos de sus enemigos. Es el sobrino de Conchobar, rey de la provincia norteña, e hijo de Lugh según un relato enrevesado y ambiguo en el que se mezclan abortos y reencarnaciones con el sexo normal y corriente. Es también un enviado, un vínculo entre dioses y hombres, un pacto viviente del Otro Mundo con los ulates. Toda su historia es un elogio apasionado de la casta guerrera.

“Compert Con Culainn”, “La Concepción de Cú Chulainn”, comienza cuando una bandada de pájaros mágicos desciende sobre Emain Macha, la capital del Ulster, arrasando cultivos y pastos. El rey Conchobar y sus hombres persiguen a los pájaros en sus carros de guerra hasta Brug na Bóinne (Newgrange). Allí se les hace de noche y, bajo una intensa nevada, buscan refugio en una casa donde encuentran una pareja: el hombre les explica que su mujer está para dar a luz y Dechtine, hermana (o hija, según las versiones) de Conchobar, la asiste en el parto. Al mismo tiempo, una yegua fuera de la casa pare dos potros. A la mañana siguiente la casa y los pájaros han desaparecido, y solo quedan los potros y el niño, con los que la hueste vuelve a casa.

El prodigio que guia al rey fuera de su castro, la casa misteriosa, la pareja de anfitriones, el regalo del Otro Mundo… Toda la historia repite la estructura de los echtrai que hemos estudiado más arriba, por ejemplo Baile in Scail, excepto que la niebla se convierte en nieve y que la llanura de Tara se sustituye aquí por otro lugar igualmente sagrado, Brug na Bóinne.

Dechtine cría al niño, pero él enferma y muere. Entonces Lugh se le aparece en sueños y le dice que fue él quien la atrajo hasta Brug na Bóinne, que el niño era suyo y que ahora él la dejará embarazada.

Conchobar, entretanto, arregla el compromiso de Dechtine con un tal Súaltaim mac Roich, pero avergonzada de su embarazo ella decide abortar, tras lo cual concibe otra vez un niño al que llama Sétantae, y que un día adoptará el sobrenombre de Cú Chulainn.
Es una concepción triple en la que Sétantae/Cú Chulainn desciende cada vez más. El primer niño era el hijo de dos dioses, Lugh y su consorte en Brug na Bóinne, adoptado por Dechtine; el segundo era hijo de esta y de Lugh; finalmente el tercero nació de dos mortales, Dechtine y Súaltaim9. Este descenso, esta doble naturaleza, marca el papel del héroe como vínculo entre ambos mundos.

Cú Chulainn es el arquetipo del aristócrata guerrero, perfecto en su linaje, en su fuerza, en su valor y en la nobleza de su comportamiento. Es además un regalo de Lugh a Conchobar igual que la tina de cerveza fue su regalo a Conn de las Cien Batallas, un vínculo viviente entre el territorio (la provincia del Ulster) y el dios que la bendice a través del rey y su descendencia: en cierto pasaje a Cú Chulainn se le invoca como “gormac del Ulster”, es decir, un sobrino por parte de hermana10. Para hacernos una idea de lo que esta expresión puede significar, Jesús mismo es, en la literatura cristiana, “nia de la humanidad”, un hijo-de-la-hermana de la Humanidad11. El pacto entre Lugh y los ulates, a través de la hermana del rey, es similar a la alianza que Dios establece con la Humanidad a través de la Virgen María. No cabe mayor enaltecimiento de la aristocracia, de los guerreros y del rey como intermediarios de los dioses, como garantes de la armonía, la paz y la riqueza del territorio.

La copa de Cormac era un talismán de verdad: Cu Chuláinn es un talismán de victoria. En el momento clave de la saga, cuando estalle la Guerra de los Dos Toros y los ejércitos de Irlanda invadan el Ulster, será Cú Chulainn quien defienda a todos los ulates, enfrentándose solo a la muchedumbre de enemigos.

El lancero, la liebre y la cierva

Ahora demos un salto de mil y pico años, cruzando mares y cordilleras hasta la conquista de la Celtiberia por los romanos en el siglo II AC. De esas guerras proviene una de las escasas y escuetas noticias que nos transmiten las fuentes clásicas acerca de la mentalidad y las creencias de los pueblos celtas de la Península Ibérica:

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Hubiese estallado una guerra, y contra todos los celtíberos, si no hubiese perecido el jefe de esta rebelión al comenzar la lucha; era este Olíndico, varón que hubiera llegado muy alto [en el original, summus vir] por su astucia y audacia; blandiendo una lanza de plata que decía enviada del cielo, y adoptando la postura de un profeta, habíase atraído todos los espíritus; pero su misma temeridad le hizo penetrar de noche en el campamento del cónsul, y junto a su tienda fue abatido por la jabalina de un centinela.

