Hoy me detengo en una pieza que representa uno de esos procesos históricos y culturales que son interesantes a la hora de estudiar historia. Se trata de la introducción de nuevos cultos religiosos en un territorio. La proyección del dominio romano sobre los astures al norte de la cordillera cantábrica significó la llegada de corrientes culturales no sólo de los nuevos dueños del territorio sino de aquellas que, a su vez, se habían infiltrado en su cultura. Es el caso del mitraísmo1.
Mitra en el mundo romano
El culto a Mitra se difunde en el mundo romano a partir del siglo I d.C. Es una consecuencia de una especie de «globalización» en el sentido de que se trata de un culto procedente de Oriente, concretamente del mundo persa, que acaba transformándose en un algo propio del mundo grecorromano, adaptado a su idiosincrasia concreta. Tanto es así que a veces se le denomina como un dios oriental con un culto occidental.
Su llegada al mundo greco-romano se produce, probablemente, a través de las tropas que habían estado destinadas en Panonia y en Jerusalén. Tanto es así que se considera que es una religión militar y además tuvo especial difusión en las zonas más militarizadas del Imperio, como las fronteras. No obstante, poco a poco va ganando en popularidad hasta su asimilación al dios Sol romano, que se produjo casi en el momento de su apogeo, en torno al siglo II d.C. y pervive hasta el IV d.C. cuando comienza su declive. En pleno apogeo el culto a Sol Invictus Mitra era practicado tanto por emperadores como por esclavos o comerciantes. El epicentro de esta religión se hallaba en Roma, donde se han identificado el mayor número lugares de culto en una ciudad.
Se trata de una religión perdida, de la que no se conserva una liturgia, por lo que sólo la conocemos por las evidencias materiales, como la estela votiva de la que hablamos en este post, o de descripciones de fuentes externas a esta religión. Tienen especial consideración las representaciones de Mitra en algunos relieves, como por ejemplo los que lo representan sacrificando un toro.

Es una religión mistérica porque las características de sus rituales y el resto de secretos sólo se difundían entre los iniciados. Era una religión estructurada en distintos grados de iniciados. Según san Jerónimo de menor a mayor categoría serían los siguientes: Corax (Cuervo); Chryphius (Grifo) según unos autores, o Nimphus (casado, desposado) según otros; Miles (Soldado); Leo (león); Perses (Persa); Heliodromus (Corredor del Sol); y Pater (Padre).
Su lugar de reunión eran lugares subterráneos, los mitreos, en donde tenían lugar una serie de rituales tanto de iniciación como de culto. Estos recintos sagrados constaban de una antecámara, el spelaeum o spelunca (la cueva), que tenía forma rectangular y estaba decorada con pinturas y dos bancos a lo largo cada una de las paredes destinadas al asiento durante el banquete sagrado. Seguido estaba el santuario, en el extremo más interior de la cueva, donde estaban el altar y la imagen de la divinidad, normalmente representada en una pintura, pero también en un bajorrelieve o como estatua exenta. En ella aparece la figura de Mitra dando muerte al toro, la que se conoce como Mitra Tauróctonos.

