Ocultos a simple vista. Castros más complejos y grandes de lo que se pensaba para el noroeste peninsular

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Muy esquemáticamente esa es la conclusión a la que llegan en este espectacular trabajo1 que acaba de salir publicado en la revista Archaeological Prospection. Es un medio que analiza cómo los sistemas de teledetección están cambiando la arqueología contemporánea, y esto es algo que está sucediendo en nuestro territorio.

Recuerdo cuando hablamos por primera vez de las nuevas exploraciones que se estaban realizando desde el CSIC, en torno a los castros, que se abordaba por primera vez un estudio desde una perspectiva opuesta a la tradicional, que se centraba esencialmente en lo que pasaba de murallas adentro. El análisis del exterior de los poblados, incluidos campos de cultivo y otros lugares de aprovisionamiento de recursos abriría una nueva perspectiva sobre el dominio territorial de estas «aldeas fortificadas» que no se había abordado plenamente hasta entonces.

La disponibilidad de información más precisa y amplia para tecnologías como el LiDAR o el empleo de otras técnicas de prospección remota sobre el terreno, permiten ampliar considerablemente el objeto de estudio y la comprensión de estos lugares, principalmente a una escala de paisaje, no de asentamiento.

Metodología y resultados

Es lo que han hecho, investigar fuera de los castros y buscar una interpretación de esos paisajes sociales y productivos de la edad del Hierro aportando nuevos argumentos al debate social, el predominante, de las comunidades castreñas del noroeste. Para ello se han enfrentado a dos dificultades, la ausencia hasta ahora de abundante material fotográfico y modelos de elevación para el territorio, y por otro el propio paisaje, cuya naturaleza agreste y densamente cubierta de bosque y matorral, dificulta las capacidades de estas técnicas.

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Sin embargo el panorama ha cambiado. Las fuentes disponibles, además de acceso libre, permitieron definir tres áreas de 2000km cuadrados en Galicia y Asturias en los que se han documentado un elevado número de nuevos posibles restos arqueológicos que se sitúan, generalmente, en el entorno de los castros ya conocidos, e incluso permiten descubrir nuevos asentamientos no localizados hasta ahora, tanto habitacionales como de otros tipos.

Básicamente se trata de trazados de zanjas, fosos, y otro tipo de estructuras en el subsuelo que probablemente se puedan asociar al castro en torno al que se sitúan, en muchas ocasiones en clara alineación con las murallas y fosos ya documentados. Esto abre una primera conclusión:

Montes Claros, noroeste. Imágenes obtenidas con drones: Banda de borde rojo (izquierda) e índice TTVI (derecha) que muestran algunas anomalías que podrían corresponder a estructuras enterradas. INCIPIT-CSIC.
Montes Claros, noroeste. Imágenes obtenidas con drones: Banda de borde rojo (izquierda) e índice TTVI (derecha) que muestran algunas anomalías que podrían corresponder a estructuras enterradas. INCIPIT-CSIC.

-Castros más grandes. En los ejemplos más significativos se han descubierto nuevas estructuras que rodean a las defensas documentadas en el castro y que se sitúan generalmente en lo que hoy son los terrenos de cultivo que los circundan.

-Tienen defensas mucho más extensas de lo que suponíamos, y son más complejas. Es algo que concuerda con lo que se sabe de yacimientos mejor estudiados, o bien por su entidad o bien por su mejor estado de conservación, así que, en definitiva, cuando vemos un castro hoy en día sólo estamos contemplando una parte de lo que era en la mayoría de los casos. La complejidad de las defensas parece haber sido un factor recurrente a lo largo de este estudio y no siempre dejan una marcada presencia en el paisaje.

Tenemos un ejemplo en Asturias, que citan en el trabajo; Cabo Blanco. El castro, ocupado entre el siglo IV a.C. y el I d.C. tenía cinco fosos sucesivos, trincheras y murallas. Ente ellos el gran foso interior de 8 metros de profundidad por el que se puede transitar. Además plantean una hipótesis interesante; el foso no es sólo un elemento defensivo, también es una manera de delimitar partes dentro del castro.

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A modo de conclusión

Lo que pone en evidencia este estudio es mostrar que comprendemos podemos mejorar la comprension de los paisajes de la Edad del Hierro del nororeste con las técnicas de teledetección y que es un campo abierto en el que no dejan de producirse nuevos descubrimientos. Nos permite comprender que la complejidad de los poblados fortificados es mayor, lo mismo que sus dimensiones aparentes por los restos conservados. Es un modelo que proporcionará nuevos conocimientos en el futuro y que permite, como dije arriba, aportar nuevos argumentos al debate sobre la sociedad de estos paisajes fortificados.

Bibliografía

  1. Parcero-Oubiña, C., C. Otero-Vilariño, M. Gómez-Faro, et al. (2025). Hiding in Plain Sight: Rethinking the Size and Complexity of Iron Age Hillforts in NW Iberia Thanks to Aerial Archaeology and Geophysics. Archaeological Prospection 1–23. https://doi.org/10.1002/arp.70009. ↩︎
Alfonso Sánchez
Alfonso Sánchezhttps://astures.es/proyecto/
Me apasiona la historia de Asturias y los astures en todas sus facetas. Pateando museos y yacimientos. Excavando cuando puedo y divulgando como mejor sé.

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