(Flor. I.33.13)
(de Francisco Heredero 2012: 54)

Eduardo Peralta Labrador, citando a su vez a Francisco Marco Simón, afirma que “summus vir” es la traducción latina del celta Viros veramos, “varón supremo”, expresión tallada en el santuario rupestre de Peñalba de Villastar12. Varios autores, empezando por el propio Peralta Labrador, creen que Olíndico podría ser algo parecido a un druida, incluso a un chamán13. Personalmente pienso que no tendría por qué ser así. Todo el fragmento parece sacado de un echtra irlandés: un jefe que aspira a dominar toda la nación viaja al otro mundo, de donde vuelve con una reliquia de los dioses que le marca como el elegido, como el candidato legítimo a la realeza. Nos dicen también que Olíndico se atrevía a profetizar; igual le sucedió a Conn el cual, ante la tina de cerveza roja, oyó la lista de los reyes de Irlanda hasta el Día del Juicio. El irlandés volvió del Otro Mundo profetizando el triunfo de su dinastía, el celtíbero volvió con una profecía sobre la victoria contra Roma: dos mensajes de propaganda política bendecida por los dioses. La copa de Cormac subrayaba su virtud como rey honesto, al servicio de la verdad; la lanza de Olindico le señala como gran jefe militar en medio de la guerra contra los romanos.

La lanza, por cierto, es el arma característica de Lugh. Es uno de los cuatro tesoros que se trajeron los Tuatha de Danann cuando llegaron a Irlanda, los poderosos objetos llenos de significado mitológico que pertenecían a cuatro dioses: el caldero del Dagda, del que nadie se alejó nunca insatisfecho; la piedra de Fál, que gritaba cuando el legítimo rey de Irlanda se plantaba sobre ella; la espada de Nuadu, a la que nadie podía resistir una vez desenvainada, y…

…la lanza que tenía Lug: la batalla nunca se volvería contra el que la tuviese en la mano.
(Macalister 1941: 107)

En el Lebor Gabala hay varias referencias a este talismán:

Nuadu [reinó] después de esto durante veinte años […] hasta que Lug, el que masacra con su lanza, fue hecho rey, el de muchos oficios que no se aplacaba.
(Macalister 1941: 223)

Olíndico probablemente recurrió a una creencia no muy distinta de esta y la convirtió en propaganda para soliviantar a los celtíberos. No me parece descabellado suponer que los celtíberos, sometidos a una presión psicológica colectiva ante algo tan inusitado como la invasión romana, se refugiasen en sus mitos. Olindico, buscando legitimidad en el Otro Mundo, se comporta igual que la dinastía Uí Neill y que otros muchos jefes irlandeses que manipularon las creencias tradicionales para su provecho político a lo largo de la Edad Media. No creo que fuese un “druida”, pero sin duda tuvo a su lado especialistas en religión que le ayudaron a forjar un plan “astuto y audaz”, como escribió el autor romano. Tuvo también que contar con otros tantos poetas para difundir la historia de la lanza de plata entre todas las tribus de la Celtiberia.

Volvamos a dar un salto, hasta el siglo I dC esta vez. Dion Casio, al tratar de la rebelión de la reina britana Boudica, en tiempos de Nerón, nos habla de una diosa guerrera, protectora de la tribu, llamada Andraste o Andate. La reina, cuando se dirige a su pueblo, blande una lanza que les llena de terror:

Era de gran estatura […] al cuello llevaba un collar de oro; y vestía una túnica de diversos colores sobre la cual sujetaba un grueso manto con un roche. Este era siempre su atuendo. Ahora [además] sostenía una lanza para ayudarle a infundir terror en los que la miraban y habló así […]

Cuando hubo acabado de hablar empleó cierto tipo de adivinación, dejando que una liebre escapase de entre los pliegues de su vestido: y puesto que huyó en la dirección que consideraban de buen agüero, toda la multitud gritó encantada, y Budica, elevando la mano a los cielos, dijo: “Te doy gracias, Andraste, y te invoco como mujer que le habla a otra mujer; aquellos sobre los que gobierno son britanos, […] como reina, pues, de tales hombres y mujeres, os suplico y os ruego por la victoria, por la preservación de la vida y por la libertad contra [los romanos] Sólo para nosotros, señora, sed vos siempre nuestra jefa.

Dion Casio, Historia Romana, LXII, 6-7
(Dion Casio, 1925, 93-96)

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Esta diosa de los icenos, adorada en el SE de la actual Inglaterra, y que los romanos compararon con su propia Victoria, nos recuerda a las furias guerreras de Irlanda como Macha o Badb, las cuales disfrutaban en la batalla y podían inclinar la balanza hacia uno u otro bando mediante sus terribles hechizos. Macha, sobre todo, la temible protectora del Ulster, parece una comparación especialmente apropiada. Blandiendo su temible lanza, invocando la protección divina y profetizando la victoria, Boudicca es casi una versión femenina de Olíndico.