Fue un rival directo de la difusión del cristianismo2 en el mundo romano con el que mantiene un gran número de elementos en común. Por ejemplo la fecha más sagrada en el calendario del culto a Mitra en el natalicio del Sol el 25 de diciembre. El banquete sagrado en el mitreo es una especie de eucaristía cristiana, en la que se produce la consagración del soldado (acólito) a la divinidad. Tiene rito de bautizo e iniciación. Mitra era un dios joven que practica una moral de austeridad. También, igual que Jesucristo, es un salvador. Los practicantes del mitraísmo santificaban el domingo en vez del sábado judío
Una estela en una iglesia
Caveda documentó la pieza en 1794 en el pórtico de la iglesia de San Juan, en La Isla. Entró en el Museo Provincial (hoy Museo Arqueológico de Asturias, donde se puede ver en la colección permantente) en 1880. Está realizada en arenisca y tiene unas medidas de 76x22x 14cm. y la inscripción, votiva, se reparte en 13 líneas de entre 6 y 9 caracteres. Es del siglo III d.C. y dice:
Ponit Inv/icto Deo / Au(gu)sto. Po/nit lebien/s Fronto / aram Invi/cto Deo Au/ (gu)sto. F(ronto) Leveiu/s ponit, pr(a)e/sedente p[a]/[t]rem patr[um] / [c]um leon[ibus]/ M(onumentum) [h(oc)].
«Lo erige para el Invicto Dios Au(gu)sto. Erige, de buen grado, Fronto el altar para el Invicto Dios Au(gu)sto. Fronto Leveius, erige este monumento presidiendo el padre de los padres con los leones.»
Como se puede observar, no menciona expresamente a Mitra, pero por elementos de la pieza se puede deducir que está dedicada a esa divinidad. Por ejemplo la aparición de Invictus que por si sólo podría confundirse con un culto a Sol Invictus, pero que en conjunto con pater patrum, o los leon[ibus] parecen hacer referencia explícita a los grados en los que se estructura esta religión.

Una comunidad mitráica entre los astures transmontanos
Si hay una estela a Mitra debería haber un mitreo ya que parece cierto que la comunidad que rinde culto a esta divinidad estaba bien estructurada ya que menciona diversos grados de miembros en ella y se ha propuesto la cueva de La Isla como lugar que lo acogería3, ya que en muchas ocasiones se utilizaban cavidades naturales para este culto. En ella se documentaron materiales romanos y posteriores y en la tradición local tiene un cierto carácter sacro, al estar dispuesta en las inmediaciones del cementerio.
En territorio astur sólo se documenta además de en La Isla4, en la capital conventual, Asturica Augusta. El epicentro de su culto en Hispania debió ser, no obstante, Emerita Augusta donde se producen los hallazgos más numerosos y de mejor calidad. Quizá su culto se introdujo en el norte a través de la vía de la Plata.
El hecho de que aparezca este culto en un lugar, a priori alejado de cualquier centro militar o urbano, probablemente nos indica que se trata de un momento tardío de su culto y de carácter civil. Es llamativo que en Legio, donde se encuentra el cuartel general de las tropas romanas peninsulares en época imperial, no se documente el culto a Mitra. Algunos autores, como Adán y Cid, consideran que es porque su reclutamiento se produce en la población local impidiendo que se introduzcan cultos foráneos a través de esa vía. Los militares entraron en contacto con ella en los lugares a donde fueron desplazados, no en sus cuarteles de origen.
Estas mismas autoras, consideran que el asentamiento de la Isla era comercial más que militar, y que probablemente el culto y la incipiente comunidad se fundó en torno a esta actividad. En la Isla había una villa romana que floreció entre los siglos I y III d.C. y que se encontraba en torno a la iglesia actual. Relativamente separado de este entorno es el lugar en el que se encuentra la cueva y el lugar original del hallazgo de la estela, que también se sitúa en el entorno de la huella del embarcadero en este lugar, al sur de la isla que da nombre a este asentamiento. La situación de la cueva, cerca pero no en la villa, concuerda con este tipo de lugares de culto.
Bibliografía
- Yanguas, N. V. S. (2013). El culto a Mitra en Asturias en el marco de los cultos orientales en la Península Ibérica. Tiempo y sociedad, (10), 19-78. ↩︎
- Yanguas, N. V. S. (2014). La lápida funeraria de Magnentia y los orígenes del cristianismo en el oriente de Asturias. Tiempo y sociedad, (17), 33-52. ↩︎
- Álvarez, G. E. A., & López, R. M. C. (1997). Nuevas aportaciones sobre el culto a Mitra en Hispania: la comunidad de San Juan de la Isla (Asturias). Memorias de historia antigua, (18), 257-298. ↩︎
- Adán Álvarez, G. E., & Cid López, R. M. (2000). Un santuario de Mitra en Asturias. Revista de arqueología. ↩︎