Una cabeza cortada usada como trofeo -y aviso- tras la toma del oppidum de la Loma

Compartir

La Loma, en Santibáñez de la Peña (Palencia), es uno de esos yacimientos arqueológicos que, en manos de un equipo competente, se ha convertido en uno de los yacimientos clave para comprender el avance de Roma sobre las poblaciones del norte peninsular a finales del siglo I a. C. Entre sus hallazgos más impactantes destaca este del que os hablo hoy. Se trata de un cráneo descubierto en 2020 en un contexto claramente bélico. Su estudio1 ha permitido reconstruir no solo un episodio concreto del asedio de la Loma, sino también una escena de violencia simbólica pocas veces tan bien documentada en la arqueología peninsular en ese periodo.

El descubrimiento: un cráneo entre los escombros de la guerra

Durante las excavaciones realizadas en 2020 en la zona del bastión de entrada del oppidum —un punto estratégico dentro del sistema defensivo— los arqueólogos recuperaron varios fragmentos de un cráneo humano dispersos entre los derrumbes de la muralla. La posición de los restos indica que el cráneo estaba incrustado en la capa de destrucción generada durante el asedio.

El entorno inmediato del hallazgo refuerza esta interpretación. En el bastión se registró una elevada concentración de puntas de flecha, elementos de artillería y otros proyectiles romanosque apuntaban al asalto final de esta fortaleza. La esquina oriental del recinto, precisamente donde apareció el cráneo, fue uno de los puntos más castigados por la maquinaria militar romana.

Los restos óseos mostraban, además, señales de exposición al aire libre: coloración blanquecina homogénea, fracturas tafonómicas y ausencia total de otros huesos asociados. Todo esto sugería que la cabeza estuvo separada del cuerpo y expuesta durante un cierto tiempo antes de quedar atrapada por el derrumbe del bastión.

Te puede interesar   Denario de Augusto. Emerita / Mérida. Publio Carisio.

Se trató de precisar la identidad y el contexto temporal del individuo, a través de un análisis antropológico y tafonómico, que confirmó la ausencia de marcas postmortem compatibles con enterramiento inmediato y la presencia de procesos de exposición. Se hizo un estudio de ADN antiguo, cuyo resultado fue concluyente: el individuo tenía un perfil genético plenamente compatible con las poblaciones indígenas locales. Por último se realizó una datación que sitúa la muerte en el marco de las campañas romanas de finales del siglo I a. C.

Es decir, el cráneo pertenecía a un hombre cántabro, casi con total seguridad uno de los defensores del oppidum.

La secuencia más probable es clara: tras la caída de la muralla, la cabeza —ya separada del cuerpo y expuesta previamente— quedó atrapada entre las piedras.

La interpretación de los restos

El análisis permite avanzar más allá de la mera identificación del individuo. La presencia del cráneo aislado en lo alto de la muralla apunta, con un alto grado de probabilidad, a una práctica de exposición pública realizada por las tropas romanas durante o inmediatamente después del asalto.

La decapitación y posterior exhibición de la cabeza del enemigo vencido es una acción coherente con diversas prácticas documentadas en el ejército romano, especialmente en contextos de represión y castigo ejemplar. La cabeza expuesta funcionaba como un mensaje doble: hacia dentro, reafirmaba la victoria; hacia fuera, advertía a posibles supervivientes y desalentaba cualquier intento de resistencia posterior.

El hecho de que el cráneo pertenezca a un individuo local refuerza la dimensión simbólica del gesto. No se trataba de un enemigo genérico, sino de un miembro de la comunidad que defendía el oppidum. La exposición de su cabeza sobre la muralla marcaba el final del control indígena sobre el territorio y la imposición física y moral del poder romano.

Te puede interesar   Una nueva moneda de caetra en Galicia. Castro de Viladonga

Este tipo de violencia no era solo práctica militar, sino también propaganda. Roma utilizaba la exhibición pública como instrumento de dominación, un modo de reconfigurar el espacio conquistado y de dejar claro quién detentaba ahora la autoridad. La cabeza en lo alto de la muralla, visible para quienes huyeran o se ocultasen en las inmediaciones, simbolizaba la rendición definitiva del oppidum.

El propio yacimiento de La Loma, con sus murallas destruidas, proyectiles incrustados y estructuras asaltadas, constituye hoy uno de los mejores escenarios conservados de un asedio romano en Hispania. El cráneo hallado en la muralla añade una dimensión personal a esta guerra.

Bibliografía

  1. Domínguez-Solera, SD, Torres-Martínez, JF, Carnicero, S., Olalde, Í., Reich, D., Mallick, S., & Rohland, N. (2025). El cráneo humano procedente del asedio de La Loma (Santibáñez de la Peña, Palencia, España)Journal of Roman Archaeology , 1–16. doi:10.1017/S1047759425100512 ↩︎
Alfonso Sánchez
Alfonso Sánchezhttps://astures.es/proyecto/
Me apasiona la historia de Asturias y los astures en todas sus facetas. Pateando museos y yacimientos. Excavando cuando puedo y divulgando como mejor sé.

Hablamos de

Ver todos los posts