El último de estos aprovechados, manipuladores de antiguas leyendas, que voy a mencionar era, curiosamente, un romano: Quinto Sertorio, el enemigo de Sila que buscó refugio en la Península Ibérica, desde donde desafió la autoridad del senado de Roma. Sertorio vivió en el siglo I antes de Cristo y empleó con soltura las creencias de los bárbaros para fortalecer su prestigio hasta reunir una banda de “devotos”, guerreros que consagraron su propia vida a la del jefe, conforme a la tradición céltica. Recomiendo el libro de Michael J Enright, de la página 220 a 227, al que quiera saber más sobre Sertorio y sobre otros rebeldes como Julio Civilis, hijos de una cultura mestiza, divididos entre la disciplina militar romana y la tradición religiosa de los pueblos celtas y germanos. Cuenta Plutarco cómo Sertorio poseía una cierva blanca amansada y cómo convenció a sus seguidores lusitanos de que…

…Aquella cierva había sido un presente de Diana, y esparciendo la voz de que le revelaba las cosas ocultas […] cuando reservada y secretamente llegaba a entender que los enemigos iban a invadir su territorio […] fingía que la cierva le había hablado en las horas del sueño, previniéndole que tuviera las tropas a punto. Por otra parte, si se le daba aviso de que alguno de sus generales había alcanzado una victoria, ocultaba al que lo había traído, y presentaba a la cierva coronada como anunciadora de buenas nuevas, excítándolos a mostrarse alegres y a sacrificar a los dioses, porque en breve había de llegar una fausta noticia.

Después que los hubo hecho tan dóciles, los tenía dispuestos para todo, estando persuadidos de que no eran mandados por el designio de un hombre extranjero, sino por un dios.

Plutarco: “Sertorio” Versión de Imperivm.org https://www.imperivm.org/vidas-paralelas-sertorio-por-plutarco/

¿Hay mucha diferencia entre la cierva de Sertorio, regalo de Diana, y la liebre de Boudicca, emisaria de Andraste? La mascota de Sertorio sería, en la mitología romana, un don lógico para Diana, señora de la caza y los bosques. Aquí la diosa se comporta, sin embargo, como una protectora del grupo, ayudando a la hueste en el campo de batalla y otorgando legitimidad al jefe, lo cual encaja mejor en la mitología de las grandes diosas celtas.
Merece la pena ahondar en la literatura altomedieval de las Islas Británicas, especialmente de Irlanda. Es un respositorio de temas y mitos heredados de la prehistoria reciente y que han escapado, al menos hasta cierto punto, a la influencia asfixiante de la tradición grecorromana y del cristianismo.

​ BIBLIOGRAFÍA

DE FRANCISCO HEREDERO, ANA: “Guerra y ritual en el mundo celtibérico”. ArqueoUCA: Revista Digital Científica Independiente de Arqueología, Nº. 2, 2012, 49-63

DION CASIO: Roman History, Volume VIII: Books 61-70, Translated by Earnest Cary, Loeb Classical Library LCL 176, Harvard University Press Cambridge, Massachusetts, 1927, disponible online en http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/Cassius_Dio/62*.html
ENRIGHT, MICHAEL J: Lady with a Mead Cup: Ritual, Prophecy and Lordship in the European Warband from La Tene to the Viking Age. Four Courts Press, Dublin, 1996
KINSELLA, THOMAS: The Táin: From the Irish epic Táin Bó Cuailnge, Oxford University Press 2002
KOCH, JOHN T: Celtic Culture: a Historical Encyclopedia ABC Clio Santa Barbara, California 2006
MACALISTER, R.A STEWART: Lebor Gabála Érenn, The Book of the Taking of Ireland, Part IV. Irish Text Society, Dublin 1941
Ó CATHASAIGH, TÓMAS: Coire Sois – The Cauldron of Knowledge, University of Notre Dame Press, Notre Dame, Indiana (EEUU) 2014
PERALTA LABRADOR, EDUARDO: Los Cántabros Antes de Roma. Real Academia de la Historia, Madrid 2003
PÉREZ VILATELA, LUCIANO: “Elementos chamánicos y uránicos en el episodio del celtíbero Olíndico” Ilu. Revista de ciencias de las religiones, 6, 2001, 133-167

Notas al pie y bibliografía

  1. Ó Cathasaigh 2014: 12
  2. En Bretaña, anaon sigue siendo la palabra para referirse a los difuntos
  3. La historia de Pwyll se cuenta en la primera “rama” de los Mabinogion, pero el llamado “Caldero de la Cabeza de Annwfn” no se menciona en este texto, sino en el antiquísimo poema “Los Despojos de Annwfn”. El título de Pwyll, “Cabeza de Annwfn”, sí que aparece en los Mabinogion, de manera que la identificación es segura (Ó Cathasaigh 2014: 32).
  4. Ó Cathasaigh 2014: 31, 32
  5. Lugh se identifica como un difunto “de la raza de Adán”, una opción como otra cualquiera para integrarlo, mal que bien, en la cosmovisión cristiana.
  6. Koch 2006: 476, 467
  7. El cazo y el colador para los posos del hidromiel aparecen, frecuentemente, en el ajuar funerario de las mujeres de alto rango en la Europa celta (Enright 1996).
  8. Sí existen unos pocos conjuros e invocaciones dirigidos a lo que parecen dioses y diosas, sin embargo.
  9. Ó Cathasaigh 2014: 7 y 8
  10. Ó Cathasaigh 2014: 77
  11. Ó Cathasaigh 2014: íbid.
  12. Peralta Labrador 2003: 252
  13. Véase Pérez Vilatela 2001 y de Francisco Heredero 2012: 54 

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