Hace un tiempo os hablaba de la intervención en este castro situado en el confín suroccidental del Principado de Asturias. Las actuaciones previstas, que anunció la Consejería en el mes de marzo, han dado sus primeros frutos.
Se trabaja en la ampliación de varios sondeos que ya se habían realizado anteriormente y que han desvelado una serie de estructuras tanto de contención del terreno como habitacionales. La «escollera» que se ve en las imágenes muestra un muro que sostiene el terreno en previsión del derrumbe debido a la fuerte pendiente, ampliando además el área ocupacional del mismo.
En la parte más alta del castro se investigó un gran derrumbe que en un principio se interpretó como una torre, pero que según avanza la excavación presenta algunas dudas. Se trata o bien de un bastión o bien de una estructura defensiva de otro tipo, realizada en sillares bien trabajados y de gran volumen. En la parte habitacional se han intervenido en dos cabañas castreñas típicas con mampostería de cuarcita.
Otro de los datos confirmados en esta intervención es el de las dataciones. La presencia de cerámica tanto de época romana como del periodo indígena confirma al menos una ocupación desde el siglo I a.C. hasta el I d.C. en adelante. Ya os comenté que había evidencias del uso de técnicas hidráulicas para la profundización de los fosos de este castro, lo que pone en evidencia una reestructuración en época romana relacionada, con casi total seguridad, con la explotación del oro en la zona.
Las fotos del artículo son de Pedro José Villanueva (mil gracias!)
